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lunes, 19 de marzo de 2018

EL MÉTODO 15/33. (Shannon Kirk)

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EL MÉTODO 15/33 (Method 15/33)
Shannon Kirk
TRADUCCIÓN: María José Díez
EDICIONES B, S. A.
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En esta angustiosa primera novela de Shannon Kirk una víctima de secuestro, Lisa Yyland, de dieciséis años y embarazada, trama meticulosamente su fuga. Aunque está encerrada en una habitación escasamente amueblada, en un tercer piso de lo que ella cree una casa de campo, la narradora confía ciegamente en su liberación. Sus visitantes esporádicos incluyen un Médico y una pareja, a la que ella llama Matrimonio Obvio, una pareja adinerada que anhela un bebé rubio de ojos azules y que está dispuesta a pagarlo bien, independientemente de las posibles consecuencias que ello le acarree. Con lo que no cuenta este matrimonio postulante de lo ajeno es con que su víctima, Lisa, desea aún más que ellos a ese adolescente que está por llegar. Lisa es astuta y ha aprendido a desenvolverse en el mundo en lugar de tratar de conquistarlo. Posee un instinto maternal feroz, instinto que se convierte en el principio rector de todos sus esfuerzos por sobrevivir y escapar de su cautiverio.

Lisa ha sido bendecida por la genética con una mente prodigiosa y calculadora y se ha criado en un hogar que la ha dotado de todo lo que necesita para lograr su objetivo. Pero, es humana. Su embarazo, su edad y, consecuentemente, un cerebro aún en desarrollo, disminuyen su capacidad para planear hasta el último detalle de su fuga. A fin de cuentas estos son inconvenientes humanos y poco efectivos. Pero Lisa sabe cómo sustituirlos por un plan organizado de manera casi científica en el que nada queda librado al azar y no tiene reparos en recurrir a cualquier medio que la lleve a encontrar la libertad.

Mientras esto sucede, el agente especial del FBI Roger Liu, un mestizo neoyorkino de ascendencia vietnamita, investiga el caso de la desaparición de Dorothy Salucci, otra adolescente embarazada a quien han raptado cerca de su instituto. Liu no trabaja solo, tiene una compañera a la que llama Lola para proteger su identidad por razones que nunca han quedado nada claras. Sus métodos, los métodos de Liu y Lola, son tan poco  usuales y ortodoxos como el de Lisa para huir de sus captores. Con pocos recursos y sometidos a la obligatoriedad de tener que hacer uso de su propio ingenio, lo que llevan a cabo sorprenderá a los lectores.

Lisa Yland es una rareza neurológica. Su lóbulo frontal, el área del cerebro responsable del razonamiento y la planificación, se encuentra más desarrollado de lo normal y como consecuencia de ello nos encontramos ante un genio, un genio que puede activar y desactivar sus dictámenes emocionales a su antojo. Incluso en momentos de crisis extrema, Lisa es capaz de responder con reacciones lineales y con una aparente incapacidad para sentir miedo. No es una sociópata pero... Shannon Kirk ilustra este rasgo del carácter de Lisa con el breve relato de su reacción siendo aún una niña ante el ataque de un hombre armado. Con una frialdad espasmódica, Lisa estudia su histerismo, sus manchas de sudor, sus marcas de viruela, sus pupilas dilatadas, los frenéticos movimientos de sus ojos, las señales de pinchazos en sus brazos y, simplemente grita «¡Ataque aéreo!», lo que motiva que el tirador suelte el arma, caiga al suelo, y se encoja en un charco de su propia orina. No es fácil compartir la idea de una niña de seis años, incluso un prodigio, que posea la frialdad y la sabiduría suficiente para tener una reacción así.

Con el transcurso de la narración Lisa deviene en arrogante y condescendiente, incluso más de lo que puede llegar a ser un adolescente. Un odio insondable hacia sus captores se apodera de ella, según la autora la emoción que necesita para poder planear, maquinar, escapar y buscar venganza. «Vas a sufrir, Ronald. Sí, ahora sé cómo te llamas, hijo de puta». Se hace complicado imaginar a una menor en semejante estado de enajenación. En el momento de proferir estas palabras sus ojos no son azules, sino rojos: rojo carmesí, rojo sangre, rojo ira...
En un intento por recrear una protagonista más agradable, Kirk pone en boca de Lisa palabras que revelan un cambio emocional en lo que respecta a su bebé, un bebé que en un primer momento fue consecuencia del «desafortunado embarazo de una adolescente de familia bien»: «Mi hijo no nacerá aquí. No vendrá al mundo en un sitio frío y húmedo. No me quitarán a mi hijo». En realidad es su amor por su hijo lo que alimenta la ira de Lisa y la impulsa a planear la muerte de sus captores con unos detalles enfermizos y de un mal gusto evidente.
El otro personaje «importante» de la novela, Roger Liu, un ex miembro del grupo de teatro de la Universidad de St. John en Queens reconvertido en agente especial del FBI, es una figura blanda y quejumbrosa: «Ojalá no hubiera obtenido una nota tan puñeteramente alta en los exámenes de ingreso o no hubiese heredado el lastre de una memoria excepcional...». Logró su empleo por el simple motivo de que necesitaba dinero para mantener a su novia de la universidad. Su pareja, Lola, es una marimacho estereotípica de mandíbula cuadrada que se pasa los días mascando tabaco y que se baña a diario en Old Spice, desprendiendo, mañana, tarde y noche, un olor que impregna cada centímetro cuadrado que pisa. Ambos personajes son tan planos como sugieren sus descripciones.
Tanto Lisa como el agente Liu cuentan su historia con una visión retrospectiva de diecisiete años, lo que produce una gran cantidad de voz pasiva en la narración. Por otro lado, Shannon Kirk retiene el nombre de uno de los personajes principales hasta bien entrada la novela. Durante los trece primeros capítulos tuve la certeza de que Lisa era Dorothy, porque el agente Liu se refiere en todo momento a la chica embarazada sin especificar detalle alguno de su identidad. Cuál no sería mi sorpresa cuando llego al convencimiento de que son dos las chicas en secuestro. «-¿Dorothy? ¿Quién es Dorothy?». Puedo aceptar un narrador poco fiable como mecanismo de la trama. Dos es algo ya excesivo.

Aunque «El método 15/33» viene avalada por el Premio National Indie Excellence no es fácil encontrar algo deslumbrante en ella. De hecho, la historia se vuelve menos realista con cada capítulo que pasa. ¿Cómo puede nadie en su sano juicio establecer como sede de su empresa un antiguo caserón en el que ha pasado 33 días secuestrado? Lo cierto es que no he encontrado ninguna razón para emocionarme por alguno de los personajes. Al final, la indiferencia se ha convertido en desacuerdo activo.
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