Con una lujosa
encuadernación en cartoné, las dimensiones adecuadas para que el producto luzca
bajo el concepto y la estética que Notorious pretende, edulcorado con una gran
profusión de fotografías de excelente calidad, a lo largo de cuatrocientas y
tantas páginas, el “Cine Negro” de Víctor Arribas, en sus dos volúmenes, es un
“lujo iconográfico” sobre el género, un deslumbrante viaje al noir que, como
comenta Eduardo Torres-Dulce en el prólogo del segundo volumen, “combina el
elixir de describir las vicisitudes de producción de la película con otra cosa
que es impagable en cualquier libro, la pasión”. No caigan, amigos lectores, en
el error de pensar que estamos ante una mera antología del género, el Cine
Negro de Víctor Arribas va más allá; es un libro noir, un relato que comienza
con la ambición incontrolable de Rico Bandello, el protagonista de la impagable
“Little Caesar” de Burnett y concluye con las imágenes de un sucio canal de
Tijuana, infectado por el tifus, al que se arroja Welles a las cinco de la
mañana al rodar la muerte de Quinlan en “Touch of Evil”, “Sed de mal” para
nosotros. Como dice German Areta en el prólogo del primer volumen, si Arribas
recabara mi opinión sobre su trabajo, nada más fácil, me encanta.
El éxito de la
novela negra durante los años 30 y la actualidad de los temas que trataba -con
los gánsteres convertidos en portada diaria de los periódicos-, hizo que los
productores de cine centraran sus miradas en este género. A ello contribuyeron
también algunos rasgos de estos relatos: diálogos rápidos, incisivos y
cortantes, narraciones fragmentadas y un retrato crítico de la sociedad
norteamericana. Así, aunque la primera tendencia en surgir dentro de la novela
negra fue la denominada “hard-boyled”, los primeros relatos que se llevaron al
cine pertenecen a la corriente “crook story” (historias de delincuentes).
Ya en los años
40, y a nivel literario, muchas de las historias prototípicas y gran parte de la
ambientación del cine negro derivaba de la escuela de ficción policiaca
harboiled, escuela que surgió en Estados Unidos durante la Gran Depresión. Black
Mask fue una publicación por entregas estadounidense creada por H. L. Meincke
en 1920, especializada en relatos turbios y amores efímeros, que acogió las
extraordinarias historias de los incipientes Hammett, Chandler, Spillane,
Woolrich, McCoy, Thompson, Cain, unos relatos que sirvieron de inspiración a un
género que acumulaba la misma vitalidad que el western o el melodrama y que
como estos iba a aceptar continuas renovaciones.
El Film Noir
-término acuñado por el realismo francés- contempla historias de engaños y
traiciones, de ansias y deseos ocultos, historias que reflejan el lado oculto del
ser humano. Los personajes de estos relatos son nihilistas, existenciales y
están condenados al fracaso. En toda historia negra el perdedor es impulsado
por la codicia, la lujuria, la envidia o la alienación, todo ello en una
espiral descendente que, inevitablemente, le absorbe y de la que no puede
escapar. Al no encontrar salida a su personal carretera al infierno, solo le
queda poner sus miras en una ciudad llamada Esperanza. Sin embargo, es su
propia falta de moralidad la que ciegamente lo lleva a la ruina. El abuso y el
homicidio, la perversión y depravación sexual, la ansiedad y la ambigüedad conforman
la existencia de una persona alienada. Con una visión fatalista, los individuos
de estas historias son presa de un mal endémico, en un sistema y en una
sociedad donde los valores de la democracia, la ley, el orden y la justicia se
han desmoronado. Las imágenes del noir están filmadas en claroscuro, son tenebrosas,
claustrofóbicas, nocturnas y lluviosas. Lang, Wilder, Bogart, Cagney, Grahame,
Tierney, Lupino, Lorre, MacMurray, Garfield, y tantos otros realizaron su
trabajo sin ningún deseo de inmortalidad, tomando como base la literatura
criminal o las páginas de sucesos y sin ser conscientes de estar contribuyendo
a una de las mayores aportaciones al arte cinematográfico que ha dado los
Estados Unidos, el Cine Negro con mayúsculas.
Arribas, en lo que denomina “el amanecer del
género” recoge las películas de gánsteres de los años 30, “Hampa Dorada”, “El
enemigo público”, “Scarface”, “20.000 años en Sing Sing” entre otras, y señala
el período comprendido entre 1941 y 1958 como el de irrupción, madurez y
epílogo del género. Considera como la primera manifestación del film noir como
estilo a “El halcón maltés” de John Huston con Humphrey Bogart y Mary Astor,
basada en la obra homónima de Dashiell Hammett. Y como canto de cisne del
género clásico, la última película realizada por Orson Welles en Estados
Unidos, “Touch of Evil” (Sed de mal), uno de los films más incomprendidos de la
historia del cine.
La temática y la estética del cine negro están
claramente vinculadas al expresionismo alemán de principios del siglo XX que
comprendía el teatro, la fotografía y la pintura hasta la escultura, la
arquitectura y, por supuesto, la cinematografía. Su florecimiento en Estados
Unidos se conjuntó con el exilio de muchos directores alemanes y europeos en
general que formaban parte del movimiento expresionista, tales como Fritz Lang,
Robert Siodmak y Michael Curtiz. Estos realizadores llevaron a Hollywood las nuevas
técnicas de iluminación y un nuevo modo de acercamiento a la puesta en escena
que pretendía ilustrar el estado psicológico de los personajes. Surgen así “El
halcón maltés”, “El último refugio”, “La mujer del cuadro”, “Laura”,
“Perdición”, “Que el cielo la juzgue”, “Forajidos”, “El cartero siempre llama
dos veces”, “Gilda”, “El sueño eterno”, “El extraño amor de Martha Ivess”, “La
dama de Shangai”, “La senda tenebrosa”, “Fuerza bruta”, “La ciudad desnuda”,
“Al rojo vivo”, “El demonio de las armas”, “La jungla de asfalto”, “Los
sobornados”, “Deseos humanos”, “Atraco perfecto” y tantas y tantas otras obras
maestras del cine y del arte en general. El noir, como lo llamaron los
franceses, es un cine de atmósfera, donde la trama es solo una escusa para
sostener el carácter de los personajes, un cine lleno de oscuridad y erotismo
en tiempos de censura, de réplicas punzantes y lecturas equívocas. Es sin duda
uno de los géneros más apasionantes para todo aquel que, como bien define José
Luis Garci, concibe el cine como una “vida de repuesto”.