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miércoles, 29 de diciembre de 2021

DAVID GOODIS, UN ESTILISTA CRIMINAL SUTIL Y ELEGANTE

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David Goodis llevaba tres años trabajando como guionista en Hollywood cuando de repente, en diciembre de 1945, tuvo su gran oportunidad. Vendió su historia “Dark Passage” a la Warner Brothers por 25.000 dólares. Al año siguiente, The Saturday Evening Post la serializó y posteriormente fue publicada como un libro. La película de 1947 dirigida por Delmer Davis y que reunió a Humphrey Bogard y Lauren Bacall resultó un éxito. Pero todo fue un espejismo, porque el éxito fue pasajero y pronto le dio la espalda a Goodis e hizo que su caída se convirtiera en todo un notición. Ya las primeras líneas de Dark Passage nos ponen en alerta sobre la visión pesimista del autor:

Fue un trance duro, Parry era inocente. Además, era de esa clase de tipos decentes que jamás molestan a la gente, y que desean vivir una vida tranquila. Pero había demasiado en favor de la parte fiscal, y de la suya prácticamente no había nada. El jurado decidió que era culpable. El juez lo sentenció a cadena perpetua y fue recluido en San Quintín.

El corto matrimonio de Goodis con Elaine Astor se vino abajo y la producción de sus guiones cayó en picado. La verdad es que en ningún momento Goodis fue considerado un escritor “serio” y, tal vez, ese sea el motivo por el cual un mal día de 1950, triste y melancólico, resolvió regresar a Filadelfia y, a sus 33 años  guarnecido de sus oscuridades y aversiones, recluirse en casa de sus padres, generando novelas brillantes a la vez que sombrías, atormentando a amigos y familiares con su acibarado humor, y dedicando gran parte de su tiempo al cuidado de un hermano con padecimientos mentales. Fue, paradójicamente, en ese  entorno rural donde, durante los siguientes siete años, Goodis dio a la luz las novelas que definen su estilo.

La vida de Goodis es fiel reflejo de la de sus personajes. En las 17 novelas que escribió, el tema predominante es el infortunio, la mala suerte, el desamparo y la tristeza. La imagen del personaje central de Goodis es el de un hombre herido, pesimista, sin fuerzas, un hombre derrotado que siente que nunca alcanzará su objetivo, un ser que se mueve en un mundo sin salida rodeado por un paisaje que rebosa de cielos oscuros, vientos helados, nieve, callejones estrechos y calor empalagoso. Sus héroes no son hijos de un dios y una diosa, están marcados  desde su nacimiento y a los que nada ni nadie pueden derivar del curso de sus destinos. Destino que en ningún momento ve la luz. Destino sinónimo de muerte, desolación, envilecimiento, pecado, incapacidad, fracaso y dolor.

Si algo hay que destacar en la producción de Goodis es la frescura de su narrativa, la penetración psicológica de sus personajes, el dominio del diálogo, de la trama y de los ambientes. También es justo reseñar esa atmósfera peculiarmente intensa, sus arrebatos de elocuencia y su sentido trágico de la vida. Sus mejores libros disfrutan de una poesía única de soledad y miedo. Así que, no todo es desesperanza en Goodis, su literatura está dotada de un estilo preciso, un estilo que rechaza las metáforas, un estilo que desdeña toda retórica, que siempre opta por la frase corta. Un estilo, al fin, sutil y elegante.

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sábado, 25 de diciembre de 2021

"LA CAMARERA" O EL SANTO GRIAL

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El Santo Grial para los fanáticos de la ficción criminal, así fue considerado allá por 2013 el descubrimiento de “The Coctail Waitress” –La camarera, en español-, la novela póstuma de James M. Cain. 

“La camarera” nos habla de una hermosa viuda joven que acepta un trabajo en un bar de cócteles después de la muerte de su esposo en extrañas circunstancias. Fue esta la última novela escrita por Cain antes de su muerte en 1977, novela que nunca llegó a publicarse en vida del escritor. Charles Ardai, el fundador de la editorial estadounidense Hard Case Crime fue alertado de la existencia de la obra y se pasó nueve años rastreando el manuscrito original y asegurando los derechos de la novela. 

Autor de novelas policiales clásicas como “Mildred Pierce” y “Double Indemnity”, Cain está considerado hoy en día -junto con Dashiell Hammett y Raimond Chandler- como uno de los tres mejores escritores de ficción criminal que haya existido jamás. El hallazgo, pues, de “La camarera” es algo así como el descubrimiento de “el Santo Grial”  para los fanáticos del crimen, según palabras del propio Ardai.

Tras el fallecimiento de su marido Ron en un extraño accidente automovilístico la joven y hermosa viuda Joan Medford se ve obligada a aceptar un empleo como camarera en Garden of Roses  sirviendo copas. Necesita dinero para pagar deudas y recuperar a su hijo Tad, de tres años, que vive con la obsesiva y perversa cuñada Ethel. Su trabajo le permite conocer a dos hombres: uno, Tom, joven, apuesto y soñador y otro, Earl, anciano y rico, que le da grandes propinas y le hace una inusual oferta de matrimonio.

El uso de la narración en primera persona no era el plan inicial del autor y su empleo constituye un acierto y a la vez una trampa. Como ocurre con los todos los grandes narradores en primera persona de la historia de la literatura se establece un pacto con el lector y, así, nos creemos todo lo que Joan -que es quien cuenta la historia- dice. En determinado momento esta se cuestiona: ¿Por qué estoy haciendo esto? Y ella misma se responde... con la esperanza de borrar mi nombre de los cargos realizados en mi contra, cargos que pasan por ser una mujer fatal que conoce formas hábiles de matar a un marido, formas que no se pueden probar.

Unos meses antes de morir, James M. Cain declaró que estaba trabajando en lo que consideraba una historia bastante buena y animada. “En un principio cometí un error pensando que el pequeño de tres años era la motivación de Joan para, confabulada con su cuñada, despachar a su marido. Fue un error. Ellos, Joan y Ron, no son los verdaderos amantes de la historia. Los verdaderos amantes son Joan y el hombre que un día entró en el bar de cocteles y del que ella se enamoró. Cometí el error de considerarlo un medio para conseguir un fin, el fin de conseguir un hogar para el niño. Así que solo procede rehacer la historia.

Lo de “solo” es un decir porque Hard Case Crime declaró que las notas escritas a mano que aparecen en los márgenes de numerosas páginas del manuscrito son la prueba fehaciente que Cain estuvo trabajando en la revisión de la novela hasta el final de sus días. Ardai señaló a New York Times en 2013 que estaba tratando de conciliar las diferentes versiones del trabajo dejado por Cain e intentando descifrar algunas notas. “Cain no era médico pero escribía como tal”. Lo cierto es que "La camarera" permaneció en el baúl de los recuerdos veinte y tantos años y que hoy, afortunadamente, tenemos la suerte de disfrutarla. 

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viernes, 24 de diciembre de 2021

MAJ SJOWALL, LA MADRINA DEL NORDIC NOIR

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Hace año y medio, el 29 de abril de 1920, fallecía en Landskrona (Suecia) a los 84 años de edad, Maj Sjowall, pionera de la novela negra nórdica. Con su compañero Per Wahlöö, la señora Sjowall escribió diez novelas protagonizadas por Martin Beck, un detective reservado e informal. La causa de su muerte fue una enfermedad pulmonar. Sjowall pasó sus últimos años en Venn, una pequeña isla frente a la costa suroeste de Suecia.

Allá por 1965 la pareja Wahlöö-Sjowall publicó su primera novela, “Roseanna”, una aventura que centra sus esfuerzos en la resolución de la muerte por estrangulamiento de una joven turista y donde dieron a conocer a Martin Beck, un detective de homicidios tenaz y melancólico que labora en Estocolmo. Sobre Martin Beck, Sjowall llegó a declarar que “no es una persona heroica, es una especie de James Steward, un buen tipo que intenta hacer su trabajo”.

En prosa escueta y ágil la pareja escribió nueve libros más sobre el personaje, incluido “El policía que ríe”, que en 1971 se hizo acreedor al premio Edgar a la mejor novela de misterio y que posteriormente fue llevada al cine, con Walter Matthau en el papel de Beck.

Wahloo, Per Wahlöö, murió poco antes de que se publicara la décima aventura de Beck, “Los terroristas” en 1975 y la Sra. Sjowall nunca volvió a dar vida al personaje.

Wahlöö y Sjowall ayudaron a conceptualizar la ficción criminal, aportando el carácter irregular, cortante y empático de su personaje. Una celebrada aportación al paraíso de sabuesos literarios donde cohabitan entre otros Marlowe, Spade y Hammer.

La influencia de Wahlöö y Sjowall en los escritores escandinavos de misterio posteriores es evidente. Entre ellos en Hennig Mankel y Jo Nesbo. Este último, en la introducción a una edición inglesa de 2009 de la tercera aventura de Beck “El hombre del balcón”, postuló que “Sjowall y Wahlöö tienen hombros para  sostener a todos los escritores escandinavos de crímenes de hoy. Y todos estamos allí.”

Maj Sjowall nació 25 de septiembre de 1935 en Estocolmo y se crio en el último piso de uno de los hoteles que administraba su padre. Fue madre soltera a los 21 años, su novio la abandonó antes de que naciera su hija Lena Sjowall. Luego se casó y se divorció de dos hombres mayores, hasta que conoció a Wahlöö, un periodista y novelista de izquierdas, allá por el 62.

La Sra, Sjowall fue directora de arte de una revista y los dos, Walöö y Sjowall, trabajaron para diferentes publicaciones propiedad del mismo editor. “Queríamos mostrar hacia donde se dirigía Suecia, hacia una sociedad capitalista, fría e inhumana, donde los ricos cada vez lo eran más a la vez que los pobres se volvían cada vez más desdichados”.

Después de la muerte de Wahlöö (ambos nunca se casaron), la producción literaria de Sjowall frenó en seco. Llegó a colaborar con Tomas Ross, un escritor holandés, en la elaboración de “La mujer que se parecía a Greta Garbo” y tradujo al sueco alguna de las novelas del detective Spenser de Robert B. Parker.

El útimo libro de Martin Beck, “Los terroristas”, se publicó hace 46 años y Sjowall nunca dejó de sorprenderse que sus historias siempre estuvieran presentes en la memoria de sus lectores. “Nunca pensé que los libros durarían toda mi vida”.    

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martes, 21 de diciembre de 2021

CHESTER HIMES, SIMPLEMENTE POR AMOR A IMABELLE

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CHESTER HIMES, EL ESCRITOR NEGRO DE NOVELA NEGRA

La escritora Ana Ballabriga nos habla en este vídeo de Himes, de Chester Himes, el escritor americano que fue condenado a veinte años de cárcel cuando apenas contaba 19 abriles y cuya vida estuvo marcada por la cuestión racial. Himes desarrolló diversos oficios hasta que en 1945 llegó a publicar su primera novela, “Si grita déjalo ir”, con la que consiguió un cierto renombre social y que le sirvió para convencerse de que lo suyo era la escritura. Huyendo del racismo pasó largas temporadas en Europa, hasta el punto que allá por 1956 decidió establecerse en París.

Sus mejores libros son aquellos que sitúa en Harlem, libros que le llevaron a postularse como uno de los grandes de la novela negra, heredero de Chandler y Hammett. Murió en Morerira, en Alicante, a donde había llegado en busca de un clima propicio a su salud.

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POR AMOR A IMABELLE
(Chester Himes)
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lunes, 20 de diciembre de 2021

LA DAMA DE CACHEMIRA (Francisco González Ledesma)

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Méndez, el policía más señalado de los bajos fondos de la novela negra española, peregrina las calles de Barcelona a la búsqueda de una silla de ruedas, artilugio este que utiliza un salvaje asesino para engañar a sus víctimas. El primer inmolado de este innoble y falaz personaje es Paquito Balmes, representante de bisutería él, un individuo poco propenso al trabajo y que no mantiene buenas relaciones con el dinero. ¡A saber que vio el criminal para poner sus ojos en semejante pieza! Lo cierto es que una noche de mal fario, oscura y sombría, Balmes se da de bruces con la silla de ruedas. Sí, exacto, con la del asesino. Quieta en la acera y con el sujeto encima esperando que alguien le ayude. ¿Le ayude a qué, se preguntarán ustedes? Pues muy sencillo... pero será mejor que sea el propio Paquito quien cuestione al personaje:  

- ¿Qué hace usted aquí? ¿Le pasa algo?
- Si usted pudiera ayudarme a cruzar la calle por si a la mitad el semáforo se pone en rojo… 

Paquito, cual discípulo aventajado de San Juan de Dios, y a indicaciones del carnicero, empuja la silla de ruedas hacia un sombrío callejón y entonces sucede todo, entonces el tajo brutal del asesino se lleva por delante el cuello inmaculado del bisutero. Así comienza una historia que conjuga desaliento con grandes dosis de humor, un relato incisivo, sarcástico y tierno a la vez. 

Un relato que discurre en el Pueblo Seco barcelonés, en el viejo barrio del Paralelo, en la zona de El Molino. El Paralelo…”esa avenida tan grande con sus tiendas tan pequeñas, los estancos para gente pobre donde solo se expendió un Montecristo una vez, los quioscos tronados que parecen hechos para vender no el periódico de hoy, sino el de ayer, las corseterías para mujeres antiguas casadas a perpetuidad y las perfumerías para niñas modernas casadas a prueba” Es ahí donde un casero se devana los sesos pensando como aligerar los trámites para sacar de su propiedad un bulto que un día fue humano, pero que ahora es sencillamente un residuo municipal, y conseguir así la vacuidad, disponibilidad y pertinente transformabilidad de la propiedad, donde un asesino cabalga una silla de ruedas y monta una tramoya que hace pensar en todo menos en un crimen por encargo, donde una viuda maltratada por la vida pasa sus ratos acompañada por un gato siamés obsesionado por ocupar en la cama el sitio vacío que ha dejado el difunto marido, donde unos homosexuales maduros, enamorados como adolescentes, se juran un amor hecho de tardes de colegio y de calles compartidas y donde una mujer que fantasea con viajar se fabrica un mundo de sueños a su medida para hablar de él y dormir con él.  

Una trama original con un título evocador y unos personajes bien definidos, así es como Francisco González Ledesma consigue una obra redonda, una obra que allá por 1986 se hizo acreedora del Premio Mystère a la mejor novela negra, prueba irrefutable de que, aunque hayan pasado treinta y cinco años, el tiempo no ha hecho mella en esta maravilla. Porque las novelas de verdad nunca envejecen. 

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