RAYMOND CHANDLER 23/06/1888 Chicago (Illinois) 26/03/1959 La Jolla, San Diego(California) |
A los 44 años Raymond Chandler es despedido de su trabajo acusado de coqueteos con la bebida, al tiempo que de devaneos con sus secretarias. Ante esta tesitura su disposición de ánimo se inclina hacia la literatura. Comienza a escribir narraciones policíacas en la línea de de las que ya por entonces publica Dashiell Hammett. En diciembre de 1933 le es aceptado su primer cuento en Black Mask, la más popular de las revistas pulp de la época. A lo largo de su vida su narrativa breve alcanza la cantidad de veintitrés relatos, publicados todos ellos en revistas especializadas en el género.
Cuando en 1939 Chandler publica su primera novela, "El sueño eterno", vuelve a usar parte del material que ha producido su narrativa breve. La utilización de este material le molesta sobremanera. Una buena parte de esta novela retoma retazos de "Un asesino en la lluvia" (Black Mask, enero de 1935) y "El telón" (Black Mask, septiembre de 1936). En ambas narraciones coexiste un padre ya mayor con una hija rica e irresponsable. Uno y otro degeneran en la figura del general Sternwood, a la vez que Carmen Dravec y la señora O´Mara adoptan la personalidad de las hijas de éste.
Su segunda novela, "Adiós muñeca" (1940), se apoya en "El hombre al que le gustaban los perros" (1936), "Prueba con la chica" (1937) y "El jade del mandarín" (1937). "La dama del lago" (1943), su cuarta novela, está basada en "Los blues de Bay City" (1938) y "No hay crímenes en las montañas" (1941).
Cada uno de los relatos breves de Raymond Chandler ejerce de boceto para sus novelas, en las que experimenta procedimientos descriptivos que giran en torno a la figura del narrador, que de anónimo deriva en Ted Carmady, John Dalmer, John Evans, para terminar degenerando en Philip Marlowe. Es más, las tres novelas citadas no sólo descansan en los cuentos señalados, sino que aglutinan varios personajes en uno, confunden capítulos enteros de diferentes fábulas, hasta alcanzar un resultado que es la suma de varios relatos con unos pocos ingredientes nuevos.
Como hemos denotado, las novelas de Raymond Chandler guardan un parentesco evidente con su narrativa breve; es en ésta donde gesta el escritor su inteligente manera de concebir los diálogos, y lo que es más importante aún, donde se manifiesta la figura de Marlowe, como elemento aglutinador de todo su obra posterior. Este personaje, sin quizás el máximo atractivo de sus novelas, se encuentra en sus cuentos en estado embrionario.
Cuando en 1939 Chandler publica su primera novela, "El sueño eterno", vuelve a usar parte del material que ha producido su narrativa breve. La utilización de este material le molesta sobremanera. Una buena parte de esta novela retoma retazos de "Un asesino en la lluvia" (Black Mask, enero de 1935) y "El telón" (Black Mask, septiembre de 1936). En ambas narraciones coexiste un padre ya mayor con una hija rica e irresponsable. Uno y otro degeneran en la figura del general Sternwood, a la vez que Carmen Dravec y la señora O´Mara adoptan la personalidad de las hijas de éste.
Su segunda novela, "Adiós muñeca" (1940), se apoya en "El hombre al que le gustaban los perros" (1936), "Prueba con la chica" (1937) y "El jade del mandarín" (1937). "La dama del lago" (1943), su cuarta novela, está basada en "Los blues de Bay City" (1938) y "No hay crímenes en las montañas" (1941).
Cada uno de los relatos breves de Raymond Chandler ejerce de boceto para sus novelas, en las que experimenta procedimientos descriptivos que giran en torno a la figura del narrador, que de anónimo deriva en Ted Carmady, John Dalmer, John Evans, para terminar degenerando en Philip Marlowe. Es más, las tres novelas citadas no sólo descansan en los cuentos señalados, sino que aglutinan varios personajes en uno, confunden capítulos enteros de diferentes fábulas, hasta alcanzar un resultado que es la suma de varios relatos con unos pocos ingredientes nuevos.
Como hemos denotado, las novelas de Raymond Chandler guardan un parentesco evidente con su narrativa breve; es en ésta donde gesta el escritor su inteligente manera de concebir los diálogos, y lo que es más importante aún, donde se manifiesta la figura de Marlowe, como elemento aglutinador de todo su obra posterior. Este personaje, sin quizás el máximo atractivo de sus novelas, se encuentra en sus cuentos en estado embrionario.
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