EL HOMBRE SONRIENTE (Mannen som log) Henning Mankell TRADUCCIÓN: Carmen Montes Cano TUSQUETS, Febrero 2014 |
"El doctor tiene un humor macabro"
Discurre el año 1993 y Suecia se encuentra inmersa en notables cambios sociales, tecnológicos y laborales. El país empieza a transformar su fisonomía lentamente, sin hacerse notar apenas. Sin embargo todo es completamente evidente y predecible para quien quiera abrir los ojos. En el trabajo diario, incluso en una ciudad tan pequeña e insignificante como Ystad, se percibe la diferencia. En el campo de la delincuencia los malhechores aumentan en número y cambian de naturaleza, se vuelven más brutales y complejos. Se generan de forma regular entre personas que antes han sido impecables.
En “El hombre sonriente” nos tropezamos a un Kurt Wallander sumido en una depresión de caballo tras haber disparado a un matón en el desarrollo de sus competencias policiales, hecho que le obliga a permanecer alejado de su trabajo durante un año. Olvidado en una playa solitaria, en la zona costera de Skagen, atormentado por sus cavilaciones y sus dudas, y con la firme determinación de abandonar definitivamente el cuerpo policial, recibe la visita de Sten Torstensson, abogado y, a la vez, amigo. La presunción de éste, de que algo turbio se esconde detrás de la muerte de su padre, Gustaf Torstensson, asimismo abogado, acaecida en accidente de tráfico hace pocos días, no es motivo para que Wallander abandone su posición de aislamiento.
A
las diez menos siete minutos de una nublada noche de octubre, de regreso a
Ystad, donde tiene su residencia, el abogado Gustaf Torstensson vislumbra una
silla en medio de la carretera. Sobre ella reposa un maniquí del tamaño de una persona. Fuera ya
del coche, Torstensson es alcanzado por un fuerte golpe en la nuca. Antes de
caer sobre el húmedo asfalto, ya está muerto.
Cuando
Wallander regresa a Ystad para firmar la dimisión recibe, con considerable desasosiego,
la noticia de que Sten Torstensson ha sido asesinado a tiros en su despacho. Wallander
ha estado padeciendo durante un año un tormento indecible, en busca de la
verdad sobre sí mismo y su futuro. Su decisión de abandonar la policía ha sido
madurada de forma paulatina y firme durante ese penoso e interminable período de
tiempo. Pero, con sólo abrir un periódico, todo ha cambiado de nuevo.
Cada
aventura de la serie Wallander aborda un tema de interés internacional. “El
hombre sonriente” se preocupa de la delincuencia económica y el tráfico de
órganos humanos. A través de sus páginas Mankell nos conduce por un laberinto
de empresas solapadas que sirven de pantalla para la realización de todo tipo
de fechorías. Un poderoso hombre de negocios, Alfred Harderberg, dueño de un
imperio financiero de ámbito internacional, poseedor de una constante y
personal sonrisa, con una reputación en el espacio local y ecuménico fuera de
mácula alguna, se revela como un personaje capaz de todo, incluso del asesinato,
con tal de alcanzar cotas de poder jamás soñadas. Sin evasivas, giros y ambages,
con un lenguaje natural y sobrio, Mankell nos transporta en “El hombre
sonriente” al mundo personal, inalienable y turbador de Kurt Wallander.
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