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HIJO DE LA IRA (Child of Rage) Jim Thompson TRADUCCIÓN: Teresa Montaner Soro RBA EDITORES |
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«Madre blanca, hijo negro» (White Mother,
Black Son) fue el título provisional de una novela de Thompson, que se
publicaría en 1972 como «Hijo de la ira», y que está centrada en la iracunda
progenie de una pareja interracial. Allen Smith es un claro ejemplo de los
hijos autoproclamados prodigio, hijos que ambicionan subvertir el lugar de su
padre tanto en la vida como en la cama de su madre, y que avanzan dando tumbos
por los libros de Thompson, alternando entre lamerse las heridas y hurgar en
ellas.
«Hijo de la ira» cuenta una relación
madre-hijo más cruda aún que la que Thompson recreó en «Los timadores». Allen
Smith, el orgulloso hijo negro de pelo rizado de una mujer blanca, se declara a
sí mismo «999 milésimas, 24 quilates, 180 grados, cien por cien puro hijo de
perra sin adulterar. El único en la historia de la ficción de la que la vida es
una copia». Parábola ofensiva ésta, aunque caricaturesca, de las ansiedades
raciales y sexuales de Thompson, que lo llevan a insinuar lo más personal en
sus más viles creaciones. La novela está ambientada en Astoria, Queens, junto
al río Este, en el complejo de apartamentos en que residió el escritor a mediados de los años cincuenta.
Con Allen Smith, Thompson añadió el tema de
la raza a su patentada receta del psicópata burlón: madre dominante, padre
ausente, incesto, abusos, impotencia y delirios de grandeza, que llevan al
personaje a creerse Dios y el diablo a un tiempo. Durante el primer día en su
nuevo instituto, Allen es interpelado por su profesora de matemáticas sobre si
ya ha estudiado geometría sencilla: «-¿Sencilla, seño´ita? –me rasqué la
cabeza, soltando una enorme carcajada de negro-. ¡A mí desde luego no me
pareció sencilla pa ná, seño´ita! ¡Me pareció complicá de na-riii-ces!». Las
gamberradas de Allen tienden a combinar su superioridad intelectual con la
grosería física; un vulgar arte del humor descargado en un estallido de odio.
Los atropellos de Allen rozan el arte de lo
burlesco. Así, consigue colarle una droga hipnótica a su psiquiatra para, a
continuación, pintarle el pene con tinta indeleble verde. Al director del
instituto, el señor Velie, se la tiene jurada desde el primer día. Para llevar
a cabo sus fines vengativos engaña a los miembros del Club de Estudiantes
Negros para que afirmen haber visto a Velie insinuándose ante Allen en el
servicio de caballeros. El rector de la universidad y el director del instituto
son las principales víctimas de su odio. A continuación, como no podía ser de
otra forma, Allen lo niega todo. Sin embargo, la mayor atrocidad salida de su
mente perturbada, le lleva a invitar al apartamento de lujo de su madre a dos
compañeros de clase, Lizbeth y Steve Hadley, negros como él e hijos de un
médico. Allí los emborracha con vodka y convence a Lizbeth para que se deje
afeitar la vulva; tres cuchillas le llevó conseguirlo. «Sólo las negras van por
el mundo con semejante felpudo», le llega a decir. A continuación recrea un
absurdo emparejamiento entre ambos hermanos. «Lizbeth salió bailando desnuda
como un pájaro recién nacido. No estaba exactamente borracha, sólo lo
suficientemente insensibilizada para desdibujar los límites de sus
inhibiciones. Mientras Steve la miraba con la boca abierta, ella brincaba y
giraba vertiginosamente por todo el cuarto, señalándose la entrepierna y
canturreando: -Pito, pito, gorgorito, ni un pelito en el chochito...». La
historia degeneró en una aventura sexual entre ambos hermanos que terminó con
la cama de Allen por los suelos. «Para cuando Liz se hubo acomodado sobre la
cama, con la cabeza entre las almohadas, las rodillas separadas y el trasero
bien alzado, Steve ya estaba desnudo, encaramado y dentro».
Thompson subraya dos motivos evidentes para
el odio de Allen. Uno, es la herencia de la esclavitud que Allen ha
interpretado como un odio racial hacia sí mismo, no en vano sus travesuras más
crueles van destinadas a humillar a otros negros. El otro, es su madre
prostituta que desde que Allen era un bebé le ha hecho un hueco en su cama,
donde se excita rozándose contra su cuerpo y negándole a él cualquier tipo de
placer. «Podrás entender lo ingrato que resulta para una mujer blanca dar a luz
a un hijo negro. ¡Yo atada a un puto negrito de pelo lanudo! Lo siento... no
pretendía ofender. Pero odié a ese bastardo negro desde la primera vez que le
puse los ojos encima. ¡Y puedes creer que le hice pagar por lo que me había
hecho! Por supuesto, lo alimenté; me aseguraba de que tuviera su biberón
siempre que quería, pero le obligaba a lactar entre mis piernas. Me o echaba
hacia atrás para que me rozara el clítoris. Y de todos modos, ¿por qué diablos
no? Me sentaba bien y a él no le perjudicaba en lo más mínimo. El mocoso era
demasiado pequeño entonces para acordarse...»
La pregunta es: ¿Es Allen, a pesar de toda su
obscenidad, más corrupto o racista que las voces que lo rodean? ¿Su madre? ¿El
director del instituto que seduce a un estudiante negro? ¿El psiquiatra que
desestima toda relación con el abuso infantil y le incita a recurrir a la
homosexualidad? ¿Acaso Allen no se ha limitado a escenificar los deseos ocultos
de Lizbeth y Steve? Si hay algo que justifique su odio es su pesar. «El bien y
el mal estaban tan entrelazados en mi mente que resultaban inidentificables,
así que tuve que crear mis propios conceptos paralelos.»
Como es de suponer, esta escatológica crónica
de un joven negro no fue fácil de publicar. El editor de Thompson, Gold Medal,
palideció al leerla y renunció a seguir trabajando con él. Arnold Hano, su
editor informal, comentaría a finales de los sesenta: «Jim me enseñó sus
últimas novelas. Cada vez eran más burdas; cada vez tenían más lenguaje
ordinario, menos humor y menos paliativos para los aspectos más brutales de sus
historias. Creo que fue el resultado de Hollywood, la bebida, la edad y una
disminución general de su creatividad.» Lancer Books, una editorial de Nueva
York que vendía de todo, publicó «Hijo de la ira» en 1972. Dedicada al cineasta
francés Pierre Rissient, «Hijo de la ira» fue la última novela de Thompson.
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