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EL MÉTODO 15/33 (Method 15/33) Shannon Kirk TRADUCCIÓN: María José Díez EDICIONES B, S. A. |
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En esta angustiosa primera novela de Shannon Kirk
una víctima de secuestro, Lisa Yyland, de dieciséis años y embarazada, trama
meticulosamente su fuga. Aunque está encerrada en una habitación escasamente
amueblada, en un tercer piso de lo que ella cree una casa de campo, la
narradora confía ciegamente en su liberación. Sus visitantes esporádicos
incluyen un Médico y una pareja, a la que ella llama Matrimonio Obvio, una
pareja adinerada que anhela un bebé rubio de ojos azules y que está dispuesta a
pagarlo bien, independientemente de las posibles consecuencias que ello le acarree. Con lo que no cuenta este matrimonio
postulante de lo ajeno es con que su víctima, Lisa, desea aún más que ellos a
ese adolescente que está por llegar. Lisa es astuta y ha aprendido a
desenvolverse en el mundo en lugar de tratar de conquistarlo. Posee un instinto
maternal feroz, instinto que se convierte en el principio rector de todos sus
esfuerzos por sobrevivir y escapar de su cautiverio.
Lisa ha sido bendecida por la genética con
una mente prodigiosa y calculadora y se ha criado en un hogar que la ha dotado
de todo lo que necesita para lograr su objetivo. Pero, es humana. Su embarazo,
su edad y, consecuentemente, un cerebro aún en desarrollo, disminuyen su
capacidad para planear hasta el último detalle de su fuga. A fin de cuentas
estos son inconvenientes humanos y poco efectivos. Pero Lisa sabe cómo sustituirlos
por un plan organizado de manera casi científica en el que nada queda librado
al azar y no tiene reparos en recurrir a cualquier medio que la lleve a
encontrar la libertad.
Mientras esto sucede, el agente especial del
FBI Roger Liu, un mestizo neoyorkino de ascendencia vietnamita, investiga el
caso de la desaparición de Dorothy Salucci, otra adolescente embarazada a quien
han raptado cerca de su instituto. Liu no trabaja solo, tiene una compañera a
la que llama Lola para proteger su identidad por razones que nunca han quedado
nada claras. Sus métodos, los métodos de Liu y Lola, son tan poco usuales y ortodoxos como el de Lisa para huir
de sus captores. Con pocos recursos y sometidos a la obligatoriedad de tener
que hacer uso de su propio ingenio, lo que llevan a cabo sorprenderá a los
lectores.
Lisa Yland es una rareza neurológica. Su lóbulo
frontal, el área del cerebro responsable del razonamiento y la planificación,
se encuentra más desarrollado de lo normal y como consecuencia de ello nos
encontramos ante un genio, un genio que puede activar y desactivar sus
dictámenes emocionales a su antojo. Incluso en momentos de crisis extrema, Lisa
es capaz de responder con reacciones lineales y con una aparente incapacidad
para sentir miedo. No es una sociópata pero... Shannon Kirk ilustra este rasgo
del carácter de Lisa con el breve relato de su reacción siendo aún una niña
ante el ataque de un hombre armado. Con una frialdad espasmódica, Lisa estudia
su histerismo, sus manchas de sudor, sus marcas de viruela, sus pupilas
dilatadas, los frenéticos movimientos de sus ojos, las señales de pinchazos en
sus brazos y, simplemente grita «¡Ataque aéreo!», lo que motiva que el tirador
suelte el arma, caiga al suelo, y se encoja en un charco de su propia orina. No
es fácil compartir la idea de una niña de seis años, incluso un prodigio, que
posea la frialdad y la sabiduría suficiente para tener una reacción así.
Con el transcurso de la narración Lisa deviene en
arrogante y condescendiente, incluso más de lo que puede llegar a ser un
adolescente. Un odio insondable hacia sus captores se apodera de ella, según la
autora la emoción que necesita para poder planear, maquinar, escapar y buscar
venganza. «Vas a sufrir, Ronald. Sí, ahora sé cómo te llamas, hijo de puta». Se
hace complicado imaginar a una menor en semejante estado de enajenación. En el
momento de proferir estas palabras sus ojos no son azules, sino rojos: rojo
carmesí, rojo sangre, rojo ira...
En un intento por recrear una protagonista
más agradable, Kirk pone en boca de Lisa palabras que revelan un cambio
emocional en lo que respecta a su bebé, un bebé que en un primer momento fue consecuencia del «desafortunado embarazo de
una adolescente de familia bien»: «Mi hijo no nacerá aquí. No vendrá al mundo
en un sitio frío y húmedo. No me quitarán a mi hijo». En realidad es su amor
por su hijo lo que alimenta la ira de Lisa y la impulsa a planear la muerte de
sus captores con unos detalles enfermizos y de un mal gusto evidente.
El otro personaje «importante» de la
novela, Roger Liu, un ex miembro del
grupo de teatro de la Universidad de St. John en Queens reconvertido en agente
especial del FBI, es una figura blanda y quejumbrosa: «Ojalá no hubiera
obtenido una nota tan puñeteramente alta en los exámenes de ingreso o no
hubiese heredado el lastre de una memoria excepcional...». Logró su empleo por
el simple motivo de que necesitaba dinero para mantener a su novia de la
universidad. Su pareja, Lola, es una marimacho estereotípica de mandíbula
cuadrada que se pasa los días mascando tabaco y que se baña a diario en Old
Spice, desprendiendo, mañana, tarde y noche, un olor que impregna cada
centímetro cuadrado que pisa. Ambos personajes son tan planos como sugieren sus
descripciones.
Tanto Lisa como el agente Liu cuentan
su historia con una visión retrospectiva
de diecisiete años, lo que produce una gran cantidad de voz pasiva en la
narración. Por otro lado, Shannon Kirk retiene el nombre de uno de los
personajes principales hasta bien entrada la novela. Durante los trece primeros
capítulos tuve la certeza de que Lisa era Dorothy, porque el agente Liu se
refiere en todo momento a la chica embarazada sin especificar detalle alguno de
su identidad. Cuál no sería mi sorpresa cuando llego al convencimiento de que
son dos las chicas en secuestro. «-¿Dorothy? ¿Quién es Dorothy?». Puedo aceptar
un narrador poco fiable como mecanismo de la trama. Dos es algo ya excesivo.
Aunque «El método 15/33» viene
avalada por el Premio National Indie Excellence no es fácil encontrar algo deslumbrante
en ella. De hecho, la historia se vuelve menos realista con cada capítulo que
pasa. ¿Cómo puede nadie en su sano juicio establecer como sede de su empresa un
antiguo caserón en el que ha pasado 33 días secuestrado? Lo cierto es que no he
encontrado ninguna razón para emocionarme por alguno de los personajes. Al
final, la indiferencia se ha convertido en desacuerdo activo.
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