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FAITHFUL PLACE (Faithful Place) Tana French TRADUCCIÓN: Eduardo Iriarte RBA Libros, S. A. |
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Tana French se dio a conocer en esto del noir a los 20
años en su impresionante debut en 2007 con El silencio del bosque (In the
Woods) donde contó la historia del detective Rob Ryan cuyos dos mejores amigos
desaparecieron siendo niños mientras jugaban, precisamente, en el bosque. Dos
décadas después aquella aventura se complementó con la aparición de un chaval
asesinado en el mismo escenario, hecho este que llevó a Ryan a enfrentarse con
su pasado.
Faithful Place es su tercera novela y Tana French lo
vuelve a hacer, pero esta vez la historia es aún más espeluznante. El policía
dublinés Frank Mackey es convocado por su familia porque un tipo anda detrás de
comprar tres viviendas en Faithful Place. Bueno, la historia no es tan sencilla
como eso. Lo cierto es que un elemento decidió venderlas y antes de hacerlo
encargó a unos albañiles que retiraran las chimeneas, las molduras y todo
aquello que tuviera un mínimo de valor con el objeto de obtener unas pírricas ganancias.
Y ahí surgió el problema. Detrás de la chimenea del salón de la número 16
apareció una maleta. La maleta, para ser exactos. La maleta de Rosie Daly. La
maleta con la que salió de su casa aquella aciaga noche. La maleta que no debió
haberse encontrado nunca. ¿Qué quién es Rosie Daly?...
Desesperado por escapar de un padre alcohólico y
abusivo y de una madre manipuladora, Frank no desaprovecha la oportunidad y
huye solo. Veinte años más tarde recibe una llamada de su hermana Jackie, el único miembro de su familia con
quien aún se habla, en la que esta le comunica el hallazgo de la maleta de
Rosie y dentro de ella los boletos que pretendían utilizar para su traslado a
Londres. De repente todo lo que se daba por hecho en los últimos veinte años se
pone en duda.
Frank es hoy detective del Grupo de Operaciones
Encubiertas de Dublín, algo que a su familia le ha costado asimilar. Se
encuentra separado de la que fue su esposa, Olivia Holly, una rubia
despampanante a quien conoció al año de su llegada a Londres y con quien
comparte una hija, Holly. La relación entre ambos cónyuges es ambigua. Frank
aspira a una reconciliación, ella no lo tiene tan claro. «Es posible que le
diera las buenas noches, no lo recuerdo. Mientras iba hacia el coche la notaba
a mi lado, sentía su calor, como una luz blanca y clara brillando en el
invernadero en penumbra. Fue lo único que me dio fuerzas para llegar a casa.» Según
Tana French, Faithful Place «es también un libro de amor, sobre las diversas
formas de amar, de amor romántico, de pareja, de padres a hijos, y es que el
amor es una de las formas de salvar al ser humano. Amar te salva de ser cruel y
violento, de destruirte.»
La oscuridad, la tragedia y el peligro planean sobre las
páginas de esta novela. Durante el velatorio de su hermano Kevin, muerto
desnucado al caer de la ventana de uno de los cuartos traseros del segundo piso del 16 de Faithful Place, Frank,
imbuido en una atmósfera saturada de alcohol, humo y sudor y acompañado por
los cantos de los dolientes, se da
cuenta que el asesino está presente. «Paseé la mirada por la habitación y
pensé: Es alguien que está aquí. No se lo habría perdido.» En otra ocasión y,
tras dar un beso de buenas noches a su hija, siente que el peligro «parpadea
como un rayo caluroso alrededor de los juguetes de peluche llenando la
acogedora habitación de un gas venenoso.»
No es el crimen, ni siquiera su resolución, lo que
eleva esta novela a la categoría de singular. Aquí no nos tropezamos con un
asesino en serie acechando las calles de Dublín. Faithful Place es la historia
de Frank Mackey y su caótica familia, los Mackey. Los Mackey y el resto de
personajes que viven en este barrio, muchos de ellos compañeros de juegos en la
adolescencia de Frank. Hablar de Faithful Place es lo mismo que mentar la
pobreza y falta de salidas. Una situación en la que se vio inmersa la Irlanda
de los 80, cuando el país era más pobre que las ratas y los jóvenes solo tenían
dos salidas, la fábrica de cervezas Guinness o la cola del paro.
Los Mackey son una familia horrorosa. Parece imposible
que anide tanta miseria moral en el ser humano. Provoca escalofríos el odio que
emana de las relaciones de Frank con algunos de sus hermanos y sobre todo con
su padre, Jimmy Mackey. El patriarca de los Mackey es un alcohólico hijo de
puta retorcido que se enorgullece de pegar a su mujer, una madre sometida
aunque fuerte a su manera, y que provoca en sus hijos la idea de librarse de
él. «¿Cuántas noches a la semana vuelve a casa borracho? Las escaleras están
medio desvencijadas, la moqueta tiene desgarrones... Tarde o temprano
tropezará, caerá rodando cuatro tramos y se abrirá la cabeza.» Rivalidades
entre hermanos, conflictos de clase, viejos rencores, coqueteos de adolescentes
y recuerdos de violencia infantil, amén de unos diálogos descarnados y unos
lazos familiares marcados por el despecho y el rencor, presiden hábilmente las
páginas de una novela que destaca, sobre todo, por el realismo que desprenden
sus personajes.
El libro es un canto a Dublín, al Dublín de Joyce, de
Becquett y de Wilde, al menos eso es lo que piensa la escritora: «El país es un
desastre, pero le sigues queriendo aunque tenga una parte tan dañada e
imperfecta, como las personas. Puedes amar a alguien aunque esté lleno de
defectos e imperfecciones, y de eso va también esta novela.» Sobra decir que
aquí lo importante no es saber quién es el asesino de Rosie Daly sino la
contemplación de una realidad que pone al descubierto la naturaleza humana en
su versión más sombría. Todo un acierto de Tana French, sin género de dudas.
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