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WILD THING (Wild Thing) Josh Bazell TRADUCCIÓN: Benito Gómez Ibañez EDITORIAL ANAGRAMA S. A. Junio 2015 |
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De
nuevo Bazell retoma la figura de Pietro Brnwa, aquel asesino a sueldo arrepentido
que ejercía de médico en el peor hospital de Manhattan gracias al programa de
protección de testigos del FBI, protagonista de la hilarante «Burlando a la
Parca», y lo hace reaparecer aquí bajo el nombre de Dr. Lionel Azimuth. Todavía
escondido con éxito de un tipo llamado David Locano, antiguo intermediario de
alto nivel entre las mafias siciliana y rusa que quiere verle muerto porque
piensa que se cargó al gilipollas de su hijo tres años atrás, y con la
suficiente confianza como para
aceptar un nuevo trabajo, Brnwa se enfrenta al monstruo del lago White, una
versión americanizada del monstruo del Lago Ness. Un excéntrico millonario –Bill
Rec- lo contrata para que verifique o desacredite la existencia del susodicho monstruo,
al tiempo que debe acompañar y proteger a Violet Hurst, una paleontóloga
despampanante y autodestructiva –pertinaz bebedora de cerveza, hasta el punto
de agarrarse unas cogorzas de campeonato- cuya relación con Rec no parece
exclusivamente profesional.
La
pequeña ciudad de Ford tiene el aspecto de encontrarse a las puertas del
Apocalipsis. Todo –casas, Asociación de Veteranos de Guerra, galerías
comerciales, oficinas- está cerrado con tablas, destrozado o cubierto de
matorrales. La dueña del restaurante trafica con droga por la frontera de
Canadá con la ayuda de dos adolescentes; otro de los vecinos –Reggie Trager-
elabora una filmación sobre el monstruo, basada en, siempre según el doctor
Mark McQuillen, la degustación de un colimbo por parte de un lucio... Y por si semejante
embrollo fuera poco, a este convite se suman unos narcotraficantes con ánimos
belicosos y hasta la mafia, que sigue obsesionada en liquidar al asesino
arrepentido.
A
lo largo de la novela Bazell va pirueteando a la ligera a través de una amplia
gama de temas, que abarcan desde los efectos del LSD en el cuerpo humano, a la
descripción de que «el singular -referido al indiviso, de “tríceps”- es “tríceps”
porque el término significa “tres cabezas”, en alusión a la forma que el
músculo tiene de dividirse en un extremo», pasando por la exposición de las
diversas escuelas de pensamiento en la biología evolutiva, la Hermandad Aria y
los efectos de la criogenia en los seres humanos, entre otros.
Lamentablemente,
casi todos los personajes de «Wild Thing», desde los traficantes de droga, continuando
por una especie de cantante-bailarín procedente de un grupo musical infantil, hasta
un magnate de la tecnología asiática e incluso la propia Violet, la paleontóloga,
no son tan fascinantes como aquellos que completaban la multitudinaria y
abigarrada tripulación de «Burlando a la Parca». Mediada la novela hace su
presentación la figura de Sarah Palin, «célebre por su ignorancia» según
palabras del propio narrador, -si es así, yo no tengo el disgusto de conocerla,
y por tanto me abstengo de juzgarla-, quien actuará como árbitro en este viaje para
autentificar la existencia del monstruo del lago. En 2008 Palin fue candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos por el Partido Republicano acompañando a
John McCain en la candidatura
presidencial, convirtiéndose así en la primera mujer que aspiraba a la
vicepresidencia de ese país por el partido republicano, y la segunda en la historia
tras Geraldine Feraro, quien en 1984 fue
compañera de candidatura de Walter Mondale,
candidato por el Partido Demócrata.
Es
cierto que la novela está narrada a un ritmo vertiginoso, con comedido mal
humor, meneo, mala baba y ágiles diálogos. Sirva de demostración este corte, en
el que la pareja protagonista se enfrenta a una barca y su ocupante en las
oscuras y quietas aguas del lago White:
-Ahora está poniendo algo en un anzuelo enorme que cuelga de esa cosa que sobresale por la borda –dice ella al cabo de un minuto-. Parece carne.
Momentos después oigo el motor del cabrestante, que hace un ruido aún más fuerte que el chaparrón. Más aún del que hacía el fuera borda eléctrico.
Violet me devuelve el visor, y veo que le hombre se incorpora y se vuelve hacia nosotros.
Donde debía estar su cara, hay un cegador punto de luz.
-¡Joder! –exclamo, tapando rápidamente la parte delantera del visor con el chaquetón. Demasiado tarde seguro.
-¿Qué?
Sin el visor, en el lago no hay más que oscuridad. La luz que sale de la cara del tío es invisible.Las notas interminables a pie de página se encuentran en la frontera entre la información y la diversión, como ocurre en: «Personalmente, no creo que la tecnología sea tan mala. Si los dispositivos digitales reducen la posibilidad de que los niños desarrollen la capacidad y la atención necesarias para hacer cosas como diseñar nuevos dispositivos digitales, ¿acaso no es un problema que se delimita a sí mismo?» Estas notas al pie son, en definitiva, un mecanismo que no siempre funciona en la medida que pretende el escritor -a veces llegan a ser agotadoras- y ralentizan en gran medida el desarrollo de la acción.
Ante
todo ésto cabe preguntarse: si tenemos monstruos, narcotraficantes, chicas
guapas, millonarios chiflados y pueblerinos encubiertos, ¿qué más se puede
pedir? Los seguidores de «Burlando a la Parca» saben que tras la figura de Pietro
Brnwa se esconde un personaje ocurrente, un tipo que, cual guerrero medieval, se
enfrentó en su momento cara a cara y sin complejos a la mafia. Sin embargo este
adalid de la libertad no se manifiesta aquí hasta bien entrada la narración. Asimismo
hay que considerar la carencia de un digno oponente, «tres jorobas hechas con
una manguera de ventilación, de plástico negro, estriadas, de medio metro de
diámetro, agitándose torpemente y moviéndose por el lago por medios que no se
ven pero se adivinan por las burbujas que emergen a la superficie» y unos políticos
hipócritas que simplemente no dan la talla, no son rivales dignos en
comparación con los perversos, probados y reales maleantes de «Burlando a la
Parca».
*.
Traducido literalmente «Cosa salvaje», ¿por qué no, «monstruo»?. Si ustedes
prefieren creer que hay un engendro en el lago White, y pretenden encontrar
entre las páginas de esta novela una
descripción detallada de su persona, pueden saltarse directamente la lectura de
la misma porque aquí no van a tropezarse con nada parecido. Como indica el
autor, ningún jurado del mundo los declarará culpables por ello.
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