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LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT (La Vèrité sur L'Affaire Harry Quebert) Jöel Dicker TRADUCCIÓN: Juan carlos Durán Romero ALFAGUARA |
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Hace cinco años Joël Dicker, escritor suizo que
contaba veintiocho por entonces, escribió «La verdad sobre el caso Harry
Quebert», un libro que versa sobre un
escritor que a su misma edad alcanzó el éxito con su ópera prima. Un solo libro
y Goldman, que así se llama el héroe de Dicker, vio como se le abrían las
puertas de una nueva vida. Durante los seis meses posteriores a la publicación
del libro Goldman se dedicó en cuerpo y alma a disfrutar de las bondades de su
nueva condición. Hasta que llegó un momento en que tomó conciencia que había
perdido la inspiración. A partir de entonces fue incapaz de escribir una sola línea.
Lo que Dicker escribió no es solo un libro,
sino su propio futuro. Unas semanas después que «La verdad sobre el caso Harry
Quebert» fuera publicado en Francia, se convirtió en la novela más leída de la
década en ese país. La verdad es que la promoción del libro arrastra consigo
una buena dosis de fanfarria; con dos millones de copias vendidas en un año, ha
sido traducido a 32 idiomas y ha ganado varios premios literarios de indudable
valor. Pero como sucede con todo best seller que se precie, esta tremenda
algarabía de halagos viene acompañada de múltiples críticas negativas.
«La verdad sobre el caso Harry Quebert» es
una especie de muñeca rusa en el que unas fantasías se destapan para dejar a la
vista otras nuevas fantasías. La cuestión es compleja, un novelista (Jöel
Dicker) cuenta la historia de otro novelista (Marcus Goldman), que está
escribiendo un libro con el mismo título que el que tenemos en las manos, que
versa sobre un tercer novelista (Harry Quebert) y que contiene extractos de la
novela de Goldman y del libro de Quebert. Todo un lío metatextual que decora un
historia con muchas sorpresas y pistas falsas.
El protagonista de «La verdad sobre el caso
Harry Quebert», de Dicker, es Marcus Goldman, un joven hambriento de alabanza,
cuya primera obra lo convierte en rico y famoso. A partir de entonces se codea
con una actriz de fama y se deleita en su celebridad. Pero cuando trata de
abordar su segundo libro sufre un bloqueo creativo. Así pues, con la idea de hacer
fluir su ingenio y lastrado por su editor con un plazo de entrega y con una
posible demanda viaja a la ciudad de Aurora, en la zona rural de New Humpshire,
al cobijo de su mentor Harry Quebert, exprofesor de universidad y a la vez
escritor de éxito. Quebert siempre fue un consejero generoso y leal para
Goldman, una persona curiosa que utiliza el boxeo para ilustrar sus consejos
sobre la escritura y que lo inició en el noble arte de escribir y en última
instancia le suministró un episodio de su vida como fundamento para su novela.
Poco después de su llegada a Aurora el cuerpo
de Nola Kellergan es hallado en una fosa situada en el patio trasero de Goose
Cove, la propiedad de Quebert. Nola fue una niña de 15 años que desapareció 33
años atrás y cuyo secuestrador, a pesar de la conjugación de algunas pistas,
nunca fue encontrado. Junto a los restos de Nola es hallado un manuscrito del
famoso libro de Quebert, «Los orígenes del mal», que fue inspirado, como se descubre
ahora con sorpresa y horror, en el amor obsesivo que el escritor sostuvo por Nola.
Harry no se ha recuperado del trauma y no ha concedido su amor a ninguna otra
mujer. Como no puede ser de otra forma, Quebert se convierte en el sospechoso
número uno de la muerte de Nola y es arrestado por secuestro y asesinato. La
comunidad de la pequeña ciudad de Aurora cierra filas en su contra y Goldman,
fiel a su maestro, se convierte en una de las pocas personas que creen en su
inocencia. El escritor inicia así una investigación paralela a la policial y
descubre, en una feliz coincidencia, que la búsqueda de la justicia es tan inspiradora
como capaz de curarle del bloqueo inspirativo.
Tras el descubrimiento de los restos
esqueléticos de Nola Kellergan, Dicquer añade una lista de sospechosos a su ya
complicado relato: un filantrópico y misterioso millonario, su desfigurado y
repulsivo chófer, un jefe de policía corrupto y pedófilo, un amante repudiado,
una madre maltratadora y un extraño pastor evangelista que guarda un secreto
inconfesable. Todos ellos giran alrededor de Québert, un maduro novelista de
éxito atormentado por un pasado del que no consigue escapar, de Nola, una jovencita
amartelada y dispuesta a cualquier cosa por preservar su amor, de la severa y
rencorosa dueña de un dinner, donde trabaja de camarera su hija, una joven
sensible de la que está enamorado un rudo policía... En fin, nada que no hayamos
visto o leído en otros relatos del género.
Pero no se dejen engañar, nada es lo que
parece en esta novela. Ni los personajes son aburridos ni la historia es tan
sencilla. Este es un relato en el que, como no podía ser de otra forma, cada
personaje propone un punto de vista distinto sobre los hechos y aporta detalles
que nadie más puede ofrecer. Dicker recrea aquí una narración densa, con
múltiples sospechosos, historias contradictorias, pecados pasados, secretos de
ciudad y enredos personales. Cuestiones como: ¿Es la historia de amor entre
Harry y Nola, fundamento de «Los orígenes del mal», una recreación veraz de los
hechos acaecidos en Aurora en 1975? ¿Qué esconde el espeluznante título de esta obra? El escritor
ofrece al lector la información de forma racionada. Sus giros pueden parecer evasivos,
pero en realidad no hacen más que estimular la imaginación del lector y
conducen a una sutileza final de la que el propio Hitchcock se sentiría
orgulloso.
La crítica especializada ha acogido «La
verdad sobre el caso Harry Quebert» con diversidad de opiniones. Hay quienes lo
llenan de elogios y quienes maldicen la hora que vio la luz. Personalmente no
creo que merezca ninguna de las dos apreciaciones. Hay que reconocerle a Dicker
el haber sabido conjugar una copiosa, complicada y atrayente estructura de
planos y perspectivas. Más de millón y medio de ejemplares vendidos avalan su
novela y eso es algo que no se consigue por casualidad. El problema es que la
historia no enamora, no deja detrás ninguna estela que haga echar de menos a
los personajes. El planteamiento inicial promete y al final se multiplican las
novedades. Pero durante el desarrollo Dicker patina. Varios personajes quedan a
medio cocer. «La verdad sobre el caso Harry Quebert» es un libro entretenido
pero discreto y no conviene dejarse llevar por la fanfarria mediática que lo
acompaña, fanfarria a la que se suman cifras elevadas de premios, ventas y
traducciones. La comparación con la «Lolita» de Vladimir Nabokov es una broma
de mal gusto, por supuesto.
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