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Lew Archer, Private Investigator
Lew Archer, Private Investigator
"Oigo voces que claman por la noche,
y voy a ver lo que pasa"
LEW ARCHER
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El
apogeo como escritor de Ross Macdonald se produce entre principios de 1950 y
finales de 1970, cuando se le compara con Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Al
principio de su carrera Macdonald imita conscientemente a los dos maestros del
género. De hecho, él llama a su investigador privado Lew Archer, en honor
al socio asesinado de Sam Spade, Miles Archer, que muere al inicio de “The
Maltese Falcon” de Dashiel Hammett. Archer, como Spade y Philip Marlowe, es
un personaje duro y lacónico que bebe en las fuentes del hard boiled. No
obstante podemos afirmar que con este personaje, Macdonald se aleja de los
homenajes más o menos fallidos a Chandler y Hammett y explora otras vías.
Al
comienzo de su vida literaria Archer cuenta 39 años y ha participado en la
guerra, donde ha servido en Inteligencia. Desempeña labores de policía durante
10 años en Long Beach, y llega a obtener la graduación de sargento. Sin embargo
no es bien visto por sus jefes: es demasiado honesto, persigue con excesivo
ahínco la verdad y, en definitiva, es muy complicado de manejar. Archer es
ambicioso. Físicamente es una figura de 1,80 que pesa 85 kilos, luce ojos
azules, pelo moreno y es de fuerte musculatura. Siente debilidad por vestir
bien y no le duele gastar dinero en trajes caros. Es un apasionado de los
coches, posee un descapotable azul. Curiosamente cuando se lo roban y destrozan
se compra otro descapotable azul. Es adicto a los descapotables. Detenta
un despacho discreto y pequeño al igual que los dos lugares en los que habita a
lo largo de su vida. Fuma, y no deplora dejarlo al igual que millones de
estadounidenses cuando, a mediados de los sesenta, la industria reconoce que el
consumo de tabaco conduce, en un alto porcentaje de casos, a la muerte.
Bebe whisky, bourbon, cócteles y
cerveza. Trabaja solo, tiene algunos compañeros de profesión a los que recurre
si es necesario pero, por lo general, le gusta ir a su aire. También está solo
en la vida. Algún que otro periodista así como algunos agentes y guionistas
de Hollywood, mundo del que se aleja porque lo detesta, son las pocas amistades
de este personaje melancólico que encuentra refugio y conversación en las
telefonistas de su servicio de contestador, a las que llama por su nombre y con
las que mantiene una amistad fiel.
Durante
una serie que abarca 18 novelas, Archer se convierte en un ser paradójico: un
personaje memorable sobre el que el lector apenas sabe nada más allá de lo ya
comentado. Macdonald escribe una vez de su famoso personaje que “es tan
estrecho que cuando se vuelve de lado casi desaparece”. La delgadez es
deliberada porque Macdonald quiere que su detective sea como un terapeuta, un
hombre cuyas acciones “están dirigidas principalmente a la elaboración de las
historias de la vida de otras personas y a descubrir su significado”. Macdonald
siempre insiste en que Archer no es el centro de la historia. "El
detective no es el personaje principal, el personaje principal es el cadáver.
El trabajo del detective es buscar justicia para el cadáver. Es la historia del
cadáver, lo primero y más importante”. En otra ocasión, comenta que se trata de
las "otras personas" -aquellos cuyos problemas Archer está
investigando- las que son para mí lo más importante”.
Después
de haber escrito novela negra en términos convencionales, Macdonald comienza a
hacer algo completamente distinto, se introduce en las profundidades
metafísicas, no escribe solo sobre las transgresiones legales, sino que va más
allá, se acerca a los “padecimientos”. Lew Archer es todavía un hombre
duro y atrevido, atractivo para las
mujeres y con gusto por el licor, cuando comienza a desarrollar un trasfondo
compasivo. En 1969, en “The Look Goodbay”, Archer adquiere unas características
que son impensables para Sam Spade. “Tengo una pasión secreta por la
misericordia, pero la justicia es lo que sigue ocurriendo a la gente”. Es
debido a la profundidad de la escritura de Macdonald que la crítica opina de él
que no se limita a escribir sobre el crimen; escribe sobre el pecado. Hay
muchas ocasiones en sus novelas, sobre todo en "The Doomsters" (Los maléficos), cuando Archer escucha
la confesión de un delincuente, que el lector siente compasión por el asesino. Macdonald nos
presenta un ser humano frágil. La mayoría de los personajes de sus libros
han sufrido: son abandonados por su pareja o por los padres, se ven obligados a
enfrentarse a los secretos de familia, son a menudo manejados por el amor o el
dinero, normalmente por ambos. La razón por la que Macdonald escribe sobre esos
padecimientos con tal sutileza es que él los padece en primera persona. Nace
en California, pero su padre abandona el hogar familiar durante su infancia y
su madre lo lleva a Canadá. Allí lleva una vida itinerante, moviéndose
entre diferentes parientes. Se
convierte, en pocas palabras, en un luchador callejero y en un ladrón de
poca monta. Incluso en los últimos años, cuando ya se ha reasentado en
California, ha escrito una tesis doctoral sobre Coleridge y se ha casado con la
escritora de misterio Margaret Sturm, su vida se ve invadida por la
tristeza. Sus escritos apuntan a un intento de suicidio, su matrimonio
está lejos de ser feliz, y su única hija está involucrada en un fatal accidente
de tráfico del que emprende la huida. Se convierte en asidua al consumo de
drogas y muere en 1970.
Hay quien sostiene que durante su carrera, Macdonald, siempre
reescribe y reelabora la misma novela, como un pintor que vuelve obsesivamente
a su motivo rector. Ciertamente es justo decir que sus personajes guardan, a
menudo, similitudes -el caprichoso niño perdido, el frío médico manipulador y tantos
más- y ciertos temas están siempre presentes en su narrativa. Pero él cree
que cada vez desentierra algo nuevo. "Cada vez que lo hago, cavo más
profundo", dijo una vez. "Es como ir a un psiquiatra, repites la
misma historia en cada sesión, pero al mismo tiempo estás descubriendo los
diferentes aspectos de la misma, y de
ti mismo."
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