---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
LAURA (Laura) Vera Caspary TRADUCCIÓN: Pilar de Vicente Servio ALIANZA EDITORIAL, S. A., 2016 |
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Una vez que uno ha visto la versión
cinematográfica de un libro, y lo que es más, si la ha visto en varias
ocasiones, es imposible erradicar por completo de la mente las imágenes de la
película. Mientras leía «Laura»,
me encontré comparando a la preciosa Gene Tierney con la ficticia Laura, y por supuesto al pulcro y malintencionado
Clifton Webb con la visión que Caspary tiene de Lydecker. Sin embargo, -¡lo
que son las cosas!-, a Caspary le molestó mucho la interpretación que de «Laura»
realizó Preminger. Ella discrepó con el director sobre la forma en que éste
representó la sexualidad de Laura en su versión cinematográfica de 1944. La
rabia de Caspary, como ella misma la llamó, se mantuvo tan intensa que décadas
después de la filmación de la película, llegó a atacar verbalmente a Preminger en
un restaurante.
La ciudad, aquella mañana de domingo, estaba
en calma. Así comienza «Laura» de Vera Caspary...
El detective de la policía de Nueva York Mark
McPherson es asignado a un caso de asesinato. La víctima es Laura Hunt, una
ejecutiva de publicidad muy exitosa y bien remunerada. A partir de las
pistas recabadas en la escena del crimen parece que la noche del viernes Laura
contestó al timbre y al abrir la puerta recibió un disparo a quemarropa en la
cara. Así que tenemos un hermoso cadáver en la losa de la morgue y existe
un asesino sin nombre suelto, pero también hay una serie de preguntas sin
respuesta acerca de Laura. La noche del asesinato Laura había quedado para
cenar con su amigo Waldo Lydecker, y luego se había planteado salir de la
ciudad y viajar a su localidad de origen, quedando en volver el miércoles para contraer
matrimonio con Shelby Carpenter. Las preguntas surgen por sí solas: ¿Por
qué se canceló la cena con Lydecker? ¿Por
qué Laura no se lo comentó a Shelby? ¿Por
qué estaba todavía en la ciudad el sábado por la mañana? Y, ¿qué hacen dos vasos sucios en su
dormitorio?
Cuando McPherson profundiza en torno al caso
descubre que las personas que aman a Laura –su prometido Shelby, su amiga y confidente Diane Redfern, el
erudito Waldo Lydecker y su neurótica
tía, Susan Treadwell-, no dicen la verdad. ¿Qué esconden entonces?
Uno de los valores capitales de «Laura» radica
en el diseño del personaje de Waldo Lydecker. Caspary adoptó la técnica
narrativa de Wilkie Collins de alternar múltiples voces en el relato de la
novela y creó a Lydecker bajo el molde del conde Fosco, un personaje de la obra
de Collins «La dama de blanco». «Mis proporciones son, si acaso, demasiado
heroicas. Aunque mido casi diez centímetros por encima del metro ochenta, lo
magnífico de mi esqueleto queda eclipsado por el peso de mi carne». El esteta y
periodista Waldo Lydecker, una de las tres voces narrativas de la historia, cuyos
defectos se extienden desde el deseo hasta la gula, es un producto estéril,
afeminado y exigente de la sociedad de Nueva York. «Soy el hombre más
mercenario de América. Nunca hago nada sin calcular los beneficios». La cena
que Mark McPherson, el detective que investiga el asesinato de Laura, celebra
con Waldo en Montagnino -donde comparten una buena comida, música, vino, y
brandy- muestra a un Waldo bruto y obsesionado con la perfección: «Madame,
tenga la amabilidad de apiadarse de los tímpanos de alguien que oyó a Tamara
presentar esa encantadora canción y reprima sus torpes esfuerzos por imitarla».
Caspary utiliza muchas convenciones de la
mujer fatal en el diseño de
Laura. Es hermosa y despierta
sentimientos eróticos en los hombres que la conocen. «Volvió a resonar el
trueno. Entonces, la vi. Tenía el sombrero empapado por la lluvia en una mano y
un par de guantes ligeros en la otra. El vestido de seda salpicado de agua se
le ceñía al cuerpo. Medía un metro setenta, pesaría unos sesenta kilos y tenía
los ojos oscuros ligeramente sesgados, el pelo moreno y la piel bronceada. Y
unos tobillos que no estaban nada mal». «Laura» es, de hecho, una novela sobre el deseo y el apetito
sexual, pero el deseo es aquí sólo tangencialmente sexual. La vida y los anhelos
de Laura son un reflejo de los de su creadora; ella ansía una existencia digna
de ser representada en un lienzo: una carrera exclusiva de un hombre y una vida satisfactoria, que incluya amor, amistades
duraderas, buena comida, buena bebida, teatro, arte...
Caspary nos permite obtener la medida de los
personajes principales de su novela en tan sólo un par de frases. Así, la
tía de Laura, Susan Treadwell, es una mujer que gotea miel, pero escupe ácido:
«Espero que encuentre al monstruo..., espero que lo encuentre y le saque los
ojos y le atraviese el cuerpo con clavos ardiendo y lo fría en aceite hirviendo».
Es fácil desdeñar a la tía de Laura, la señora Treadwell. Mientras está
sumida en las profundidades del luto, se encuentra lista para evaluar la
riqueza de su sobrina muerta y pelearse con cualquiera que tenga derecho a una
porción de la herencia de Laura. Al igual que con todos los personajes de
la novela, hay mucho más allá de la señora Treadwell de lo que aparece a
primera vista.
McPherson se encuentra sometido a una
considerable presión durante toda la investigación del caso, pero su avecinamiento
con la delincuencia no entorpece la fascinación que llega a experimentar por
Laura. Se obsesiona con ella desde el momento que contempla su retrato en
el apartamento de la víctima. «El mejor rasgo del cuadro, igual que el mejor
rasgo de Laura, eran los ojos. La tendencia oblicua, enfatizada por la acusada
inclinación de las cejas oscuras, daba a su cara aquel aire tímido, como de
cervatillo, que tanto me había hechizado el día que abrí la puerta a una niña
delgada que me pidió que promocionase una estilográfica». Comienza interesándose
por el tipo de libros que lee, para luego pasar a una información más íntima:
«Tenía enamorados a montones de hombres, ¿no es así?». «¿Cómo es que no se
casó?»...
Asimismo, McPherson siente una aversión
inmediata hacia el novio de Laura, Shelby, un hombre cuyo encanto del sur es
capaz de seducir a las mujeres a primera vista. Antes de conocer a Laura Shelby
vendía lavadoras -¿o eran envolturas para salchichas?, argumentaría jocosamente
la señora Treadwell- y, tras saltar de un trabajo precario a otro, no ganaba
más allá de treinta dólares a la semana cuando Laura le procuró un empleo en su
oficina. «El espejo alargado enmarcó su primera impresión de Shelby Carpenter.
Sobre el fondo de los muebles amortajados, Shelby recordaba a una figura
brillantemente litografiada en el póster chillón de una película de cine que
decorase el sombrío granito de un
antiguo teatro de la ópera. El traje oscuro elegido para aquel día de luto no
conseguía apagar su vívida grandeza. Una energía masculina relucía en su piel
bronceada, centelleaba en sus ojos gris claro, henchía sus poderosos bíceps».
Caspary toma a sus personajes, –el
superficial Shelby, el peculiar Lydecker y la banal señora Treadwell-, y los
coloca al borde de la delincuencia. Bajo el escrutinio de McPherson todos
ellos se convierten en aduladores de Laura; marionetas ubicadas en una órbita
que gira alrededor de esta mujer hermosa, extraña e insondable. Podemos saborear
esta obra maestra por muchas cosas: por su capacidad para que nos
identifiquemos con los malvados o por la hipnótica secuencia de la primera
aparición de Laura. «Laura» deviene en delicada, exquisita, por momentos
vibrante y siempre melancólica, maravillosamente bien escrita, e inolvidablemente,
autentificada por la perfecta recreación de los personajes -en especial el de
la propia Laura-, uno de los seres más subyugantes, vulnerables y bellos que
nos haya legado la novela negra. En general el relato, «Laura», el resultado de
un monumento del arte creativo, constituye un extraordinario testimonio de una
concepción de la creación sólo calificable como clásica y, por tanto,
imperecedera.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario