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UNA MUERTE ROJA (A Red Death) Walter Mosley TRADUCCIÓN: Susana Lijtmaer ANAGRAMA |
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Walter Mosley fue galardonado el 30 de mayo
de 2016 con el «Grand Master» por la «Mystery Writers of America» (MWA). El
premio «Grand Master» de la MWA representa el pináculo de los logros para un
escritor de misterio y se estableció para reconocer las contribuciones de
relevante importancia a este género. Cuando se le dio a conocer su triunfo
en el «Grand Master», Mosley comentó: “El premio «Grand Master» es la cúspide
de mi carrera como escritor de delito. Es uno de los acontecimientos seminales
de mi vida.”
Walter
Mosley pasa por ser uno de los escritores más aclamados y prolíficos en el
terreno de la novela criminal actual. Empezó a escribir cuando tenía
treinta y cuatro años, y desde entonces ha publicado más de cuarenta novelas. Es
también el autor de color más exitoso y conocido actualmente en el campo de la
novela criminal.
Mosley se dio
a conocer al gran público por su serie sobre «Easy Rawlins»; serie que vio la
luz con la novela «El demonio
vestido de azul» allá por 1990. Ésta obra que fue llevada al cine y
protagonizada por Denzel Washington. Mosley también ha escrito otras
tres sagas, con Fearless Jones, Leonid McGill y Socrates
Fortlaw como protagonistas. Además, ha cultivado la crítica social,
la ciencia ficción, no ficción, ficción para jóvenes, obras de teatro, novelas
gráficas, y numerosos cuentos.
La segunda novela de
Walter Mosley, «Una muerte roja», confirma que nos encontramos ante un narrador
extraordinario. La historia
se desarrolla en 1953, el período del macartismo. Cinco años después de su
primera aventura acaecida en 1948 -«El demonio vestido de azul»- Ezekiel P.
Rawllins, alias «Easy Rawlins», ha utilizado el dinero robado entonces para
comprar un par de apartamentos de los que es titular en secreto y que ahora mantiene
en alquiler. Él simula trabajar para Mofass, su supuesto manager, y en realidad
se hace pasar por conserje de los apartamentos que posee, disfrutando tranquilamente
de los frutos del alquiler que tales propiedades le generan. El problema
se avecina, sin embargo, cuando un agente del Servicio de Impuestos Internos –IRS-,
llamado Reginald Lawrence, le requiere para aclarar el origen de su peculio. Rawlins
se ve enfrentado así a la amenaza de prisión.
Como si esto no fuese suficiente, EttaMae y
LaMarque, la esposa y el hijo de su antiguo compinche Raymond Mouse, se
presentan en su casa de Los Ángeles, procedentes ambos de Houston. EttaMae
se ha distanciado de Mouse y quiere vivir con Easy. Rawlins desea a
EttaMae, pero sabe que vivir con ella le podría acarrear un enfrentamiento con
Mouse. Efectivamente, su implacable y mortal amigo Mouse no tarda en aparecer
en Los Ángeles en busca de su ex mujer EttaMae, que ha huido con su pequeño
hijo. La solución más fácil es encontrarle un apartamento a EttaMae y LaMarque
y distanciarse de ellos.
La situación con el IRS da un giro inesperado
tras la reunión de Rawlins con Lawrence. Rawlins es salvado de una acción
drástica cuando un agente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), llamado
Darryl T. Craxton le ofrece un trato. Craxton le propone arreglar sus problemas
con Hacienda a cambio de su ayuda para desenmascarar a un sospechoso de
actividades comunista llamado Chaim Wenzler. Wenzler, de religión judía, está
presente en varias iglesias negras, incluyendo una ubicada en el vecindario de Rawlins.
Easy sabe que para los negros éste es un mundo muy difícil, sobre todo para los
negros pobres que aspiran a algo mejor. Los impuestos le acosan y, para
defender sus propiedades, se ve obligado a aceptar el «trato» que le propone el
FBI, trato que consiste en infiltrarse en la Primera Iglesia Baptista Africana,
espiar a sus pastores y feligreses y, ¡cómo no!, al rojo Chaim Wenzler, un
judío superviviente de los campos de concentración nazis, que ahora hace
beneficencia para la muy negra iglesia baptista... No transcurre mucho tiempo
hasta que un lento barullo de muertes e intereses complican la existencia de
Easy Rawlins. Sin embargo, con su gran habilidad y su distanciada causticidad
para estos casos, logra encontrar las salidas, destapa los problemas y, como no
podía ser menos, vuelve a perder a su chica. Todo al estilo de los detectives
del pasado, de aquellos de las películas en blanco y negro.
Walter Mosley ha creado un antihéroe maravilloso,
algo descarado y profundamente humano: respeta a los débiles, no se aprovecha
de las situaciones fáciles y tiene conocimiento de ser un perdedor, aunque hace
justicia, ¡eso sí!, a su manera. Un grupo de fracasados cotidianos –aquellos por
los que el autor siente gran comprensión- acompaña al detective continuamente, esbozando
a la vez, en evocadores tonos grises, una época ya pasada de la historia de
Estados Unidos. El resultado, gracias a su admirable ritmo, es sumamente sugerente,
sin que resulten forzados los asomos de pasión, al menos no tan manifiestos
como en muchas novelas del género. Los misterios se combinan con los convenios
tradicionales de la novela policíaca, con elucidaciones sobre las desigualdades
raciales y la injusticia social que han acompañado a través de la historia a
los afroamericanos y otras personas de color. Mientras Mosley
recupera el tono de Hammet, Chandler y Macdonald, con quienes ha sido comparado
y de quien él mismo se siente continuador, Rawlins sigue claramente la
tradición de Sam Spade, Philip Marlowe y Lew Archer, de quienes se diferencia en
que Rawlins es un investigador privado sin licencia, sin formación o
capacitación en la aplicación de la ley.
Mosley ha escrito diez novelas y una colección
de historias cortas, protagonizadas todas ellas por «Easy Rawlins», su
personaje más popular. «Una muerte roja», su segunda entrega, sólida y
entretenida, es brillante en el retrato de un tiempo y un lugar indeleble a la
realidad de Easy Rawlins, un hombre negro en un mundo que todavía no está preparado
para aceptarlo. Mosley, con su talento único, ha creado un clásico del género.
Reconfortan, por último, las declaraciones de
propio Mosley: «Lo que admiro en escritores como Charles Dickens o Mark Twain
es que son accesibles para todos y que elevan a la gente». Algo así consigue su
libro, en un género distinto.
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