Ante el primer aniversario de la muerte de Elmore Leonard
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El
próximo día 20 de agosto se cumple el primer aniversario de la muerte del
escritor Elmore Leonard. Es imposible ignorar la energía que emana de su novela
negra. Sin embargo el reconocimiento a su trabajo le llega tarde: es en 1992
cuando la organización “Mystery Writers of America” le concede su máximo
galardón, el “Gran Maestro”. Leonard nace en Nueva Orleans. Su padre
es un ejecutivo de General Motors, cuyo trabajo conlleva una existencia nómada
para toda la familia. Pasa los primeros 10 años de su vida viajando por el
sur de Estados Unidos motivo por el cuál conserva rastros de acento
sureño. Se gradúa en la “University
of Detroit Jesuit High School” en 1943. Inmediatamente después se une a la
Marina donde sirve con los Seabees durante tres años en el Pacífico Sur. Se
gradúa en 1950 con una licenciatura en
Inglés y Filosofía por la Universidad de Detroit. Durante 11 años, a
partir de 1950, trabaja como redactor publicitario con Campbell-Ewald, agencia
de Detroit, dedicado a escribir anuncios de coches. Durante ese período de
su vida se levanta a las cinco de la mañana y redacta ficción durante dos horas
antes de ir a trabajar. Después de dejar la agencia, pasa varios años componiendo
guiones para películas educativas. De estas experiencias extrae una línea de
conducta que acompaña a su ficción durante toda su vida: “No digas lo que ves,
no describas lo que es obvio.” Ese aparente desapego es una de las
características distintivas de su ficción. “Yo no quiero que usted tome
conciencia de mi existencia en mis libros. Cuando usted está leyendo una novela
no quiere que la gente le diga cosas, quiere verlo, escucharlo por sí mismo”.
Obtiene
su primer éxito cuando la revista “Argosy”
publica su primer cuento, “Trail of the Apache” (“El sendero de los Apaches”),
en 1951. Sus primeras ficciones, ya sea cuentos o novelas de larga duración,
que publica durante la década de los años 50 y primeros años 60, son westerns,
porque, según confiesa más tarde, le gustan las películas de vaqueros. En total
publica más de 30 cuentos. En sus comienzos son las revistas las que
compran su trabajo, no sólo pulps, sino también las más respetables “Argosy” y “Saturday
Evening Post”. Su primera novela, “The Bounty Hunters”, aparece en 1953.
Como la mayoría de los escritores de westerns, los argumentos de sus obras son
extraídos del universo de su propia imaginería. En 1967 sus ventas son lo
suficientemente importantes como para permitirle abandonar la ficción
publicitaria. No pasa mucho tiempo antes de que Hollywood lleve sus
novelas al celuloide. Cinco de ellas son representadas en la gran pantalla antes
de 1972. “The Tall T” (“Los cautivos”, 1957), dirigida por Budd Boetticher,
y “3:10 to Yuma”, basado en una historia publicada en 1953, y filmada por
Delmer Daves en 1957. Su novela de 1961 “Hombre” es filmada en 1967 por Martin
Ritt, con Paul Newman entre sus principales estrellas, pero, a pesar
de que recibe 10.000 dólares por los derechos de pantalla, Leonard se da cuenta
de que el mercado de los westerns está llegando a su fin. Dado su talento para
el diálogo, encauza su labor profesional y se entrega a la escritura de guiones
de cine: entre los más notables destacan “The Moonshine War” (“La Guerra
Moonshine”), dirigida por Richard Quine en 1970 y “Joe Kidd” por John Sturges,
en 1972. Continua publicando westerns, especialmente “Valdez Is Coming” (“Que
viene Valdez”, 1970) y “Gunsights” (1979). Para entonces ya ha conseguido
una notable reputación como escritor de novelas policiales. Éstas relacionan
a Leonard con su verdadero entorno: la calle. Más tarde, amplía sus horizontes
geográficos, escribiendo novelas ambientadas en Cuba y Ruanda, pero Detroit y
Miami son sus puntos cardinales.
Lo
que su escritura siempre muestra es la idea de cómo las nociones de ley y orden
están en suspenso cuando los hombres se desesperan; y la desesperación,
aunque impregnada de humor negro, es la atmósfera en la que los personajes de
Leonard respiran. Cuanto más escribe, más grande es la sensación de
sentimentalismo que emana de su obra, en parte heredada de sus escritos de westerns. La
similitud estructural de la novela negra con sus western es suficientemente
pronunciada. En 1997 sus obras de ficción le han hecho millonario, no sólo a
través de la venta de sus libros, sino también a través de los ingresos
derivados de los derechos de las películas: Burt Reynolds filma “Palo” en 1985,
mientras que la película de Quentin Tarantino “Jackie Brown” (1997) está basada en “Rum
Punch”. Es el propio Leonard quien reconoce que Hollywood siempre ha apoyado su
escritura. Tiene los ojos de un cineasta a la hora de crear una escena y a la de insertar la acción en
ella, sin embargo, es su diálogo abrasivo el que se muestra como su mayor
activo; como Tarantino reconoce, la lectura de Leonard “me ha ayudado a
entender mi estilo”. Leonard posee un oído agudo para las paradas y los arranques,
los desvíos, zigzags y obscenidades de la conversación. Cada uno de sus “villanos”
es una especie de “máquina diabólica” cuyo comportamiento impredecible
permite que la acción se desarrollarse con el máximo riesgo para todo el
mundo. Esos villanos, también, pueden ser esencialmente “el mismo tipo”,
pero cada uno tiene un talento especial: Bobby Deo en “Riding the Rap” (1995),
por ejemplo, es un jardinero cuidadoso que encuentra unos usos inusuales para
sus tijeras de podar.
Si
hay que calificar con una sola palabra la prosa de Leonard, ésta es “desnuda”,
cuando él se sale de ella, los resultados son poco convincentes: “Touch” (1987) es una
fábula extraña que intenta reflejar el descubrimiento que Leonard hace del
cristianismo y su abandono del alcohol, mientras que “Cuba Libre” (1998) es una
especie de Cuba occidental. Sus novelas “Touch” (1987), “Get Shorty” (1990), “Out
of Sight” (1996) y “Be Cool” (1999) son adaptadas al cine; “Out of Sight”
también da lugar a una serie de televisión, “Karen Sisco”. El Marshall Raylan
Givens, un personaje secundario que aparece en “Pronto” (1993) y posteriormente
en “Riding the Rap”, se convierte en el foco de la serie de televisión “Justified”,
para la que Leonard actúa como productor ejecutivo.
En
2001, el New York Times publica “Diez reglas en la escritura de Leonard”,
consejos para aquellos que quieran acercarse a la escritura del autor: “Nunca
abra un libro con el tiempo”, “Mantenga los signos de exclamación bajo control”,
etcétera. Y agrega: “Mi regla más importante es la que resume la 10: si
suena como escritura, lo reescribo”. Tal como lo describe Leonard suena
fácil, pero por supuesto que no lo es. Sus mejores novelas son un
barómetro perfecto de la América contemporánea.
Leonard
se casa tres veces, en 1949 con Claire Beverly Cline (la pareja se divorcia en
1977); en 1979 con Joan Leanne Lancaster (alias Joan Shephard), quien muere
en 1993; y ese mismo año con Christine Kent (la pareja se divorcia en
2012). Le sobreviven cinco hijos de su primer matrimonio, Jane, Peter,
Christopher, Bill y Katy. Leonard pasa los últimos años de su vida con su
familia en el condado de Oakland, Michigan. Sufre un derrame cerebral el
29 de julio de 2013. Los informes iniciales se decantan por su recuperación pero,
el 20 de agosto de 2013, muere en su casa de Bloomfield Hills en Detroit. En
el momento de su fallecimiento cuenta 87 años de edad.
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