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LA GRANJA (The Farm) Tom Rob Smith TRADUCCIÓN: Javier Guerrero SALAMANDRA BLACK |
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«La Granja» establece un patrón con el que
los lectores se sienten ya familiarizados. El pintoresco pero aburrido pueblo
rodeado de granjas aisladas en un distrito dominado por un patriarca poderoso
pero taciturno, la desaparición de una mujer joven y vulnerable, que es reivindicada
por una investigadora femenina poco fiable, y el barniz de respetabilidad de
una sociedad que los leedores no tardan en sospechar que esconde algo podrido.
Pero Smith, el autor, cuya madre es sueca, está recreando un juego muy
complicado. El mundo que ha creado inicialmente puede parecer divertido, pero éste
es un libro cuidadosamente trazado, lleno de historias dentro de otras
historias, historias éstas que se desenredan gradualmente para confundir
nuestras expectativas.
El relato de «La Granja» es el relato de
Daniel, un joven londinense de 29 años, de madre sueca y padre inglés, que han
renunciado a su negocio de jardinería en Londres para retirarse a un paraíso
rural al sur de Suecia, país natal de ella. Daniel vive en Londres con un compañero
Mark, y, cuando se abre el libro, él recibe una llamada telefónica de su padre,
Chris, para comunicarle que su madre, Tilde, ha desaparecido después de sufrir
un brote psicótico. Poco después Tilde se presenta en Londres llena de
acusaciones contra su marido y portando una cartera repleta de pruebas. Sin
solución de continuidad nos tropezamos a Tilde en casa de Daniel comunicándole
que no hay nada malo en ella, que todo se reduce a una conspiración para
recluirla en una clínica psiquiátrica.
La mayor parte del libro se centra en un
«tête à tête» entre Daniel y Tilde, en el que ésta trata de poner en evidencia
la claridad de sus afirmaciones. Es algo así como una sesión de terapia: Daniel
escucha pacientemente el testimonio de su madre que viene respaldado por notas
y anexos. Y este testimonio es esencialmente el siguiente: ella insiste que su
marido ha sido corrompido por un vecino carismático, un poderoso agricultor de
nombre Håkan Greggson, que tiene al resto de la comarca, entre ellos al
alcalde, como esclavos. Para colmo de males, el tal Håkan se ha dispuesto a
ridiculizar a Tilde, y lo hace por medio de desaires sutiles en las reuniones
sociales. Mientras que toda la región está esclavizada por Håkan, Tilde detecta
algo siniestro en él y se dispone a investigar. La hija adolescente adoptiva de
Håkan, Mia, la única persona de color en la comunidad, ha desaparecido. Tilde
está convencido que su marido, Chris, ha sido inicializado en un grupo de
hombres que explotan sexualmente a mujeres jóvenes y que es cómplice en el
asesinato de Mia. «Abusando de las niñas. Abusando de las niñas adoptadas. El
sistema de adopción se ha corrompido. Estas niñas son vulnerables. Las perciben
como una propiedad.» La verdad, desde el punto de vista de Tilde, se revela
como consecuencia de una operación que ha llevado a un poderoso grupo de gente
a desacreditarla y, en última instancia, a encerrarla donde no pueda causarles
daño.
Uno de los muchos aspectos fascinantes de «La
Granja» es que prácticamente la totalidad de sus protagonistas abriga algún
secreto; Daniel no ha comunicado a sus padres que convive con un hombre; Tilde,
a su vez, no ha comunicado a su hijo un acontecimiento clave de su adolescencia,
un acontecimiento que marcará definitivamente su existencia...
La narración es propulsada por la decisión
que debe tomar Daniel: ¿Creer la versión de los hechos de Tilde o llegar a la
misma conclusión que su padre, que a su madre le flojean las mientes, o dicho
de otra forma que su madre está mal y necesita tratamiento inmediato? Según las
propias palabras de Tilde, ¿está ella «non compus mentis»? ¿No está en su sano
juicio? Daniel es, por lo que a su madre se refiere, juez y jurado, así como
médico de admisión.
En el fondo «La Granja» es un thriller
psicológico. ¿Está la madre de Daniel verdaderamente loca o está siendo
incriminada? En cuanto a las conspiraciones que parece ver en cada esquina, ¿son
reales o son consecuencia de su fantasía paranoica? El drama aumenta por el
tema de la lealtad dividida. ¿Es su padre un marido dañado o está siendo
acosado por las reivindicaciones de su madre? Tal vez debido a las
destartaladas pruebas existentes en la cartera de su madre, Daniel no se
muestra consciente de la amenaza. Para Tilde existe un peligro en la comunidad,
un sentimiento latente de sentidos compartidos. Ella es sospechosa debido a los
interrogantes de su vida –huyó de Suecia a los dieciséis años debido a un
trauma personal y se trasladó a Inglaterra, donde se casó y crió a su hijo-
además de por su independencia.
Sin embargo, ésta es la intención de Smith;
él quiere que cuestionemos su historia, su deseo es mantenernos en el mismo
estado de suspensión en el que habita Daniel. «Aunque nunca había dudado de los
detalles del relato de mi madre, sí cuestionaba sus interpretaciones de los
hechos». Esta reflexión sugiere que la cordura está en el ojo del espectador,
que la realidad es difícil de alcanzar. Smith sin embargo no está dispuesto a
mantenernos en ese territorio incierto. Él ata los cabos sueltos, la realidad
es que telegrafía el resultado desde el principio. Sin embargo, para un hombre
atrapado entre dos padres muy diferentes, Daniel actúa como si realmente no le
importara, como si no fuera su familia la que estuviera en juego. «¿Qué podía
hacer yo? No había ido allí a buscar venganza, sino información. Algunas ideas
violentas cruzaron por mi mente como fogonazos, pero no eran reales. Eran sólo
ideas y encima ideas infantiles empeñadas en encontrar una solución, cuando en
realidad yo no tenía ya ningún poder.»
Incluso en las páginas finales, cuando Daniel
se hace cargo de la historia y se traslada a Suecia con el objeto de «aportar
una nueva mirada a los hechos», y nos saca de la habitación cerrada de la
imaginación de su madre, él se forja su propio camino a través del misterio y
se da cuenta de que no conoce realmente a sus padres. Es poco lo que nos
ofrece, y encima demasiado tarde. Smith convierte la novela en una muestra de
que el crimen en Escandinavia también conserva la capacidad de sorpresa y conmoción.
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