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OBSERVADA (Disclaimer) Renée Knight TRADUCCIÓN: Carlos Mayor SALAMANDRA BLACK |
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No es «Observada», -tal como la conocemos en
español; algo así como «Renuncia» o «Negación», si aceptamos la traducción
literal del inglés-, una novela que se adapte a los cánones establecidos en la
apertura de este género de literatura. «Observada» no comienza con un asesinato
más. Tampoco con el descubrimiento de un cadáver. El primer movimiento de su
autora, Renée Knight, es algo especial; es un movimiento hecho con «imaginación».
Sigan ustedes leyendo y descubrirán el por qué.
Catherine Ravenscroft, una exitosa cineasta
de documentales recibe un libro titulado «El perfecto desconocido». Durante el
transcurso de su lectura ella se siente reconocida en la heroína de la historia
y comprueba horrorizada que en él se relatan detalles de unos sucesos ocurridos
en su vida veinte años atrás, unos sucesos que ella ha tratado por todos los
medios de olvidar. El terrible secreto que encierra el libro es capaz, de
llegar a hacerse público, de destruir la armonía que ha presidido su vida y su
matrimonio durante todos esos años. Ella es consciente de que alguien
rencoroso, que no la aprecia bien, ha descargado su responsabilidad en el
libro.
La Sra. Knight es nueva en estos menesteres
de la escritura y viene precedida de algunos créditos en la televisión. Nada
hacía suponer que pudiera saltar al campo de la literatura criminal y situarse
en primera línea con su «ópera prima». Pero éso es precisamente lo que ha hecho,
con una historia asombrosamente inteligente y retorcida, diseñada para mentes
ávidas de emociones. Su primera genialidad, después de poner al lector al
corriente de las trivialidades de la vida de Catherine, ha sido retrotraerlo
dos años en el tiempo, y aprovechar la ocasión para introducir la figura de la
persona que se ha empeñado en atormentarla.
Es ésta persona un viejo maestro de escuela
retirado, llamado Stephen Brigstocke, un viudo, que descubre un buen día entre
las pertenencias de su difunta esposa un manuscrito horripilante. La figura de
Brigstocke adquiere un halo siniestro y sospechoso en ésta novela. Su esposa,
Nancy, es descrita con tal realismo que no es fácil llegar a saber si, al igual
que la madre de Bates en «Psicosis», está viva o muerta. En ésta parte del
libro, -unos capítulos que se alternan con los que narran las vicisitudes de la
vida de Catherine-, relatada en primera persona para estar mucho más cerca del
lector, se describe como Brigstocke no duda en transcribir el libro, operación
que le ocupa un año, y enviarlo a Catherine, debidamente encuadernado. Éste, el
libro, contiene detalles de un terrible secreto que ella ha mantenido oculto a
su marido y a su hijo durante todos esos años. La otra persona que sabe lo que
realmente ocurrió, Nancy, está muerta, pero «El perfecto desconocido» sugiere
que el secreto de Catherine no se enterró con ella.
«Observada» se cuece a ritmo lento, con un
Stephen que se sitúa en posición de acechar a Catherine y una Catherine que
intenta subrepticiamente averiguar cómo rayos entró el maldito libro en su casa.
(«¿Cómo coño ha entrado esa novela en su casa? No recuerda haberla comprado. Es
como si hubiera aparecido de repente en el montón de libros de su mesilla de
noche»). Ambos mantienen diferentes puntos de vista y parecen guardar secretos
el uno del otro. En un terreno paralelo Stephen y Nancy también mantienen un matrimonio
lleno de secretos. («¿Cómo podía haber metido Nancy aquellas fotos en nuestra
casa? ¿Cómo podía habérmelas escondido, haber permitido que infectaran nuestro
hogar?»). Y para colmo cada pareja tiene un hijo, un aspecto de la trama, éste,
que finalmente va a tener una trascendencia notable.
Tanto Catherine como Stephen son demasiado
inteligentes para sostener las mismas estrategias de forma indefinida. Ella
decide dejar de tener miedo y pasar a la ofensiva. Mientras tanto es inevitable
que Richard Ravenscroft y Nick, el hijo que comparte con Catherine, lean «El
perfecto desconocido» y descubran el secreto por sí mismos. Nick lo lee sin
llegar a darse cuenta que tiene algo que ver con su madre; es por ello que
recibe la ayuda de Brigstocke, quien lo ilustra sobre la verdad a través de
internet: «Pobre Nick. Está esperándome, quiere más información sobre las
fotos. ¿Quién las hizo? Y se lo cuento. Luego cuelgo la imagen de Jonathan que
he elegido... Y añado las palabras: “Jonathan Brigstocke. 26 de junio de 1974 –
14 de agosto de 1993. Un perfecto desconocido que murió al salvarte la vida”.»
A través de la historia de Stephen y de los
hechos recogidos en «El perfecto
desconocido» el lector comienza a comprender como se llegó a gestar el libro. Y
quién lo escribió en realidad. Y qué postulados de su articulado pueden
catalogarse de locos y de poco fiables. La Sra. Knight demuestra en todo
momento un agudo sentido de la oportunidad. Ella sabe exactamente cuándo llevar
la acción hasta los límites del suspense y cuando enfrentar directamente, cara
a cara, a Catherine con Stephen. Ésto último se produce cuando ella decide
presentarse en casa de éste y dejar un mensaje en el correo. En él le insta a
hablar, a cambiar sus puntos de vista. Stephen, como ya el lector podrá
suponer, se siente ofendido y no responde. «Ha sido como si metiera una
serpiente sin ojos –hace referencia al brazo de Catherine- por el buzón...
Tendría que haberle dado un hachazo. Pero me equivoco de criatura endemoniada.
Es más sirena que medusa. Hemos detectado la maldad de su voz, que trataba de
atraernos hacia la puerta y luego ha cantado por el teléfono. Ahora resulta que
quiere que la escuchemos. Tiene algo que decir. Bueno, pues es demasiado
tarde.»
Si, como ya comentamos, «Observada», no se ajusta a los patrones de
apertura establecidos para este tipo de literatura, su cierre es aún más
sorprendente. Me cuesta elucidar con rotundidad si el desenlace de la novela
nos conduce a la normalidad o si, por el contrario, es un exceso de crudeza.
Cierto es que Catherine ocultó durante dos décadas su fatídico «escarceo» amoroso con un
veinteañero; «escarceo» que degeneró en un aterrador
desenlace. Como consecuencia de ello el Sr. Brigstocke la hizo pasar por un
verdadero infierno, hasta que reconoció su error. La Sra. Knight tenía todos los
motivos para contentarse con éso. Pero ella decide llegar más allá y recrea un
final que podríamos catalogar de «resentido». Esta decisión habrá levantado no
pocas ampollas entre aquellos que se muestren partidarios de abandonar el relato
allí donde el Sr. Brigstocke reconoce su culpa y aquellos otros que, por el contrario,
ven en su «terminación adicional» un motivo más de entretenimiento. Usted,
amigo lector, tiene la palabra.
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