Saludo de bienvenida

Bienvenido a "L.B.Confidential". Espero que tus expectativas se vean cubiertas. Gracias por tu visita !!!
gadgets para blogger

miércoles, 25 de agosto de 2021

UN RASTRO DE SIRENA (José Luis Correa)

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

UN RASTRO DE SIRENA
José Luis Correa, 2009
ALBA EDITORIAL, S. L. U.

 --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

José Luis Correa explora por primera vez el crimen organizado en “Un rastro de sirena”, su cuarta novela de Ricardo Blanco. En esta ocasión el detective se tropieza con el cadáver descuartizado de una muchacha en la playa de La Laja. “¿Usted conoce La Laja, eso, la arena es negra y tiñosa, pues le juro por mi madre que se volvió blanca y gris de tanta gaviota que había, todas bregando por la carroña”. La carroña, es triste decirlo, es la parte superior del cuerpo de lo que en mejor momento fue Susana, una joven guapa y de una risa esplendorosa. La parte superior porque donde debían estar las piernas de la chica no había nada, ni piernas estilizadas ni cola de sirena. Sí, en esta aventura tenemos la mitad de un cadáver, así que no ha de extrañarnos que también tengamos la mitad de un tatuaje. Un tatuaje que de no haber sido quebrado le hubiera dado al culo de nuestra atractiva sirena un encanto muy especial... 

Con medio tatuaje y un collar como únicos elementos válidos para desentrañar el crimen, Blanco se ve forzado a adentrarse en el mundo de la trata de blancas, la prostitución y el tráfico de drogas de la isla. Un mundo controlado por la mafia rusa que en pocos años ha tomado asiento en la Gran Canaria. Un mundo en el que todo aquel que estorba tiene los días contados. Un mundo habitado por unos tipos capaces de seccionar a una persona en dos, capaces de abrir fuego contra gente inocente en una discoteca, capaces, en fin, de borrarle la sonrisa a una muchacha llena de vida con un pico de botella. Es esta una historia donde, una tras otra, van cayendo sin compasión todas aquellas piezas incómodas conformando una aventura que, en número de víctimas, no tiene nada que envidiar a “Cosecha roja”, la primera novela de Dashiell Hammett. 

Para contar su historia José Luis Correa maneja una serie de técnicas que se amparan en el dinamismo y la destreza textual. Estructura temporal, frases breves y concisas, verbos de movimiento, diálogos insertos en párrafos cortos así como interrogaciones retóricas que funcionan como reflexiones mentales que el detective se hace mientras lleva a cabo la investigación. Destaca sobremanera la capacidad del autor para retratar detalladamente los espacios, los ambientes en los que se desarrollan las andanzas de la narración. Las descripciones naturalistas de los garitos nocturnos donde se cuece el negocio mezquino en que descansa la trama son de una fidelidad incontestable. “Si las habitaciones de un hotel cualquiera siempre me han parecido tristes y desabridas, con esa decoración insulsa y esas sábanas frías, las de un hotel de putas son la alegoría de la tristeza. Había un camastro con una colcha oscura, acartonada, grisácea, para ocultar el rastro de anteriores encuentros.” No se quedan atrás las descripciones de la ambientación popular del carnaval donde el juego de la realidad y la apariencia simbolizan una metáfora de la vida de las chicas doblegadas por la prostitución. “...sobre las once no cabía un alfiler en el parque Santa Catalina. La ciudad se había echado a la calle a despedir a la sardina. Era una noche en la que nadie hacía rehenes, en la que todos echaban el resto porque no habría otra igual de bullanguera hasta el siguiente carnaval... Un velatorio en el que nada faltaba: el obispo, con su cohorte de curas y monaguillos portando hisopos, daba la extremaunción a una sardina de papel maché; cuatro porteadores llevaban el cadáver sobre unas parihuelas de caña; la cúpula militar de los tres ejércitos honraba a la muerta; y una docena de viudas con bigote y voz aguardentosa, tiradas en la acera, lloraban su pérdida de un modo histriónico.” 

Las novelas de José Luis Correa son una semblanza de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, de su gente, de sus calles y de sus costumbres. Ya apuntó el propio escritor que “la novela negra no puede existir sin el espacio, sin la ciudad, sin el puerto, sin el terreno que pisas.” Y es que la novela negra no deja de ser sino una literatura urbana donde la ciudad se convierte en telón de fondo para la representación de la violencia y los conflictos sociales. De la Isleta al Refugio y al Muelle Grande decía Néstor Álamo... de la testaruda y vieja casa de Colacho Arteaga al viejo puerto de Las Palmas para terminar, tras un viaje al sur, en un complejo residencial donde los cadáveres se acumulan. ¿Pueden imaginar ustedes el desenlace de una historia tan sangrienta en un lugar denominado Bahía Feliz? ¿Quién dijo que el suspense solo puede darse en lugares tan distantes como Los Ángeles? Esto es ficción, amigos.

No debe dejarnos indiferente el interés de José Luis Correa por el embellecimiento del lenguaje, un motivo más que justificado  para acercarnos a su obra.

  --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario