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lunes, 30 de mayo de 2016

«MILLENIUM» EN CÓMICS



La serie de STIEG LARSSON es llevada al cómic por PLANETA DEAGOSTINI
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Recientemente la «Editorial Planeta» ha lanzado al mercado una versión en cómics de la serie “Millenium”, en una colección de tres tomos basada en las novelas de Larsson: “Los Hombres que no amaban a las Mujeres”, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. Cada uno de los tomos cuenta con sus respectivas adaptaciones a cargo del guionista Sylvain Runberg y el dibujante Josep Homs.

Millenium es una entretenida historia de intriga, protagonizada por el periodista Mickael Blomkvist y la pirata informática Lisbeth Salander, -de aspecto “Punk”, superdotada en matemáticas, experta en el combate cuerpo a cuerpo y totalmente asocial-, que conjuga secretos familiares, grandes dosis de erotismo y revelaciones sorprendentes.

Lo que más destaca de la adaptación al cómic de la serie es el aspecto gráfico. Josep Homs dota de gran expresividad a los rostros de los protagonistas, reflejando sus miedos, su dolor  y su ira. De hecho, las viñetas ilustran la historia mejor de lo que puede hacerlo el guión de Sylvain Runberg. 

Por supuesto, no hay que olvidar los “Flashbacks” de los asesinatos de mujeres acaecidos en el pasado. Homs consigue en una sola viñeta, sin que se vea nada explícito, crear una atmósfera turbia en la que unos ojos llorosos y unas brillantes tijeras se contraponen a un primer plano del rostro de una chica torturada.

La historia transcurre en una Suecia de aspecto frío que Josep Homs describe con un juego de claroscuros y sombras. Así, las viñetas detentan unos colores crepusculares y apagados que encajan con el ambiente de la historia. «Millenium» es una adaptación sugestiva, principalmente por su sobresaliente apartado gráfico y por su guion entretenido.
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Josep Homs

Josep Horns, (o simplemente, Homs), es un artista de vocación precoz que estudió en la «Escola Joso» (donde ahora es profesor) y que desde muy joven se consagró a la ilustración en sus diversas facetas: publicidad, diseño, grafiti, cómic... Actualmente, además de trabajar como docente en la Joso, ilustra obras de BD francobelga, cuna de grandes autores y títulos.

Ya de niño Homs sabía que sería dibujante. Hoy Homs es más conocido en Francia que en su propio país. Sus acuarelas para ilustrar El Ángelus (Norma Editorial) de Frank Giroud han marcado la diferencia en el país de la BD (bande dessinée) y le han colocado en la categoría de los dibujantes imprescindibles.

Salido de la «Escola Joso», de una de las promociones iniciales que surgieron de ésta primera escuela especializada en cómic de España, Homs representa a toda una generación de profesionales que trabaja en las grandes editoriales de Estados Unidos y Francia. Es curioso ver como mientras en España los dibujantes subsisten como pueden, al otro lado de los Pirineos se les reconoce como artistas.
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domingo, 29 de mayo de 2016

DESCENSO A LOS INFIERNOS. (David Goodis)

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DESCENSO A LOS INFIERNOS (The wounded and the Slain)
David Goodis
TRADUCCIÓN: Celia Filipetto
CRIMEN & CÍA. EDICIONES AUSTRAL
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James Bevan y Cora se encuentran de vacaciones en Jamaica con la esperanza de arreglar un matrimonio fracasado que hace agua por todas partes y que deviene en miserables sus vidas. El supuesto descanso ha sido recomendado por un médico que ni quiere ni cree poder ayudarlos. Cora nunca ha sido capaz de disfrutar en la intimidad con James. Ella se muestra fría y distante con su marido, pero a la vez se manifiesta cálida y coqueta con un corpulento extraño que la corteja. El problema es la forma en que James, desesperado por encontrar algo que valga la pena vivir, primero encuentra consuelo con una prostituta y después (cuando el decoro y la conciencia le obligan a romper con ella) se pierde en el estupor del alcohol, y se transforma en un borracho impenitente con deseos suicidas.

Las cosas van lentas en la primera mitad del libro, mostrando sin tapujos la miseria de las relaciones humanas. Cerca de la mitad, tras el delito, finalmente levanta cabeza y es a partir de ahí cuando la acción comienza a desarrollarse. De regreso a casa después de una noche de sometimiento al poder del alcohol, exhalando efluvios etílicos por doquier, deambulando sin sentido a través de los barrios pobres de Kingston, James mata a un ladrón en defensa propia. El asesinato y el subsiguiente chantaje, sacan a James de su letargo de embriaguez, y comienza a hacer algo productivo por primera vez en mucho tiempo. ¿Será éste el catalizador que haga que su matrimonio renazca? ¿O será la causa de la caída final y la destrucción de James y Cora?

El final de la historia es bastante ambiguo y sabuloso y sin embargo, la esperanza es una manera perfecta de terminar esta mirada fascinante a dos personas en una situación muy compleja. No es cuestión de hacer leña del árbol caído pero, éstos dos realmente se amaban al principio hasta que sus propios problemas psicológicos les llevan a la destrucción de su matrimonio. Las impenitentes borracheras de James –litro y medio diario de ron en Winnie´s-, su deseo de tener hijos con su mujer, el flirteo de Cora con otro hombre, todo contribuye a la incapacidad de mantener íntimamente cercanos a estos dos personajes.

En «Descenso a los infiernos» Goodis teje una red que alcanza la parte más oscura y sórdida de la naturaleza humana; un retrato de dos personas fracasadas, que luchan contra el destino, una lucha contra lo absurdo. Cora sufrió un trágico suceso a una edad temprana que le produjo un gran daño psicológico; ella no sólo tiene problemas en la intimidad familiar con su esposo sino que ha padecido abortos frecuentes e involuntarios. James, a su vez, se ha dado de frente con una esposa frígida, incapaz de tener hijos, algo que le lleva a mantener una aventura con una prostituta y que le acarrea la búsqueda de refugio en el fondo de una botella, refugio del que se niega a salir.

Son éstos dos, James y Cora, los seres humanos de ficción más lamentables con que uno pueda tropezarse jamás, ya que, a pesar del melodrama de sus males, la historia está montada de tal manera que verdaderamente es imposible dejar de compadecerse de ellos. James y Cora están concebidos de forma diferente a esos otros personajes autodestructivos de Goodis, personajes que son desagradables de por sí y que forman parte del juego moral que propone el autor, una fórmula como otra cualquiera de que los lectores no se vinculen a ellos antes de que se estrellen en un final irremediable. James y Cora son diferentes; son gente común, y su incapacidad para hacer frente a sus problemas es lo que impulsa el drama. Su historia es triste y abatida. La escritura de Goodis tiene un aire palpable de melancolía. Sus novelas han sido catalogadas, no sin algo de razón, como notas de suicidio, y encasillarlo como «maestro de la novela negra sombría» subestima la definición de palabra «sombría».

Éste no es un libro para todo el mundo. Goodis es un escritor fantástico, pero «Descenso a los infiernos» es una novela profundamente trágica y melancólica, y éso no es lo que cualquier lector espera de una novela. No se lleve pues a engaño, «Descenso a los infiernos» es una lectura miserable. No hay nada romántico o idealizado aquí, sólo la pobreza destartalada y la vida sin amor, la violencia sin sentido y la incomprensión entre los hombres. No está claro si James y Cora tienen una oportunidad de redención al final -la lectura de sus obras me ha demostrado que no- pero de lo que no cabe duda es que sus vidas hasta las páginas finales son un infierno helado y multicolor y que hay una gran probabilidad de que todo se reduzca simplemente a éso.

Ésta historia es un entretenimiento bullicioso, algo así como revolcarse en la aflicción y, por supuesto, más que un libro para leer es una obra para pensar, ya que está increíblemente bien hecha. Es un libro fuerte desde la perspectiva emocional. Así que, si no le importa darse un paseo por el lado más oscuro de la miseria humana, a través de los túneles de la torsión, el miedo, el odio y el sufrimiento abyecto para resurgir con una incierta posibilidad de esperanza... entonces lea este libro. Es una pieza inquietante de ficción, algo que le atrapará desde sus comienzos.
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lunes, 23 de mayo de 2016

RATEROS. (David Goodis)

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RATEROS (The Burglar)
David Goodis
TRADUCCIÓN: Jorge Luis Mustieles
 CRIMEN &  CÍA. EDICIONES VERSAL
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Es «Rateros» una de las más desgarradas historias surgidas de la pluma de Goodis. Un relato que combina elementos tan propios del «noir» como pueden serlo el destino, el robo, la fuga y la mujer fatal, con un resultado propio de los cuentos más oscuros que se hayan escrito en mucho tiempo. A diferencia de los personajes cotidianos con deseos criminales latentes que suelen ser el foco de sus obras, «Rateros» elige un cuarteto de ladrones. Pero ladrones exitosos y conocedores de su oficio, tal como lo ejemplifica el atraco de la escena de apertura. Sin embargo no cabe adjetivar de igual manera las relaciones que mantienen estos cuatros personajes entre sí.

A pesar de que acaban de robar unas esmeraldas por valor de cien mil dólares no todo anda bien en la banda de Nat Harbin. En primer lugar está la chica -Gladden- quien, aburrida, sóla e insatisfecha, se ha criado como la hermana pequeña que nunca tuvo, y que se encuentra enamorada de él. Gladden es la hija de Gerald Gladden, un ex convicto que, seguro de haber aprendido lo suficiente como para practicar la ciencia del robo de moradas sin ser atrapado, termina con varias balas de la policía en su espalda, tras un trabajo fallido en Detroit. Y luego están los dos matones -Baylock y Dohmer-, competentes en su oficio, pero carentes de la maestría de Nat y el corazón de Gladden. Y luego está el propio Nat, un producto de la depresión, hijo único de un comerciante de artículos de mercería y de una mujer tímida y de alma candorosa. Cuando un catarro de pecho, una neumonía, se llevó a su madre de este mundo, Nat se lanzó a la carretera y huyó de la pequeña población en que residía. Tenía dieciséis años cuando Gerald Gladden le recogió en una carretera del sur de Omaha. Lastrado por la culpa y el sentido de la lealtad a un hombre muerto que le enseñó todo lo que sabía, Nat se compromete en el fatídico momento de la muerte de Gladden a proteger a perpetuidad a su hija.

Sin embargo todo cambia un día. Nat conoce a una mujer en un bar, y de repente se siente libre, capaz de dejar tras él toda una vida dedicada al crimen, capaz de abandonar a los dos matones con los que convive. Capaz de decir adiós a Gladden. Es entonces cuando cae en la cuenta de que ha sido atrapado por un tercero, que pretende chantajearle y apoderarse de las joyas. Responsable de romper su familia, Nat se siente más vulnerable, sólo y culpable que nunca.

Si por algo destaca «Rateros» es por la contraposición del enfoque que propone Goodis entre un grupo dinámico y un protagonista solitario. (Las únicas obras suyas que me vienen a la mente, y que se encuentran en los límites de tal situación, son «Viernes Negro» -Black Friday-, que de igual forma hace referencia a una banda de ladrones, pero en la que el personaje principal es un hombre inocente contra quien la mala suerte y el destino conspiran en contra, y «The Blonde on the Street Corner», ambas fechadas en 1954). En «Rateros», no obstante, los personajes han creado una familia de trabajo en la que no sólo todos tienen un papel que desempeñar, sino que todos ellos se benefician de él. Pero incluso ésto, con toda su carga de positivismo, no sofoca el pesimismo que se encuentra debajo de la superficie de todas las novelas de Goodis. Y al final, Harbin y su equipo no son diferentes de cualquiera de los otros personajes de Goodis: destruyen lo que les gusta y sabotean sus propios sueños. Y por supuesto no se atisba por ninguna parte en «Rateros» pretensión alguna de un final feliz. Harbin y Gladden dan todo lo que tienen, solo para descubrir que no es suficiente. En el mundo de Goodis nada lo es. Es éste el más desesperado de todos los temas recurrentes del autor.

Esta oscuridad que puebla las obras de Goodis, y que tiene su manifestación más sombría en «Rateros» es demostrativa de como sus personajes saben lo que la sociedad espera de ellos, y aún así optan por actuar en contra de esas expectativas. Nat Harbin es «un ladrón» y de vez en cuando envidia a las personas cuyas vidas están basadas en directrices obligatorias. Pero, por supuesto, que Harbin no envidia a estos lo suficiente como para dejar de ser lo que es. Harbin tiene una filosofía diferente; él cree que todos en el mundo es un ladrón al igual que él:

«Los peces toman las huevas de otros peces. Un pájaro conquista el nido de otro. Entre los gorilas, el ladrón más astuto se hace el rey de la tribu. Entre los hombres, los príncipes, los reyes y los magnates no son sino los ladrones de más éxito, tanto si se trata de ladrones grandes y robustos como de hábiles ladrones de palabras suaves, que actúan por la retaguardia, todos ladrones, y nada más que ladrones, con tanto poder como son capaces de acumular.»

El final del libro muestra que no importa si se vive, siempre y cuando usted se aferre a lo que ha robado. En las novelas de Goodis, esta sombría visión del mundo está emparejada con la certeza de que no hay salida, no en vano, sus novelas son apellidadas con títulos tan expresivos como «Calle de los perdidos» y «Calle sin retorno».
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miércoles, 18 de mayo de 2016

EL PSICOANALISTA. (John Katzenbach)

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EL PSICOANALISTA (The Analyst)
John Katzenbach
TRADUCCIÓN: Laura Paredes
EDICIONES B, S. A.
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«El psicoanalista» (The Analyst), la novela más exitosa de John Katzenbach, escritor norteamericano nacido en Princenton (New Jersey), fue editada originalmente en 2002. Katzenbach tiene actualmente dos nominaciones a los premios Edgar por «Al calor del verano» (In the Heat of the Summer, 1982) y «La Sombra» (The Shadow Man, 1995), así como el dudoso honor de ocupar un lugar en la lista de «bestsellers» del New York Times. Sus libros incluyen entre otros: «Retrato de sangre» (The Traveler, 1987), «Juicio final» (Just Cause, 1992), «El profesor» (What Comes Next, 2010) y «El estudiante» (The Dead Student, 2014).

El psicoanalista que da título a este relato es el Dr. Frederick («Ricky») Starks, un viudo sedentario, de carácter totalmente introspectivo, y yo me atrevería a decir que poco atractivo para el lector. A sus cincuenta y tres años de edad, Starks pasa los días oyendo a la gente quejarse de su madre. Unas madres, según ellos, desconsideradas, crueles y sexualmente provocativas. Todos sus clientes, sin excepción, dedican sus sesiones a echar pestes contra las mujeres que les han traído al mundo. La monotonía de escuchar a sus pacientes, a quienes desagrada, solo se ve rota por la proximidad de unas vacaciones en su residencia de verano de Cape Cod. Sus planes, sin embargo, se tuercen cuando encuentra una carta dejada en la sala de espera de su consultorio por una persona que se hace llamar a sí misma «Rumplestiltskin». La carta comienza así: «Feliz cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte. Pertenezco a algún momento de su pasado. Usted arruinó mi vida. Quizá no sepa cómo, por qué o cuándo, pero lo hizo. Llenó todos mis instantes de desastre y tristeza. Arruinó mi vida. Y ahora estoy decidido a arruinar la suya. Al principio pensé que debería matarlo para ajustarle las cuentas, sencillamente. Pero me di cuenta de que eso era demasiado sencillo. Es un objetivo patéticamente fácil, doctor. Acecharlo y matarlo no habría supuesto ningún desafío. Y, dada la facilidad de ese asesinato, no estaba seguro de que me proporcionara la satisfacción necesaria. He decidido que prefiero que se suicide.» Como condición para librarse de semejante desatino, Rumplestiltskin le impone a Starks la penitencia de adivinar su verdadera identidad. O eso, o la alternativa de quitarse la vida en un plazo de quince días. De no acceder a ello pende sobre Starks la amenaza que uno de sus parientes –cuya lista abarca el cuantioso número de cincuenta y dos- pase a disfrutar el sueño de los justos. Como prueba de su buena fe e intenciones, el Sr. R. informa a Ricky que un mensaje ya ha sido entregado a una de esas personas.

El mensaje, entregado a una joven de catorce años de edad, sobrina nieta del médico, es suficientemente desagradable y Ricky decide tomarse la carta en serio. Igualmente la muerte de uno de sus pacientes, un aparente suicidio pero asesinato a los ojos de Starks, le impulsa aún más a creer la palabra de los dos subordinados de Rumplestilskin que se presentan ante él. Una mujer joven y bella, que se hace llamar “Virgil”, le comunica a Ricky que será su guía al infierno. Más tarde, un supuesto abogado, que responde al nombre de “Merlin”, obsesionado en presentar un caso de mala conducta profesional contra el médico, comunica a Ricky que va a destruirlo.

Ricky Starks no tarda en descubrir que ha sido despojado de casi todos sus activos, así como de su reputación. Mientras los días pasan inexorablemente, se mantiene en contacto con su torturador a través de una serie de anuncios publicados en la portada del New York Times. Starks busca la ayuda del hombre que fue su mentor, aquél que lo formó en su profesión y fue su guía en sus comienzos, pero finalmente se da cuenta que no hay alternativa a la muerte. Y así, una noche de luna llena, después de prender fuego a su casa de verano en Wellfleet, conduce con cuidado y sin pausa hasta una playa que le es conocida desde hace años y, desnudo como el amanecer, camina despacio hacia el agua embravecida.

Katzenbach atesora una dilatada trayectoria como reportero especializado en temas judiciales, quehacer que ha desarrollado en los rotativos «The Miami Herald» y «Miami News». Por esta labor, que ha sabido amalgamar cuidadosamente con la escritura, es razonable suponerle una disposición a reducir el número de palabras al mínimo, siempre con una inversión en cada palabra capaz de producir el máximo impacto posible. Sin embargo «El psicoanalista» es una obra densa y bendecida con la longitud de una enciclopedia.

Mucho se ha hablado sobre la fragilidad que destila a veces la personalidad. El libro hace de ello acopio de largo alcance y nos invita a apreciar cómo dejar atrás los patrones predecibles de una antigua vida y cómo desarrollar una nueva identidad a través de un largo viaje de venganza y redención. Coexisten en «El psicoanalista» muchos acontecimientos impresionantes, todos ellos provistos de una inmoderada descripción y seguidos  de consideraciones cercanas al mundo del psicoanalis. Se hace complicado sentir simpatía por el doctor Starks, aunque más complicado es aún sentirla por sus perseguidores. Asimismo no es fácil entender como un personaje, cuyos hábitos sedentarios están cimentados a través de años de largas y duras sesiones sentado tras un diván escuchando a sus pacientes, en un hábitat que no incluye ningún tipo de formación física y cuyas articulaciones cabe suponer anquilosadas, es capaz de recorrer miles de millas sin ningún esfuerzo obvio. Asimismo Starks se permite ser atrapado en una situación incómoda por no atreverse a contactar a tiempo con la policía y, cuando lo hace, es recibido con una rudeza insensible así como con gran incredulidad. ¿Es digno de crédito que una institución tan americana como la policía tenga miembros que se comporten de este modo?

Si bien es cierto que la increíble -y uso el adjetivo apropiado- longitud de «El psicoanalista» podría ser recortada en cientos de páginas y su trama obligada a seguir caminos menos tortuosos, también lo es que algunos de sus puntos culminantes, como el fino sentido del ritmo, las curvas imprevisibles y las frescas caracterizaciones, eclipsan sus fallos menores. 
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sábado, 7 de mayo de 2016

HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO. (Petros Márkaris)

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HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO (Titloi Telous)
Petros Márkaris
TRADUCCIÓN: Ersi Marina Samará Spiliotopulu
TUSQUETS EDICIONES S.A.
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Tras la tremenda recesión a la que se ha visto sometida Grecia estos últimos años y de la que todavía no ha podido despojarse -y es muy posible que no lo haga en mucho tiempo- resulta especialmente conveniente leer a Petros Márkaris para entender mejor un Estado, una sociedad y a unas gentes que han sido atacadas de forma despiadada por la crisis. Una crisis que, naturalmente, no es solo de ahora, sino que tiene unas profundas raíces en la historia reciente del país. Pocos escritores como Petros Márkaris han retratado mejor la Grecia de la calle, sus tensiones, riquezas y miserias, así como la corrupción de su clase política y empresarial. Por éso sus novelas son un referente a la hora de interpretar el pensamiento de unos ciudadanos asolados por la quiebra. Sin embargo el propio autor reconoce que, aunque la crisis dura lo suficiente como para escribir un nuevo libro, no lo hará: “Lo dejo porque estoy exhausto, tengo que cambiar de tema.”

«Hasta aquí hemos llegado» está considerada por el propio escritor griego como una especie de epílogo a la llamada «Trilogía de la Crisis», que contempla los títulos «Con el agua al cuello», «Liquidación final» y «Pan, educación y libertad». En esta cuarta entrega la gente asume el papel protagonista. «Me di cuenta de que había abordado la banca, la evasión fiscal y la generación de los políticos que nos metieron en ésto. Me faltaba la gente. La cuarta es sobre la gente común». 

«Hasta aquí hemos llegado» comienza con la agresión de Katherina, hija de Jaritos, a quien éste localiza tendida de espaldas en el suelo delante de la entrada del edificio de los Juzgados de Atenas. Unos desconocidos le han propinado una paliza de muerte ante la indiferencia de los transeúntes. Recordemos que Katherina ha elegido dedicarse a defender a las minorías débiles de inmigrantes, y es por ello que en el momento de su agresión se disponía a acudir a un juicio acompañada de dos clientes africanos. Los agresores pertenecen al cada vez más numeroso partido neonazi «Amanecer Dorado». La escena, cómo no, es colgada en internet con posterioridad. Pero esta historia aunque parezca primordial solo es una parte del cuadro que pinta Márkaris para que el lector se haga una idea del momento que atraviesa Grecia. A este ataque, se suma la aparición del cadáver de un alemán de origen griego, propietario de una empresa de energía eólica. No será éste el único. Los crímenes, que se van sucediendo en una diabólica espiral -tras esa muerte de este señor llegarán las del dueño de una academia privada y la de un “aprovechado” que trabaja con la Administración-, van acompañados de un manifiesto firmado por los autodenominados «Griegos de los Años Cincuenta», una agrupación que fiel a las tradiciones, mata con revólveres cosechados esos años. Este extraño grupo pone en el candelero un pasado, el de la Guerra Civil Griega, desatada en los años cuarenta. Quizás lo que representan, apunta alguien, sea cierto espíritu de aquella generación sacrificada que se esforzó por sacar el país adelante. Una generación que quizá ahora desea que se haga justicia.

A mediados de la década de los noventa Petros Márkaris dio vida a su comisario Jaritos y comenzó a publicar sus singulares casos. Con Jaritos hemos recorrido las calles de Atenas durante el período preolímpico y con él hemos padecido los rigores de la crisis que ha fustigado a su Grecia natal. Representante de la novela policíaca mediterránea junto a Andrea Camilleri y Manuel Vázquez Montalbán, Petros Márkaris no ha perdido en todos estos años un ápice de su dominio narrativo, dosificando con habilidad los hechos en un estilo directo y ágil y con unos diálogos muy creíbles. Los cuentos protagonizados por el comisario Kostas Jaritos se han convertido en la lanzadera de la literatura griega actual dentro del panorama literario europeo, y los cuatro relatos que retratan la devastadora crisis que asola el país no hacen sino confirmar la importancia de la escritura negra, la escritura urbana por excelencia, a la hora de reproducir el espacio y la sociedad y hacer creíble la trama. 
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lunes, 2 de mayo de 2016

LOS «EDGARD ALLAN POE AWARDS» 2016

«EDGARD ALLAN POE AWARDS» 2016 
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La apoteosis de Lori Roy

La noche del pasado jueves 28 de Abril se celebró la cena de entrega de los «EDGARD ALLAN POE AWARDS» -popularmente llamados «EDGARDS»-, los premios anuales que organiza la «MYSTERY WRITERS OF AMERICA», conocida por estos lares como la «Asociación de Escritores de Misterio de América». Este año los «EDGARDS» estaban de cumpleaños -70 abriles-, 70 años de celebración de lo mejor de la fantasía, la novela negra, el suspense, la película de intriga y el crimen. Los «EDGARDS», está de más decirlo, simbolizan la ficción que nos gusta leer, ésa que nos da la oportunidad de escapar de la rutina diaria y que hace que nuestro corazón palpite arrítmicamente.
La noche del pasado jueves los salones del Grand Hyatt Hotel de Nueva York se encontraban repletos; colmados de hombres en traje de etiqueta y mujeres en vestido de gala; personas cuyo trabajo les impele a crear formas imaginativas de matarse el uno al otro durante el intervalo de tiempo  que transcurre entre el plato principal y el postre. Sin embargo esa noche no se encontraban allí para eso. La noche del pasado jueves 28 de Abril estaban allí para celebrar «la gran noche de LORI ROY».  

Roy no es una desconocida en las noches de los «EDGARDS». Su novela «Bent Road», ganó el Edgar a la BEST FIRST NOVEL en 2012, y con «Until She Comes Home» volvió a ser nominada a la BEST FIRST NOVEL en 2014. Este año era su tercera nominación y, más relajada que nunca, acudió a la gala que suscitaría su «apoteosis».
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La primera novela de Lori Harold Roy, «Bent Road», fue galardonada con el «EDGARD ALLAN POE AWARD» a la BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR, y considerada por el New York Times como el libro de crimen más notable de 2011. Su segunda novela no le fue a la zaga, y quedó finalista del «EDGARD ALLAN POE AWARD» a la BEST NOVEL, a la vez que recibió innumerables elogios del New York Times. Su novela más reciente, «Let Me Die in His Footsteps», ha sido la ganadora del «EDGARD ALLAN POE AWARD» de 2016 a la BEST NOVEL, y conceptuada como una de las 15 mejores novelas de misterio de 2015 por Oline Cogdill. Lori vive con su familia en el centro oeste de Florida.

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Walter Mosley, escritor y profesor universitario, nacido en Los Angeles, California, el 12 de enero de 1952, autor que goza de una excelente reputación entre la crítica especializada, es reconocido mundialmente por la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Easy Rawlins. En la actualidad compagina su trabajo literario con las clases de Lengua y Literatura Inglesa en la New York University.

En apenas quince años ha escrito sus once novela de la serie de Easy Rawlins, desde aquél «Devil in a Blue Dress» (1990) –publicada en España por Anagrama en 1994 como «El diablo vestía de azul»-, que recibió los elogios del ex presidente Clinton y  le catapultó definitivamente a la fama, hasta la  publicación más reciente -en 2009- de «Rubia peligrosa». Sin embargo, su obra no se circunscribe a la novela policiaca, en sus 30 años de carrera ha escrito casi 30 libros, que recogen temáticas que van desde otras series policíacas hasta la novela de ciencia ficción o el ensayo.
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Martin Edwards fue el triunfador en la categoría BEST CRITICAL/BIOGRAPHICAL, por su libro «The Golden Age of Murder», que recrea las acogedoras historias policíacas de los años 1920 y 30. Lou Berney, favorito en todas las quinielas, ganó el «EDGARD»  a la BEST PAPERBACK ORIGINAL por su novela «The Long and Faraway Gone». Peter Flannery se hizo con el «EDGARD» a la BEST TELEVISION EPISODE TELEPLAY con «Gently with the Women», de la serie de la BBC «Inspector George Gently». No estuvo presente a la hora de recoger el premio. Viet Thanh Nguyen fue galardonado con el premio a la BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR por su obra «The Sympathizer». Si el título les suena familiar, no está de más recordarles que también ganó el Premio Pulitzer a la Ficción 2016. Si otra novela jamás había ganado un Edgar y un Pulitzer, ésto se dio este año por vez primera. No había ninguna duda en el comité sobre quien iba a ser el ganador en esta categoría.

Y la velada terminó con la entrega del premio estelar de la noche a Lori Roy, quien se llevó a casa el «EDGARD» a la BEST NOVEL. Con esta victoria, Roy se convierte en la tercera persona -y la primera mujer- en ganar los Edgars a la BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR y a la BEST NOVEL. Un broche de oro para poner fin a una noche memorable.
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  • BEST NOVEL
    • «Let Me Die in His Footsteps» de Lori Roy
  • BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR
    • «The Sympathizer» de Viet Thanh Nguyen
  • BEST PAPERBACK ORIGINAL
    • «The Long and Faraway Gone» de Lou Berney
  • BEST FACT CRIME
    • «Whipping Boy: The Forty-Year Search for My Twelve-Year-Old Bully» de Allen Kurzweil
  • BEST CRITICAL/BIOGRAPHICAL 
    • «The Golden Age of Murder» de Martin Edwards
  • BEST SHORT STORY
    • «”Obits” – Bazaar of Bad Dreams» de Stephen King
  • BEST JUVENILE
    • «Footer Davis Probably is Crazy» de Susan Vaught
  • BEST YOUNG ADULT
    • «A Madness So Discreet» de Mindy McGinnis
  • BEST TELEVISION EPISODE TELEPLAY
    • «“Gently with the Women” – George Gently, Teleplay» de Peter Flannery
  • ROBERT L. FISH MEMORIAL AWARD FOR BEST FIRST SHORT STORY
    • «“Chung Ling Soo’s Greatest Trick” – Ellery Queen Mystery Magazine» de Russell W. Johnson
  • GRAND MASTER
    • Walter Mosley
  • RAVEN AWARDS
    • Margaret Kinsman
    • Sisters in Crime
  • ELLERY QUEEN AWARD
    • Janet Rudolph, Founder of Mystery Readers International
  • THE SIMON & SCHUSTER – MARY HIGGINS CLARK AWARD
    • «Little Pretty Things» de Lori Rader-Day
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domingo, 1 de mayo de 2016

ÓRDENES SAGRADAS. (Benjamin Black)

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ÓRDENES SAGRADAS. (Holy Orders)
Benjamin Black
TRADUCCIÓN: Nuria Barrios
PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL
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Es cuando menos curioso -por no calificarlo de desconcertante- el hecho de que novelistas consagrados en literatura culta de pronto transgredan las lindes de ésta y se adentren en el terreno del relato relacionado con la delincuencia. ¿Hay que considerarlos por ello escritores diferentes? John Banville, ganador del Premio Booker 2005 por «El mar», amén del Premio Principe de Asturias de las Letras 2014, ha publicado siete relatos de suspense. Él firma sus novelas negras como Benjamin Black, su «otro yo» y, desde luego, se ve diferente.
La primera novela negra de Black, «Christine Falls», se publicó en 2006. Según Banville, fue un subproducto de un guion para una serie de televisión que nunca se llevó a cabo. Situada entre Dublín y Boston, capital esta última del estado de Massachusetts, allá por la década de 1950, la narración aporta toda la viveza y penetración psicológica posibles a una historia de crimen, emocionante y atmosférica. Una noche, después de tomar unas copas, Quirke baja al depósito de cadáveres donde trabaja y encuentra a su hermano adoptivo –Malachy- ajetreado con un archivo que no tiene por qué estar en sus manos. A la mañana siguiente, cuando la niebla se ha levantado, el médico toma conciencia de la manipulación de un cadáver y la ocultación de la causa de la muerte.
Quirke, el protagonista de la serie policíaca de Black, es un patólogo de Dublín que se define a sí mismo como “Un consultor para los muertos”, y al que conocemos solo por su apellido. Es un alcohólico con tendencias misantrópicas y con un gran atractivo para las mujeres. Tiene un gusto especial por los zapatos hechos a mano. Su infeliz familia incluye a su hermano Mal; la esposa de éste, Rose; su desafortunada hija Phoebe, quien se pasa la vida colaborando en sus casos de asesinato, y su compañera, Isabel Galloway, actriz de teatro en activo. Su padre adoptivo fue el fallecido Garret Griffin, juez del Tribunal supremo de Irlanda. Su vida familiar no es tanto disfuncional como desenfrenadamente gótica, con manifestaciones de ilegitimidad, de adulterio, crueldad y confusiones acerca de su paternidad.
«Christine Falls» se convirtió en una «plantilla» para la serie. En el corazón de la misma late Quirke, a quien hemos calificado como una mezcla profana de licores, tristeza y apetitos animales. Sus relaciones familiares, por lo general, forman parte de la trama. Un recurrente común de la villanía que le acompaña, directa o indirectamente, es la Iglesia Católica Apostólica y Romana, por la que Quirke siente un odio inveterado debido a su corrupción institucional y el daño que produjo en él siendo escolar. 
Los libros de Benjamin Black están dominados por la imagen brillante y convincente del Dublín de hace 60 años. Todo está aquí, los bares llenos de humo, los edificios de mala muerte, la lluvia y la silenciosa desesperación de muchos de los habitantes de ese mundo corrompido. Pocos novelistas son capaces de fijar la atención en los detalles pictóricos tal como lo hace Black, y pocos escriben una prosa tan límpida y expresiva como la suya. Hay una cualidad que fluye de la lengua de Benville que es difícil encontrar en la ficción literaria de otros escritores. 
La trama de «Órdenes sagradas» es básica. Un joven reportero del «Clarion» es golpeado hasta la muerte en un campamento gitano cerca de Belfast y cuando Quirke -en su función de patólogo- hace un informe sobre el cuerpo del fallecido, lo reconoce como el de Jimmy Minor, un amigo de su hija Phoebe. Quirke mantiene una relación ambigua con su hija, reconociendo su capacidad para decir las cosas equivocadas en el momento equivocado. El Padre Honan, un hombre «bueno y piadoso» según todos, es retratado aquí de manera sutil, así como sutil es la tristeza que emana de Sally, la hermana del hombre asesinado, que encuentra su propia manera de venganza a través de su relación con la hija de Quirke.

Quizás el capítulo más horrible de este libro sea aquel en que se narra la visita de Quirke a «Trinity Manor» -refugio de los padres de la Santísima Trinidad-, que recrea en él los recuerdos de su infancia, y trae a su memoria las instituciones en las que se crio de pequeño. Sólo Quirke podría conjugar con tan acertada claridad la dureza de la remembranza con su observación de una casa decorada con medallones y leyendas latinas en sus puertas. “Al final del camino de entrada en curva se levantaba el edificio, imponente y gris, entre planas extensiones de césped. Los árboles –sicómoros, hayas y algún que otro roble- aún estaban sin hojas, sus ramas se perfilaban negras y austeras  contra el cielo azul plomizo y los grandes macizos de nubes plateadas”. Para añadir secamente a continuación: “Con qué rapidez se apoderaron los sacerdotes de lo mejor que dejaron los ingleses, tan pronto como estos se marcharon.”

Durante la extraña visita que realiza a la casa, refulge en su memoria la figura del hombre que en su día conoció como Nike, «Dean de disciplina» en Carricklea, orfanato donde estuvo recluido durante su infancia. Recuerda que en sus años allí no fue fustigado por Nike, como sí ocurrió con muchos de sus compañeros, e incluso de haberlo sido, no fue ella la mayor de sus preocupaciones. “Era un tipo especial de temor el que emanaba de Nike, íntimo, cálido y húmedo y ligeramente indecente.”

El hombre de edad avanzada, el viejo portero de Trinity Manor con quien Quirke se reúne en el caserón y con quien dialoga durante una media hora en la cocina, se hace llamar Thady hasta el momento en que se despiden en la puerta, momento a partir del cual conviene en llamarse, de forma sorpresiva, Richie. Lo más curioso es que Thady -¿o tal vez Richie?- parece haberse olvidado de la conversación que ambos mantuvieron en la cocina de Trinity Manor momentos antes.

La sensación de ser perseguida abruma a Phoebe, una Phoebe que se sorprende a sí misma tomando como huésped a una desconocida que resulta ser la hermana de Jimmy Minor. El objetivo de Sally no es ni Phoebe ni Quirke. Ella tiene sus propias ideas. A partir de este momento la narración alcanza una nueva y oscura dimensión. Sally acude al confesionario del Padre Honan. “Hace tiempo que no me confieso, padre...” Honan está a la espera de partir hacia África, hacia su amada Nigeria, donde ha vivido tres felices años como misionero. “En África, el pecado estaba lleno de vida, había un gozoso deleite en todas las oscuras posibilidades que el mundo ofrecía”. Y cuando Sally le pregunta simplemente, “¿Quién perdona sus pecados, padre?”, siente “una sensación de escalofrío” cuando él responde: “Dios, ¿quién sino Él?

Para Black el misterio de la condición humana sigue siendo impenetrable. «Órdenes sagradas» es un libro lleno de amargura y recuerdos tan dolorosos, que son casi alucinatorios. 
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