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viernes, 31 de octubre de 2014

MICKEY SPILLANE (1918 - 2006)

MICKEY SPILLANE
9 marzo de 1918 / 17 de julio de 2006
Yo, el jurado
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Frank Morrison Spillane nace en Brooklyn el 9 de marzo de 1918, hijo único de Catalina Anne y John Joseph Spillane, barman americano de ascendencia irlandesa, quien apoda “Mickey” al pequeño Frank.

Spillane fallece el 17 de julio 2006 en su casa de Murrells Inlet, Carolina del Sur, dejando atrás una esposa, una pareja de ex-esposas, cuatro hijos, más 200 millones de copias impresas de sus libros y un sinfín de lectores satisfechos con sus escritos.

El más popular de sus personajes es, sin lugar a dudas, el duro Mike Hammer, quien trabaja en Nueva York  y convierte todos sus casos en una venganza personal que, después de un número adecuado de citas con chicas hermosas y generalmente dispuestas, inevitablemente terminan con la aplicación de su propia  justicia, por lo general derivada del cañón humeante de su colt calibre 45.

Los críticos no han regateado calificativos a la hora de burlarse de los jugueteos sexuales y la violencia que se desprende de la obra de Spillane (es cierto que, a veces es difícil decir dónde acababa el sexo y donde comienza la violencia), hasta el punto que éstos trastornos han sido denunciados en las iglesias y en las audiencias del Senado de EE.UU., pero no por ello el público ha dejado de leer sus libros.

Spillane se convierte en el escritor más  vendido de novela negra de su tiempo y sitúa a Hammer en la cúspide de la fama apoyado por los medios de comunicación. Hammer aparece en la radio y en las películas, en tiradas diarias de periódicos y en dos populares series de televisión, así como, por supuesto, en trece novelas de gran aceptación, que se extienden desde “Yo, el jurado” (The Jury), editada en 1947 y “Callejón negro” (Black Alley) en 1996.
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Mickey Spillane cristaliza en estrella mediática, en la versión cinematográfica de “The Girl Hunters” (1962) y aparece como portavoz de la cerveza Miller Lite, en un anuncio de televisión, desde hace casi dos décadas. Escribe sobre otros personajes memorables de tipo duro, de los que destaca el súper espía Tiger Mann, en una serie de novelas escritas a mediados de la década de 1960; Dogeron Kelly en “El Juego de la erección” (1972) y “Mako Hooker”, un espía semiretirado en la última novela de Spillane -“Algo que hay ahí abajo”-, publicada en 2003, cuando el autor cuenta 85 años.

Pero es Hammer, quien capta la imaginación de las audiencias durante la época de la Guerra Fría e influye en innumerables imitadores. Su éxito también tiene un impacto importante en la publicación. “Yo, el jurado” vende unas respetables 10.000 copias en tapa dura, y unos números entonces inauditos de más de dos millones de ejemplares en la edición de bolsillo, números que atraen la atención de la industria. Los editores no dejan pasar esta oportunidad y aprovechan el hambre del público por las emociones literarias de bajo costo para sacar al mercado sus novelas.

Spillane crece en Brooklyn, Nueva Jersey, y se gradúa en la escuela secundaria, también en Brooklyn, allá por los años de la Gran Depresión. Es un narrador natural, se las arregla para vender una historia o dos para varias revistas ya en sus años juveniles, pero sobre todo realiza trabajos ocasionales (incluyendo un período como salvavidas) antes de matricularse en Fort Hays State College en Kansas.

Sin embargo nunca se gradúa y antes de 1940 ya se encuentra trabajando a tiempo parcial en el departamento de comercio de un establecimiento de Nueva York durante la época navideña. Allí conoce a otro joven nacido en Brooklyn, quien le presenta a su hermano, Ray Gill, un editor que se encuentra en la necesidad de descubrir a alguien capaz de producir las piezas cortas de su tira de Comics. Spillane está a la altura de lo que éste pide, pero abandona el proyecto para unirse a la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos a raíz de Pearl Harbor.

Sirve como instructor de vuelo en Mississippi, donde conoce a su primera esposa, Mary Ann Pearce. Después de la guerra, la pareja regresa a Brooklyn, con el sueño de comprar una casa y un terreno. Spillane toma contacto de nuevo con los hermanos Gill, esta vez enfrascados en un singular proyecto de cómics. La idea de Spillane para el nuevo cómic gira en torno a la figura del detective privado Mike Danger.

Desafortunadamente, Danger, no cala en el público. Spillane  trata de venderlo como una tira cómica y para ello, en 1947 publica una impresión sobre el personaje en los periódicos. Dibujado por Mike Roy el cómic aparece por un espacio breve de tiempo en los periódicos del área de Nueva York. A partir de ese momento Spillane decide dejar el mundo del cómic para convertirse en un escritor de misterio.

Reestructurado Danger, Mickey le cambia el nombre por el de “Mike Hammer” y supuestamente de ahí nace “Yo, el jurado, novela con la que Hammer hace  su presentación en sociedad. Con la ayuda de Ray Gill, lo vende a EP Dutton & Co, cuyos editores no están aparentemente muy impresionado con la escritura de Spillane, sin embargo piensan que puede haber un mercado para él.

El resto es historia. Spillane se convierte en un prolífico escritor, que produce seis novelas más en los próximos cinco años, todas ellas superventas, incluyendo “Mi Gun is Quick” (1950), “Vengeance is Mine (1950)” y “One Lonely Night” (1961).

A pesar de su asombroso éxito, la vida privada Spillane se desarrolla con sencillez. Se convierte en testigo de Jehová a principios de 1950 y se traslada con su familia (por entonces él y Mary Ann tienen cuatro hijos) a Murrells Inlet, una comunidad tranquila  en Carolina del Sur, donde continúa machacando en una máquina de escribir manual. Por desgracia, el matrimonio termina en divorcio. En 1964, se casa con una actriz, Sherri Malinou, quien posa desnuda para la portada de una revista, lo que provoca el fin del matrimonio. En 1983, se desposa con Jane Rodgers Spillane Johnson.
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Spillane nunca se toma a sí mismo demasiado en serio, al menos públicamente, rechazando el apodo de "autor", e insistiendo en que él escribe simplemente por dinero, y con el gusto de admitir que representa “la goma de mascar de la literatura americana”. Ciertamente, Spillane es un gran estilista; su prosa es franca, directa y profesional, características que comparte con Hammer. 

Spillane es una rareza en el mundo literario, es de ideología conservadora, un “creyente incondicional en el bien y en el mal”, un escritor que se deleita “encerrando” entre rejas a los comunistas y los liberales. Por sus novelas deambulan mujeres independientes, homosexuales y diversos grupos raciales y étnicos. Y, sin embargo, a pesar de sus excesos y de su visión del mundo sin complejos, visión que incluso entonces debe haber levantado algunas ampollas, el mejor de los libros de Spillane, y particularmente las novelas de Hammer, desprenden una energía motriz feroz y una innegable pasión, que arrastra al lector a lo largo de sus páginas y lo mantiene en tensión hasta el final.
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martes, 28 de octubre de 2014

MAREA VIVA. (Cilla y Rolf Börjlind)

MAREA VIVA (Springfloden)
Cilla y Rolf Börjlind
RTADUCCIÓN: Sofía Pascual Pape
EdicionesB, Abril 2014
María Cecilia Gemvall, conocida como Cilla Börljlind, nace en Sollentuna (Suecia) en 1961. Casada con Rolf Börljlind, juntos son los responsables, entre otras, de la serie policiaca “Groven och Morden” (La tumba y los asesinatos); asimismo han escrito veintiséis guiones para películas de la serie Martin Beck, el popular protagonista de las novelas escritas por la pareja sueca Maj Sjöwall y Per Wahlö.

“Marea viva” nos sitúa, a finales del verano de 1987, en la playa de Kosterstrand, en la isla de Nordkoster, donde tres figuras cavan un hoyo en la arena de metro y medio de profundidad y sesenta centímetros de diámetro. Una cuarta figura es introducida en el hoyo, dejando sobresalir su cabeza. Las primeras y escasas olas de la marea viva comienzan a lamer la playa. La mujer del hoyo aúlla fuera de sí. El nivel del agua sube y el mar termina calmándose.

En 2011 Olivia Rönning, de veintitrés años, cursa su tercer semestre  en la Escuela de  Policía de Sörentorp, en Estocolmo. Antes del descanso estival le es presentado un compendio de varios antiguos casos de asesinato sin resolver. Debe elegir uno y realizar un análisis de la investigación acorde con los medios que maneja la policía en la actualidad. Olivia encuentra el expediente de la mujer asesinada en la playa de Kosterstrand en 1987 y comienza su propia exploración. El hecho de que su padre, el fallecido Arne Rönning, comisario de la Brigada Criminal, al que idolatra, participe en su día en la investigación, redunda en su decisión de implicarse en el caso. Para ella el sumario se reduce a la marea baja, la oscuridad creciente, la joven desnuda en la arena, el estremecedor aullido en la noche y los tres autores del crimen. Tras estos hechos, se esconde el testimonio de Ove Gardman, un joven de solo ocho años por entonces, afincado en la actualidad en la península de Nicoya, en Costa Rica donde ejerce de biólogo marino. Por su parte, el inspector jefe, Tom Stilton, encargado del caso en su momento ha desaparecido sin dejar rastro.

Secuestrada su voluntad por el deseo de resolver el misterio y subyugada por la ola de acontecimientos que se suceden en el tiempo, la terca Olivia, decide volver sobre los pasos de la investigación, tropezando en su camino con personajes tan singulares como la mujer fatal Jackie Berglund, quien ejerce de dama de compañía, presente en la escena del crimen, o la tenaz Eva Carlsén, periodista, que le ayudan en el proceso. También están presentes personajes pintorescos tales como el “Visón”, figura al límite de la legalidad y la criminalidad, cuyo talento consiste en estar en movimiento continuo en círculos muy diversos y atrapar pequeños fragmentos de conversación que luego une hasta conformar un patrón, -no soy ningún soplón, soy un equilibrista-. Cada uno de ellos colabora con su historia personal, de una manera u otra, en el progreso de la exploración  de Olivia, tejiendo una red de espectaculares descubrimientos, revelaciones y testimonios, donde coexisten sentimientos de venganza y desprecio, pero también colaboración, sentido de la justicia, amistad, varios asesinatos y hasta un viaje intercontinental.

Paralelamente a estos acontecimientos, en la ciudad se desencadena una ola de violenta barbarie, por parte de una banda de adolescentes, contra los indigentes, la gente que duerme en la calle, los “sin techo” como los adjetivan los medios. ¿Quién perpetra esta violencia? En el mundo intenso y complicado que nos muestra el matrimonio Börjlind, donde se mezclan las pasiones, la solución hay que buscarla en los insondables misterios de la mente, del corazón y de la propia ciudad, entre las diferencias existentes entre aquellos que tienen poder y dinero y aquellos que deben prostituirse para llegar a fin de mes, aquellos que sienten la necesidad de compartir sus correrías en las redes sociales para adueñarse de una identidad, como los chicos de la banda criminal de adolescentes, aquellos que como el pequeño Acke se ven atrapados en un juego mortal  o aquellos otros que, como el misterioso Nils Wendt, deben poner tierra de por medio para garantizar su seguridad.

Este romance coral que enlaza varias subtramas, compuesto por Cilla y Rolf Börjlind, aglutina toda una serie de ingredientes, tales como complejidad, fiabilidad y clímax creciente, componentes precisos para atrevernos a asegurar que nos encontramos ante una excelente novela de suspense. Un relato con una considerable estructura narrativa que aborda temas sociales de tal actualidad como la prostitución de lujo, el problema social de los sin techo, la malversación de fondos públicos y la violación de los derechos humanos por parte de empresas extractoras de mineral en países africanos. 
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lunes, 20 de octubre de 2014

James M. Cain: Del papel al celuloide

JAMES MALLAHAN CAIN
1 de Julio de 1982 / 27 de Octubre de 1977
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"El poeta del asesinato sensasionalista"

James M. Cain, autor prolífico y talentoso de novelas duras tales como “El cartero siempre llama dos veces”, “Perdición”, “Mildred Pierce” y “Serenade”, alimenta a lo largo de su vida un sentimiento hostil por el denominado séptimo arte. Argumenta que el cine es una forma de inspiración inferior. Lo encuentra crudamente esquemático, infantilmente artificioso, ingenuo, superficial y poco sofisticado.

Cain se acerca a la industria del cine con un desdén irónico, porque él desarrolla ávidamente en su juventud una notable carrera como guionista y más tarde, como novelista, obtiene respetables riquezas por los derechos cinematográficos de su trabajo literario. Hoy en día gran parte de la opinión pública es consciente de su obra a través de las películas derivadas de sus libros. Cuando la gente piensa en James Mallahan Cain, piensa en Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en “Perdición”, piensa en John Garfield y Lana Turner en “El cartero siempre llama dos veces”, piensa en Joan Crawford en “Mildred Pierce”. Cuando la gente piensa en Cain piensa en el cine negro.

¿Y por qué no? “El cartero siempre llama dos veces” y “Perdición”, son obras maestras de la novela negra, en las que el adulterio, el homicidio del cónyuge y los seductores seguros por accidente presiden la narración, y una vez que se permite la adaptación de estos relatos a la gran pantalla por la censura Hays, allá por la década de 1940, se convierten en verdaderos modelos para un asombroso número de películas noir. El uso excesivo del “modelo Cain” se extiende mucho más allá de la desaparición del cine negro original, en la década de 1950. La práctica emerge en la era neo-noir de los años 1980 y 1990, con películas como “Fuego en el cuerpo” (Lawrence Kasdan, 1981) y “Sangre fácil” (Joel Coen, 1984).

Muy pocas películas de cualquier época mantienen un parecido real con el espíritu de la escritura de Cain. En algún lugar de las sombras del cine negro, James M. Cain, el escritor, se pierde. Nadie ha pensado en postularle para un Nobel en literatura. Sin embargo Cain merece, al menos, un asiento al lado de los grandes escritores de ficción de su época. No existe hoy, bajo la perspectiva del tiempo, persona capaz de negar su valía como novelista de primer orden en el terreno de la novela negra.

Cain pertenece a esa partida de escritores de las décadas de 1920, 1930 y 1940, conocida como “hardboiled”. Escritores que se ocupan de cuentos violentos y espeluznantes, de narraciones concisas sobre la delincuencia y la desesperación, autores que manejan paisajes poblados de antihéroes. Algunos de ellos, como Dashiell Hammett (“El halcón maltés”, “Cosecha roja”) y Raymond Chandler (“El sueño eterno”, “El largo adiós”), escriben novelas policíacas. Otros, como Horace McCoy (“¿Acaso no matan a los caballos?) y Cain, tienden a acercarse a los delitos y fechorías desde el punto de vista de los ejecutores de los mismos. El crítico Edmund Wilson llama a estos últimos escritores “poetas del asesinato sensacionalista” y, de ellos, considera a Cain el mejor.

James M. Cain, nace en 1892 en Maryland, en el seno de una familia de la clase media alta, hijo de madre católica de ascendencia irlandesa. Ésta es una ex soprano que deja su carrera para casarse con el padre de Cain -académico egocéntrico y bebedor compulsivo-, a quien no le gusta el trabajo. Ambos progenitores tienen una molesta inclinación por corregir puntillosamente la gramática de Cain, un hábito que, sin duda, ayuda a dar forma a su amor por el uso de la primera persona en la narración.

Escribir es una especie de premio de consolación para Cain. Profundamente sensible, con una notable tendencia hacia el autodesprecio, lucha por encontrar su lugar en la vida, probando toda clase de trabajos, desde la ópera a los seguros. Su coronación como novelista llega con “El cartero siempre llama dos veces”. Afortunadamente, en esta ocasión, el fracaso no consigue su objetivo. Sus experiencias personales le inculcan cierta afinidad hacia los perdedores. Así, los personajes de sus novelas son almas perdidas de la sociedad, marginadas e indefensas, en el límite de la desesperación y que están dispuestas a probar cualquier cosa con tal de escapar de su mundo perdido. Cain siente una fascinación mórbida por los tortuosos dilemas morales propios de su educación católica, así como los encuentros sexuales ásperos parecen formar parte de su propia idiosincrasia.

El interés de Cain por los derrotados no es pura perversidad. Él retrata a sus perdedores con gran humanidad, plenos de una ingente integridad y una sorprendente complejidad. Vencidos y debiluchos, psicópatas y sociópatas, los personajes de Cain son seres seculares dignos de compasión. Tal vez la más humana de todas sea Mildred Pierce. Mildred es un ama de casa cuya posición socioeconómica se puede conceptuar de “recursos limitados” y que se enfrenta a la Depresión con un talento fuera de lo normal para hacer pasteles. Rodeada por hombres con escaso sentido de la responsabilidad, y motivada por el anhelo de que su sociópata hija Veda se convierta en el eje de su vida, Mildred construye Scrappily, un imperio culinario menor, disfrutando al tiempo de su libertad sexual. Su gran equivocación es su amor autodestructivo para la insaciable e ingrata Veda.

Las altamente sexuales, psicológicas y físicamente violentas novelas de Cain causan sensación por su elevado espíritu de liberación, pero no son llevadas a la pantalla hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento del cine negro. Para entonces Cain ha renunciado a Hollywood y ha dejado California por los confines pastorales de Maryland a donde se traslada con su esposa, una cantante de ópera. 

El cine negro nace del enredo casual de una serie de influencias improbables, tanto artísticas como temáticas. Sus historias son dramas criminales, principalmente estadounidenses, cuyo aspecto cinematográfico se ve fuertemente influenciado por la iluminación, el encuadre y el estado de ánimo del expresionismo alemán, cortesía de los muchos directores que huyen de los nazis. A estas peculiaridades hay que añadir los impulsos propagandísticos de la época: la promoción de la vivienda urbana y la campaña para alentar a los soldados que regresan imbuidos de hábitos propios de tiempo de guerra y motivarlos a asentarse de nuevo en la vida doméstica. Pero el cine negro es también una forma estilizada en la que los personajes son peones del destino, con personalidades empapadas de lujuria, de codicia, muy cercanos a la paranoia y el mal. Cain confía en su sentido rítmico para el diálogo y su comprensión de la psicología humana y el contexto social para contar sus cuentos.

Así sucede que, cuando el cine negro se encarga de adaptar las novelas de Cain, el Hollywood de los años 1930 aleja de sus clisés el sexo, el asesinato y la manipulación. El resultado es que las mujeres decididas pero imperfectas de Cain pierden ese rasgo individual que exhiben en los libros y se hacen inútilmente manipuladoras.

Ocurre que Cora Papadakis, en “El cartero siempre llama dos veces”, se transforma en Cora Smith, una apuesta belleza carente de la desesperación que ayuda a explicar sus motivaciones en la novela de Cain. Phyllis Nirdlinger, en “Double Indemnity”, se convierte en Phyllis Dietrichson, una mujer sin sentido del mal. Y, por si fuera poco, para la película de Mildred Pierce, se refuerza la personalidad de los hombres en detrimento de la condición de la protagonista. Muchas de estas figuras  exhiben en la pantalla caracteres que brillan por su ausencia en la novela.

Es importante y objetivo, y por ello no podemos dejar de mencionarlo aquí, que cualquier análisis de la obra de James M. Cain debe contemplar la distinción entre las exigencias literarias de la década de 1930 y las exigencias cinematográficas de la década de 1940. 
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viernes, 17 de octubre de 2014

CAMINANDO ENTRE TUMBAS. (Lawrence Block)

CAMINANDO ENTRE TUMBAS (A Walk Among the Tombstones)
Lawrence Block
TRADUCCIÓN: Montse Triviño
RBA, Septiembre 2014
Francine Khoury, atractiva, metro sesenta y siete, cincuenta y dos kilos, busto generoso, pelo negro y rizado, ojos oscuros y labios carnosos, es secuestrada en pleno día en una concurrida calle comercial de Brooklyn. El mismo día del secuestro, jueves a las cuatro menos cuarto de la tarde, el señor Khoury recibe una llamada telefónica:

-Eh, Khoury, aún no ha vuelto a casa, ¿verdad?

La cuantía del rescate se cifra en cuatrocientos mil dólares. El dinero es entregado y el cuerpo de Francine devuelto. Eso sí, fraccionado en veinte trozos, envueltos en plástico negro -no muy distinto del de las bolsas de basura- y sujetos con cinta aislante.

Matthew Scudder vive en Nueva York a la que odia y adora a la vez. Sus años de  policía permanecen en el olvido, como también quedan atrás sus experiencias como padre y marido y los confortables períodos de residencia en Long Island. Tras muchas primaveras coqueteando con el alcohol la adicción arraiga tan profundamente que su vida se convierte en una auténtica lucha por dominar la enfermedad, una desaforada contienda consigo mismo que le deja profundas secuelas. Su cuesta abajo se inicia como agente del orden cuando, en un tiroteo con dos ladrones, una bala perdida asoma del cañón de su pistola y mata a una niña latina. Nunca se sobrepone y la pesadumbre marca su carácter. Abandona el cuerpo tras quince años de servicio, a sólo cinco de hacerse acreedor a una pensión.

Scudder busca abrigo a sus remordimientos en el alcohol a la vez que fantasea con tirarse por un puente. Su mejor amigo es un asesino profesional, y no duda en corromper policías y servirse de hackers para acceder a los datos que precisa. Se ampara con regularidad en las reuniones de Alcohólicos Anónimos y mantiene a su lado a Elaine, jovial, agraciada, y divertida y con una gran experiencia en el terreno mundano, en definitiva todo lo agradable y poco exigente que puede ser una puta. 

Khoury, es traficante de drogas y vive al margen de la ley. Su profesión le impide recurrir a la policía y ha de encontrar otras vías para impartir su propia justicia. Esas vías conducen inexorablemente a Matthew Scudder. Éste debe utilizar su instinto, su inteligencia y sus contactos para acabar con un horror que se está convirtiendo en habitual; no en vano Francine Khoury no es la primera, ni posiblemente pase por ser la última, que se ve sometida a tan violento acto vandálico. 

Lawrence Block, de ascendencia neoyorquina, pasa por ser un escritor fértil y productivo. A él se le debe la creación de la serie protagonizada por Evan Tanner, que saborea la miel de haber alcanzado el atributo de best-seller. También es autor de más de sesenta obras de ficción, además de ensayos y un centenar de relatos breves de género negro. Es guionista de televisión y un persistente lector. Tras haber publicado diecisiete novelas centradas en el personaje de Scudder, de las que “Caminando entre tumbas” ostenta el dígito diez, Block ve cercano el final de su figura estelar. “A lo largo de los años, he pensado en muchas ocasiones en dejar de escribir sobre Scudder. Después de que hiciera frente a su alcoholismo en “Ocho millones de maneras de morir”, creí que me había enfrentado al principal problema de su existencia y que había usado todo su potencial como personaje. Ha habido unos cuantos libros desde entonces lo que demuestra a las claras que estaba equivocado. Pero creo que la serie ya está completa. Scudder tiene 76 años, 40 más que cuando empecé a escribir sobre él y su vida ha alcanzado cierto estado de éxtasis que me empuja a dejarle disfrutar de su retirada. Sé que hay motivos comerciales más que de sobra para seguir, pero no escribo libros de los que no vaya a sentirme orgulloso”, son las sensaciones de este escritor que en 1994 es condecorado con el galardón de “Gran Maestro” por la “Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos” (Mystery Writers of America).
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jueves, 9 de octubre de 2014

EL HOMBRE SONRIENTE. (Henning Mankell)

EL HOMBRE SONRIENTE (Mannen som log)
Henning Mankell
TRADUCCIÓN: Carmen Montes Cano
TUSQUETS, Febrero 2014
"El doctor tiene un humor macabro"

Discurre el año 1993 y Suecia se encuentra inmersa en notables cambios sociales, tecnológicos y laborales. El país empieza a transformar su fisonomía lentamente, sin hacerse notar apenas. Sin embargo todo es completamente evidente y predecible para quien quiera abrir los ojos. En el trabajo diario, incluso en una ciudad tan pequeña e insignificante como Ystad, se percibe la diferencia. En el campo de la delincuencia los malhechores aumentan en número y cambian de naturaleza, se vuelven más brutales y complejos. Se generan de forma regular entre personas que antes han sido impecables.

En “El hombre sonriente” nos tropezamos a un Kurt Wallander sumido en una depresión de caballo tras haber disparado a un matón en el desarrollo de sus competencias policiales, hecho que le obliga a permanecer alejado de su trabajo durante un año. Olvidado en una playa solitaria, en la zona costera de Skagen, atormentado por sus cavilaciones y sus dudas, y con la firme determinación de abandonar definitivamente el cuerpo policial, recibe la visita de Sten Torstensson, abogado y, a la vez, amigo. La presunción de éste, de que algo turbio se esconde detrás de la muerte de su padre, Gustaf Torstensson, asimismo abogado, acaecida en accidente de tráfico hace pocos días, no es motivo para que Wallander abandone su posición de aislamiento.

A las diez menos siete minutos de una nublada noche de octubre, de regreso a Ystad, donde tiene su residencia, el abogado Gustaf Torstensson vislumbra una silla en medio de la carretera. Sobre ella reposa  un maniquí del tamaño de una persona. Fuera ya del coche, Torstensson es alcanzado por un fuerte golpe en la nuca. Antes de caer sobre el húmedo asfalto, ya está muerto.

Cuando Wallander regresa a Ystad para firmar la dimisión recibe, con considerable desasosiego, la noticia de que Sten Torstensson ha sido asesinado a tiros en su despacho. Wallander ha estado padeciendo durante un año un tormento indecible, en busca de la verdad sobre sí mismo y su futuro. Su decisión de abandonar la policía ha sido madurada de forma paulatina y firme durante ese penoso e interminable período de tiempo. Pero, con sólo abrir un periódico, todo ha cambiado de nuevo.

Cada aventura de la serie Wallander aborda un tema de interés internacional. “El hombre sonriente” se preocupa de la delincuencia económica y el tráfico de órganos humanos. A través de sus páginas Mankell nos conduce por un laberinto de empresas solapadas que sirven de pantalla para la realización de todo tipo de fechorías. Un poderoso hombre de negocios, Alfred Harderberg, dueño de un imperio financiero de ámbito internacional, poseedor de una constante y personal sonrisa, con una reputación en el espacio local y ecuménico fuera de mácula alguna, se revela como un personaje capaz de todo, incluso del asesinato, con tal de alcanzar cotas de poder jamás soñadas. Sin evasivas, giros y ambages, con un lenguaje natural y sobrio, Mankell nos transporta en “El hombre sonriente” al mundo personal, inalienable y turbador de Kurt Wallander.
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jueves, 2 de octubre de 2014

RAYLAN. (Elmore Leonard)

RAYLAN (Rayland)
Elmore Leonard
TRADUCCIÓN: Catalina Martínez Muñoz
Alianza Editorial, 2014
Raylan Givens, es el protagonista de una excelente serie de televisión, "Justified", que se basa en la novela de Leonard “Fire in the Hole” publicada originalmente como libro electrónico en el año 2000. Givens aparece en dos novelas anteriores, “Pronto” (1993) y “Riding the Rap” (1995).

Para aquellos que aún no estén familiarizados con su figura, Raylan Givens es un reputado agente judicial, conocido por su omnipresente sombrero vaquero y su facilidad para desenfundar. Es un personaje de buenos modales, deferente con las mujeres y con una cierta reticencia a hablar más de lo necesario. Mientras trabaja en Miami, Givens le ofrece a un matón de la mafia 24 horas para salir de la ciudad. Cuando el reloj marca el plazo, Givens lo mata a tiros. Como penitencia es desterrado a su ciudad natal en el montañoso condado de Harlan (Kentucky), donde la selva virgen, las enemistadas familias, los agricultores de marihuana y una empresa minera de mano dura, gobiernan el territorio.

“Raylan” nos invita a acompañar a Givens a lo largo de tres historias. En la primera Raylan descubre a un traficante de drogas en una bañera con sus dos riñones extirpados, riñones que los traficantes ofrecen de nuevo a la víctima por 100.000 dólares. Este caso termina como empieza, con una bañera y otro nuevo cadáver en su interior. En el segundo relato Givens es utilizado por una abogada de Virginia del Oeste, nominada Carol Conlan, como aval de un ejecutivo de la compañía minera M-T Mining cuestionado éticamente. La honestidad de esta maniobra legal queda al desnudo al manifestarse que Conlan y el conductor de la entidad, Boyd Crowder, están de la mano en la ejecución de un ex-minero enojado con la compañía, un asesinato que Givens está investigando. Cuando la historia de Carol Conlan se desvanece comienza el tercer relato, la búsqueda de una estudiante universitaria apodada Jackie Nevada, alumna de sobresalientes, sospechosa de una serie de robos a bancos y experta jugadora de póquer.

El negocio del tráfico de órganos que Leonard trata en el primer relato está envuelto en un clímax sangriento, al tiempo que la segunda historia se inicia en frío, por lo que el lector debe dar por supuesto que “Raylan” no es una novela al uso sino, más bien, una correlación de relatos cortos. La segunda historia contiene ecos de la primera, referencias ocasionales, hilos que lo atan todo. Sin embargo, cuando la historia de Carol Conlan languidece y la tercera aflora, se pone en evidencia que el objetivo de Leonard es divertirse con la estructura de la novela negra, dejando a un lado las reglas de cohesión en favor de mantener el control de su numen narrativo. Elmore Leonard, además de ser un escritor con un ingenio fresco, es un estilista del movimiento; sus narraciones se caracterizan por una celeridad persistente y un diálogo duro y directo. Leonard es capaz de provocar la premura en la narración ayudándose simplemente de los pronombres y los verbos adecuados.

Existen dos matices de relativa cuantía que despuntan en “Raylan”. Los mejores escritores de crímenes son a veces los novelistas sociales más refinados, interesados ​​en la misma medida en los males de su país que en los insólitos homicidios, y Leonard no es ajeno a este hecho. La historia de Conlan suscita extensos diálogos que documentan los efectos ambientales de la minería y el control económico que la empresa minera ejerce en la población local. Por otro lado hay que significar que en “Raylan” las tres antagonistas principales son mujeres. Ya sean culpables o inocentes, asesinas o víctimas, las mujeres son los personajes que soportan el peso del relato. En “Raylan” el tráfico de órganos, la minería a cielo abierto, el juego y los robos a bancos motivan a los delincuentes a realizar actos cada vez más atroces, mientras que es Givens quien se ubica en el centro del asunto; es lo más parecido a una fuerza moral que es posible encontrar en el universo de Leonard.
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Minería de remoción de cima (mountaintop removal mining, MTR), minería a cielo abierto en Kentucky (Virginia del Oeste, EE.UU)
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