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viernes, 29 de agosto de 2014

EL BLANCO MÓVIL. (Ross Macdonald)

EL BLANCO MÓVIL (The Moving Target)
Ross Macdonald
TRADUCCIÓN: Luisa La Fuente
RBA, 2010
Ross Macdonald es el seudónimo con el que firma sus novelas Kenneth Millar (1915-1983), considerado internacionalmente como uno de los más apreciados y prolíficos escritores de la literatura negra americana, en sociedad con Dashiell Hammett (1894-1961) y Raymond Chandler (1888-1959). En el momento de su fallecimiento, en 1983, el New York Times no le regatea elogios, ubicándolo entre los autores de ficción criminal más respetados en Estados Unidos. William Goldman, conocido principalmente por su novela “La princesa prometida”, califica sus relatos sobre el inspector Lew Archer como “la mejor serie de ficción de detectives jamás escrita por un americano”.

Ross Macdonald con “El blanco móvil”, su quinta novela, inicia una serie en la que el Investigador Privado Lew Archer toma el protagonismo de sus relatos. El apelativo rinde homenaje a Dashiell Hammett, -“Miles Archer” es el nombre del socio asesinado de Sam Spade en “El halcón maltés”-, y al autor de Ben-Hur, Lew Wallace. Ya en 1946 ve la luz “Find the Woman” (“Encontrar a la mujer”), cuento con el que Lew Archer hace su presentación en sociedad. Este manuscrito sirve de base para la posterior composición de la novela, pero su título es cambiado por el de “El blanco móvil” antes de publicarse en 1949. Millar aparece en las librerías bajo el seudónimo de “John Macdonald”, primer y segundo nombre de su padre. El sobrenombre es utilizado, ya sea para evitar cualquier confusión con su mujer, que rubrica sus novelas como Margaret Millar, o para proteger su reputación, ya que aspira a ser un escritor “literario”. Posteriormente, para establecer diferencias con el también escritor John D. MacDonald, toma el alias de 'John Ross Macdonald', que finalmente adopta la expresión de 'Ross Macdonald', nombre con el que se da a conocer internacionalmente.

En “The Moving Target” Macdonald crea la ciudad ficticia de Santa Teresa una versión novelada de la población de Santa Barbara en California. En la década de 1980, Sue Grafton comienza a usar Santa Teresa como escenario de sus novelas protagonizadas por Kinsey Millhone, en homenaje a Macdonald.

Elaine Sampson lleva años sin poder utilizar sus piernas tras caer de un caballo. Es una persona madura -de edad indefinible-, delgada, de piel tan cobriza que su carne parece impenetrable y cuyo objetivo en la vida es sobrevivir a su marido. Lew Archer es contratado por la señora Sampson para encontrar a su esposo Ralph. Éste, magnate del petróleo, veinte años mayor que ella,  se relaciona con santones y bebe hasta límites extremos desde la muerte de su hijo en acción de guerra. Sampson pierde todas sus inhibiciones con respecto al dinero cuando bebe.

Ralph Sampson vuela a Los Ángeles desde Las Vegas en su avión privado. Abandona el aeropuerto de Burbank en una limusina negra y no es visto desde entonces. El caso toma un giro inesperado cuando la desaparición se revela como un secuestro a cambio de cien mil dólares. Archer tropieza, en el ámbito de la familia Sampson, con un triángulo amoroso, no precisamente equilátero, formado por Alan Taggert, piloto particular de Sampson, joven, espigado –de unos dos metros de estatura-; Miranda, hija del aludido, joven  asimismo –luce unos veinte frescos y primorosos años de edad-, alta, de movimientos encantadoramente desgarbados, cabellera pelirroja y asombrosos ojos verdes y Albert Graves, abogado de Ralph, ex-fiscal de distrito, personaje que recomienda a Archer a la señora Sampson y que a sus cuarenta años se encuentra locamente enamorado de Miranda. En un ámbito no precisamente familiar, más bien todo lo contrario, siniestro y manipulador, especula Dwight Troy, inglés, de silueta obscena, vicioso, oculto tras la máscara de  un viejo; su esposa Fay Estabrook, actriz en decadencia, de rostro sibilino, ojos oscuros y tristes y boca carnosa y caída y Betty Fraley, pianista, drogadicta, de piel blanca y cadavérica, rostro oval, y ojos de expresión ambigua.

La narrativa de Ross Macdonald se apoya en valores tales como la escritura, los diálogos, la lucidez de la narración, el particular diseño del personaje de Archer, cínico y duro a la vez, el entorno -en términos de tiempo y lugar- sin desdeñar sugestivos ingredientes de crítica social y política. Sobre Macdonald puede gravitar la influencia de Hammett, como algunos han señalado, pero es innegable que su obra aporta muchos otros elementos innovadores en el género, por los cuales El blanco móvil destaca con personalidad  propia.
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jueves, 28 de agosto de 2014

The Black Mask´s boys: W. T. BALLARD

WILLIS TODHUNTER BALLARD
Cleveland, Ohio; 13 de diciembre de 1903
Mount Dora, Florida; 27 de diciembre de 1980
Bill Lennox, detective en Hollywood
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Willis Todhunter Ballard nace en Cleveland, Ohio, el 13 de diciembre de 1903 y fallece, a los 77 años, el 27 de diciembre de 1980, en Mount Dora, Florida. Su carrera como escritor profesional se inicia en 1927 y desde entonces produce 95 novelas, unos cincuenta guiones de cine y televisión y más de un millar de cuentos y relatos cortos, que han aparecido tanto en las revistas pulps como en los rotativos The Saturday Evening Post, Esquire y McCall. Ballard, que llega a ocupar el cargo de vicepresidente de los escritores occidentales de América, logra con su novela, “Oro en California”, el premio de la organización a la mejor novela histórica de 1965. La importancia de W. T. Ballard  en el campo  de la novela de misterio viene ligada al hecho de haber sido uno de los colaboradores pioneros de Black Mask, la famosa revista de detectives que, durante los años veinte y treinta del siglo pasado, y bajo la dirección de Joe T. Shaw, sirve de plataforma de partida para el desarrollo de la novela negra norteamericana. Junto con Chandler, Hammett y Erle Stanley Gardner, Ballard se convierte, en esos momentos, en uno de los colaboradores más populares de la revista. Su serie protagonizada por “Bill Lennox”, detective de General Studios, marca el tono y sienta las reglas básicas para incontables relatos de misterio centrados en el Hollywood de la época.

Cuando se produce el crack de la bolsa de Nueva York, en 1929, la familia Ballard se hunde en la depresión. Su padre se ve obligado a cerrar su negocio. W. T. Ballard, que por ese entonces cuenta 26 años, decide trasladarse a California. Llega el día del Armisticio, con veinte y seis dólares en el bolsillo. De camino al oeste se ve afectado por una infección en las glándulas linfáticas y pasa tres semanas en un hospital de Albuquerque, Nuevo México, lo que le cuesta más del dinero que posee. Ya en Hollywood establece contacto con el comandante Harry Warner, quien le ofrece un trabajo en los Studios Nacional de Commodore por setenta y cinco dólares a la semana. Una bonanza en ese momento. Trabaja para Warner durante ocho meses, aprendiendo todo lo posible sobre la escritura de guiones cinematográficos. A partir de ese momento es contratado por la Columbia. Allí tiene que escribir el guion, dirigir, producir la imagen e incluso mover los decorados y paisajes. La mayor parte de los rodajes se realizan en interiores; la compañía no puede permitirse el lujo de filmar en el exterior. El contrato concluye a los seis meses.

Por ese entonces Ballard vive con su tío, jefe de la Oficina de Aduanas de la Costa Oeste. Escribe en un pequeño estudio de la sala de estar y, una noche, no puede eludir escuchar un anuncio referente a la reproducción de la versión cinematográfica de “El halcón maltés”, protagonizada por Ricardo Cortez, y basada en la obra de Hammett. Los diálogos le cautivan. Las palabras son un fiel y vivo reflejo del pensamiento de detectives y criminales. El anuncio ofrece un crédito de la revista Black Mask. Ballard utiliza su experiencia en el mundo del cine para crear a Bill Lennox, “solucionador de problemas de trabajo” para un estudio cinematográfico. En el instante que regresa a la casa de su tío, cerca de la medianoche, ya ha elaborado el marco básico de su primer relato. Envía el manuscrito a primeras horas de la mañana. Una semana después de enviar la historia a Black Mask, recibe una carta de Joe Shaw. En ella, éste le propone algunos cambios, a la vez que la carta viene acompañada de un cheque, un gesto inaudito de generosidad entre los editores del momento. El cambio más importante que le demanda Shaw es que Bill Lennox no lleve un arma de fuego al igual que otros detectives de ficción. Nadie con un mínimo de sentido común es capaz de argumentar con Shaw. Así pues Lennox se exhibe en público sin arma.

Tras esa primera historia para Black Mask escribe y vende siete más en tres semanas. A sugerencia de Joe Shaw comienza una nueva serie y recrea seis relatos sobre Red Drake, detective de un hipódromo que trabaja para la Comisión de carreras del Estado. Posteriormente redacta varios manuscritos sobre Don Tomasa, un aventurero mexicano que trabaja fuera de Tijuana. Durante su estancia en Black Mask, Ballard trabaja con regularidad; produce alrededor de diez páginas al día. En esas ocasiones su esposa, Phoebe, realiza las labores de tipificación. En 1936 Shaw deja Black Mask. Fanny Ellsworth se hace cargo del puesto pero, a pesar de ser una buena editora, nunca alcanza las cotas de popularidad y ventas de Shaw. Durante su gestión nunca se produce una verdadera relación entre el editor y el escritor que iguale la conexión que Ballard alcanza con “Cap” Shaw.
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Llega un momento en la  carrera de Ballard  en que su anhelo se orienta hacia la escritura de novelas. Éstas se editan bajo seudónimo debido a que su nombre queda atado temporalmente a una determinada casa en el momento de firmar un contrato. Esta estratagema le permite trabajar para varias editoriales a la vez. Las mejores novelas de Ballard, como “Say Yes to Murder” destacan por un estilo fresco y una limpia prosa, un desarrollo rápido de la trama y un humanitarismo singular. Muchos de sus libros tienen como telón de fondo, ya sea total o parcialmente, la ciudad de Las Vegas y tratan de reflejar de forma convincente este fascinante escenario, rara vez utilizado, con sus casinos y su compleja ambigüedad. 
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lunes, 25 de agosto de 2014

LA HIJA DEL TIEMPO. (Josephine Tey)

LA HIJA DEL TIEMPO (The Daughter of Time)
Josephine Tey
TRADUCCIÓN: Efrén del Valle
RBA, 2012
La verdad es hija del tiempo,
no de la autoridad.
SIR FRANCIS BACON
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Anatomía de un crimen histórico

Josephine Tey es el seudónimo de la escritora escocesa Elizabeth Mackintosh, nacida en la localidad escocesa de Inverness el 25 de julio de 1896 y fallecida en Escocia, el 3 de febrero de 1952, a los 55 años de edad. Entre sus obras, elogiadas por crítica y público, cabe destacar "La hija del tiempo", declarada en 1990 la mejor novela de misterio de la historia por la Asociación de Escritores de Misterio británica. Es autora también de una docena de piezas teatrales, escritas bajo un seudónimo distinto: Gordon Daviot.

Alan Grant, inspector de Scotland Yard, pasa largas y tediosas horas de convalecencia en la cama de un hospital tras haber sufrido el grotesco y humillante percance de ser engullido por una trampilla en el momento en que lleva a cabo la persecución de un maleante. Su abulia se desvanece cuando su amiga Marta Hallar, actriz de teatro, le propone “perfeccionar su mente” adivinando el carácter de una persona a través de la contemplación de su imagen. El grabado que concentra su atención es la figura de Ricardo III, a quien la historia ha ilustrado como un ser físicamente deforme -ostenta una joroba y luce un brazo paralizado- y que detenta un carácter cruel y maquiavélico, (el reciente descubrimiento de sus restos revela que su esqueleto presenta una fortísima "esclerosis", origen de dificultades al caminar y de deformidad en la postura). Ricardo III, usurpa el trono a su sobrino, a quien ejecuta junto a su hermano menor, tras el fallecimiento del rey Enrique IV. Su muerte en la batalla de Bosworth, trae como consecuencia el fin del linaje de los Plantagenet así como el de la Guerra de las Dos Rosas.

El trono de Inglaterra ha estado en poder de los Lancaster durante tres generaciones. El descontento popular anida en lo más recóndito del corazón del hombre de la calle. El tercer duque de York, Ricardo Plantagenet, es un ser capaz, sensible, influyente y bien dotado; un príncipe espléndido, heredero de Ricardo II por derechos de consanguinidad. En Ricardo están depositadas todas las esperanzas del pueblo inglés. Sin embargo su intento por acceder al trono termina con su derrota en la batalla de Wakefield. Su cabeza -junto a la de su hermano y la de su hijo Edmundo- cercenada y tocada con una burlona corona de papel, es clavada en la puerta Micklegate de York. Cuando se apaga el tumulto y el griterío, el trono de Inglaterra está en poder de su hijo Eduardo IV, que ha luchado a su lado en la desdichada batalla. Es coronado rey en la abadía de Westminster.

Ricardo es el menor de los nueve hijos que el duque de York tiene con su esposa Cecilia Neville. Los lugares de nacimiento de los hermanos son prueba fehaciente del carácter viajero de Cecilia. Ana, la primogénita, nace en Fotheringhay; Enrique –quien muere siendo un bebé- en Hatfield; Eduardo en Ruán, al igual que Edmundo e Isabel; Margarita en Fotheringhay; Juan –muerto a temprana edad- en Neath; Jorge en Dublín y Ricardo en Fotheringhay. A la edad de trece años, Ricardo escolta durante cinco soleados y angustiosos días de julio, el cortejo que contiene los restos mortales de su padre y su hermano Edmundo desde Yorkshire hasta Northamptonsshire.

Después de salir vencedor en la batalla de Bosworth, Enrique presenta ante el Parlamento inglés un proyecto de ley, en el que vierte todo tipo de acusaciones contra Ricardo III, toda una maraña de incriminaciones que abarca desde la crueldad hasta la tiranía, sin hacer la más mínima mención del asesinato de los dos hijos primogénitos de Eduardo IV. ¿Acaso éstos no han fallecido cuando su tío Ricardo pierde la vida en el campo de batalla de Boswoth? ¿Cómo es posible, si tal es la disposición, que la historia haga responsable a Ricardo de sus muertes? La investigación de Alan Grant, que se desarrolla de forma paralela en las vertientes histórica y policial, y que cuenta con la ayuda del estudiante estadounidense Brent Carradine, plantea una serie de “dudas razonables” que conforman el núcleo de esta inusitada novela, a la vez compleja, emocional e inteligente, que sondea hechos acaecidos cinco siglos atrás y pasa por ser un clásico de la literatura negra.

jueves, 21 de agosto de 2014

Viaje retrospectivo por la novela negra norteamericana

UNA MIRADA AL PASADO
(Antología 1920-50)

  INTRODUCCIÓN
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La novela negra y la novela policial clásica no comparten los mismos postulados. Existe una diferencia importante entre ellas. La novela policial clásica es un tipo de relato en el que se  narra la historia de un crimen, cuyo autor se desconoce y en el que a través de un procedimiento racional, basado en la observación y la indagación (llevadas a cabo, normalmente, por un detective), se logra descubrir al culpable o culpables. Este tipo de literatura se centra en el ladrón, el criminal, en definitiva en el autor, y reserva para los restantes personajes los papeles secundarios. El misterio crucial consiste en responder a las preguntas: ¿quién lo hizo?, ¿por qué lo hizo? La novela clásica explota el deseo del lector de que se haga justicia, de que la verdad triunfe. En contrapartida, el término  “novela negra” se aplica a un género narrativo que surge en Norteamérica a comienzos de los años 20 del pasado siglo, y en el que sus autores tratan de reflejar, desde una conciencia crítica, el mundo del gansterismo y la criminalidad organizada, producto de la violencia y la corrupción de la sociedad capitalista de la época. Aunque estos relatos siguen el esquema de la novela policíaca (presencia de un crimen, investigación del mismo por un detective, descubrimiento y persecución de los culpables), se diferencia de aquella en que el interés primordial no radica tanto en la resolución del enigma cuanto en la configuración de un cuadro de conflictos humanos y sociales, además de un amplio y profundo estudio de caracteres. La novela negra, más emocional que racional, centra la atención en la psicología del personaje; el pensamiento interior del delincuente se valora más que sus propios apetitos oscuros. Además de todo ello, la novela “negra” norteamericana se ha convertido, gracias a sus grandes maestros, en un género narrativo de indudable prestigio literario, que ha sido exportado al mundo entero.

 EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES
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En “The Postman Always Rings Twice” (1934) –“El cartero siempre llama dos veces”- de James M. Cain, el narrador es Frank Chambers, un vagabundo musculoso que se presenta una día en un restaurante de carretera, en algún lugar anónimo de California y no pierde el tiempo a la hora de seducir a la aburrida y joven esposa de su propietario, un griego viejo y vulgar. La presencia de Frank evoca al vagabundo de la década de 1930 -cuando los hombres recorren sin rumbo fijo las solitarias carreteras americanas- el ejemplo más sugerente lo tenemos en “The Grapes of Wrath”, 1939 -(Las uvas de la ira)- de John Steinbeck: “Me tiraron del camión de heno cerca del mediodía.” Cora, la mujer fatal que trama con Frank matar a su marido griego, está obsesionada con las cuestiones de la inferioridad racial y la movilidad social. Su mayor temor es que su tez oscura haga que sea confundida con una mestiza y cuando Frank la invita a salir a la carretera con él y vivir la vida fácil, ella se resiste. La muerte del griego, en lugar de resolver sus problemas, es la puerta que les da paso a su propio infierno. Una cornucopia de pasiones, codicia, sospechas, dudas, chantaje, engaño y el infranqueable destino, tan característico de la novela negra, es puesta al servicio del lector en ésta obra mayor del género.

  ¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS?
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Horace McCoy en “They Shoot Horses, Don't They?” (1935) –“¿Acaso no matan a los caballos?”- nos muestra a otra pareja de forasteros condenados por el sistema, Robert y Gloria. Durante la época de la Gran Depresión, en los EE.UU., se organizan espectáculos que consisten en hacer bailar a parejas de forma continuada, día y noche, con pausas mínimas. Gana aquella pareja que resiste bailando más tiempo, recibiendo por ello un premio en metálico. Robert y Gloria, extras de Hollywood, que no pueden obtener trabajo porque no se ajustan a los perfiles exigidos, se inscriben en el maratón, en el que el autor recrea una metáfora del desenfrenado capitalismo. McCoy reconstruye a través de situaciones angustiosas y de personajes apenas perfilados pero precisos, las continuas humillaciones a que son sometidos los concursantes por parte de especuladores sin principios, ávidos de codicia y sensacionalismo, que se sirven de ellos como reclamo publicitario frente a un público tan desengañado y perdido como los propios participantes; un espectáculo malévolo, una cuenta atrás hacia la destrucción, que dará lugar a un final trágico.

 LADRONES COMO NOSOTROS
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Edward Anderson, con su obra “Thieves Like Us” (1937) -“Ladrones como nosotros”- cosecha un resonante éxito de público y crítica, pero la obra es su “tocata y fuga”, su testamento literario. Nadie -ni amigos ni biógrafos- ha podido, hasta la fecha, proporcionar una explicación mínimamente plausible sobre ésta tan extraña como inesperada decisión. Ni siquiera los redundantes elogios de Raymond Chandler - quién, en carta fechada en el año 1954, y dirigida a su editor inglés, se refiere a Anderson como un autor injustamente olvidado que ha escrito una de las mejores novelas sobre delincuentes de todos los tiempos- logran que el escritor tejano rompa su silencio. “Ladrones como nosotros”, publicada en 1937 es, con mucho, la más franca y la más triste, de las novelas de la época. El calificativo de la misma hace referencia a una acusación: los delincuentes protagonistas consideran que políticos, jueces, abogados y policías, son tan ladrones como ellos. En armonía con esta disposición el desarrollo del relato se orienta a una conclusión análoga, más aún en cuanto el área concerniente a los transgresores de la ley enmarca una romántica historia de amor. Son víctimas del sistema,  víctimas abocadas a caer en el mundo del crimen, entrando de lleno en esa colección de personajes al estilo de John Dillinger y Bonnie and Clyde que fueron idealizados por la sociedad estadounidense sumida en la Gran Depresión como herederos de los legendarios forajidos del salvaje y lejano oeste, los Jesse James, Billy el Niño y compañía. Testimonio directo de la Depresión y de los atracadores en zonas rurales, “Son ladrones como nosotros” resulta una obra fundamental en el correspondiente período de la novela negra.

④ LA VENTANA INDISCRETA
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“Rear window” (1942) -“La ventana indiscreta”- de Cornell Woolrich  es una pieza maestra del thriller y la novela de misterio, una especie de cruce entre la novela gótica y  la novela negra policial, en la que el suspense es el eje motriz de la acción. La teórica clasificación de ésta obra es un asunto menor en comparación con lo evidente, que es la singularidad de la narrativa de este escritor. Su modo de proceder es muy peculiar; expone una situación de lo más inocente y paulatinamente la va convirtiendo en desesperada. Cuando el lector se recupera y juzga, a medida que avanza el relato, que sus previsiones se van cumpliendo y considera que de nuevo tiene el dominio de la situación; entonces ocurre algo quizá previsible que, a pesar de todo, le sorprende y cuando está convencido de haber alcanzado el clímax, es Woolrich quien lo alcanza a él.

Un personaje convaleciente se encuentra con la pierna enyesada atisbando, de puro aburrimiento, a sus vecinos por la ventana. Le acompaña  un criado, Sam, que labora por horas en la casa. En ese momento y una vez presentada la situación, Woolrich hace un guiño al lector insinuándole: “si supieras lo que está pasando en la casa de enfrente…” La suma de obstáculos que ha de superar el personaje procede del riesgo al que lo empuja su curiosidad; no se trata de un hombre inocente que de pronto se encuentra envuelto en un delito que lo acusa sino de un aburrido mirón al que su apatía le va a jugar una mala pasada y lo va a poner en manos de un asesino; no es una víctima de inicio sino que se convierte en víctima gracias a su insensatez y, el lector se encuentra con el relato de una imprudencia; una imprudencia, por cierto, en la que lo de menos es saber si el hombre de la casa de enfrente ha asesinado o no a su esposa, el verdadero suspense está en la propia acción, sea cual sea el resultado. 

 EL GRAN RELOJ
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En “The Big Clock” (1946) –“El gran reloj”- de Kenneth Fearing, George Stroud,  brillante editor de una revista de un gran grupo editorial vive la vida rodeado de todos los placeres que le brinda su posición. Padre de familia orgulloso, buen marido, buen jefe y mejor subordinado. Pero también disfruta de los placeres del riesgo: el alcohol y las mujeres son sus más apreciados vicios, los cuales retoma después de unos meses de redención obligada. Es por culpa de sus licencias amorosas por lo que se ve envuelto en un suceso escabroso que le mantiene alerta durante un tiempo: el asesinato de la atractiva amante de su jefe, con la cual él mantiene un encuentro momentos antes de que ocurra el homicidio. Su futuro gira en torno a cómo resuelva el trabajo que le han encargado sus superiores, que no es otro que el de buscar al enigmático hombre con el cual es vista por última vez la asesinada, o lo que es lo mismo, debe encontrarse a sí mismo. Novela modélica que viene a confirmar, una vez más, la capacidad de la narrativa negra, cuando se recurre a ella con ideas y talento, para delinear personajes, épocas, paisajes y sociedad. “El gran reloj” está considerada como una de las obras mayores del género. 

 EL ASESINO DENTRO DE MÍ
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En “The Killer Inside Me” (1952) –“El asesino dentro de mí-, historia ambientada en el oeste de Texas a principios del año 1950, Jim Thompson hace desfilar ante el lector a Lou Ford, un ayudante de sheriff de un pueblo rural. Ford aún vive en la casa donde se crió. Por las noches, toca el piano clásico, lee los libros de la biblioteca de su padre y reproduce grabaciones de ópera. Su voz nos habla con inocencia, cuenta con el respeto y el afecto de su jefe alcohólico, el sheriff Bob Maples, y es infaliblemente tranquilo y agradable. Sin embargo, Ford es un enfermo. Cuando él nos invita a entrar en su mente y conocer lo que llama su “enfermedad”, descubrimos que padece un trastorno del que disfruta, que vive intensamente, a la vez que paradójicamente, lo destruye. Ford es racista, misógino y está ávido de violencia; su deseo es destruir a todos los que lo rodean de la manera más visceral. Es un excelente lector que se inyecta medicamentos para sentirse eufórico y aumentar su agresividad. En Lou Ford, se vislumbran imágenes fragmentadas de abuso sexual infantil. Sin embargo, el asesino no es él, él no posee ningún control sobre sí mismo y, no hay duda, que lamenta sinceramente sus crímenes.

¿Qué quiso plasmar Thompson en el carácter de Lou Ford? Es un psicópata, un intelectual sin ninguna comprensión del bien y del mal. Asesina a la gente a la que cautiva, mientras que, al mismo tiempo, los quiere, y no tiene idea de por qué. La idea del porqué parece limitada al título. Hay un asesino dentro de mí.
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lunes, 18 de agosto de 2014

UN EXTRAÑO EN MI TUMBA. (Margaret Millar)

UN EXTRAÑO EN MI TUMBA (A Stranger in my Grave)
Margaret Millar
TRADUCCIÓN: Ramón Hervás
RBA, 2011
Margaret Millar, de soltera Margaret Ellis Sturm (Kitchener, Ontario, 5 de febrero de 1915 – Santa Bárbara, California, 26 de marzo de 1994), notable escritora de novelas policíacas y de misterio, reside en Canadá hasta que, después de su matrimonio con Kenneth Millar -más conocido por el seudónimo literario de Ross Macdonald-, decida instalarse en California. La fama de su marido ha contribuido a oscurecer su propia aportación al género, no siendo ello motivo suficiente para que en 1956 reciba el prestigioso premio Edgar Allan Poe, por “La bestia se acerca”, y hacia el final de su vida alcance el reconocimiento que su obra merece por novelas como “Más allá hay monstruos” y “Un extraño en mi tumba”.

Daisy Fielding, la protagonista de esta novela, desencadena toda una serie de incidentes e incertidumbres cuando sueña con su propia tumba, en la que figura inscrita como fecha de su fallecimiento el día 2 de diciembre de 1955, cuatro años antes de padecer su alucinación. Este hecho afecta entre otros, aunque Daisy es renuente a admitirlo, al singular investigador Stevens Pinata (de pequeño Jesús, nombre que en ningún momento hace honor a su personalidad), hijo de padres desconocidos, criado en un orfanato, y cuyo apellido responde a un juego infantil. La novela se sustenta en el conflicto de caracteres y los enérgicos y punzantes diálogos que sostienen estos dos personajes. La labor de investigación de Pinata se desarrolla al mismo tiempo que la que realiza Stan Fielding, padre de Daisy, bebedor empedernido, personaje muy conocido en los ambientes carcelarios, que recurre con harta asiduidad a la búsqueda de las prebendas de su hija, y que aprovecha la coyuntura para devolverle la asistencia que ésta le ha prestado.

Con estos personajes Millar bosqueja un cuadro de delicados matices, que convierte a “Un extraño en mi tumba” en una novela compleja y emocional, novela que profundiza con inusitada franqueza en la pluralidad de la naturaleza humana, sin que ello sea impedimento para que la autora nos ofrezca una visión pesimista de la sociedad en que se desenvuelve la historia, y muestre una capacidad apetecible para conducir al lector hasta un sorprendente final.

“Un extraño en mi tumba” debe su identidad, según reconoce la propia autora, a una frase. “Una mujer sueña que visita un cementerio y ve grabado en el granito de una tumba la fecha de su nacimiento y de su muerte, acaecida cuatro años atrás”; en ésta idea, tan sugerente como trivial, se sustenta el inusitado argumento de esta ejemplar novela. En la novelística de Margaret Millar es recurrente el hecho de que los personajes vean alterada su realidad, más o menos ordenada, por la existencia de otro mundo, cuya  visión modifica su equilibrio. La irrupción de lo irracional hace que peligren sus convicciones y experimenten angustias e incertidumbres. La desenvoltura con que la autora nos implica en el relato, así como factores tan acentuados como la propia identidad, la soledad del ser humano y las relaciones paternofiliales, contribuyen a dar forma al semblante de la narración.
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domingo, 17 de agosto de 2014

THE "GLASS KEY AWARD" 2014

El “Glass Key Award” se otorga anualmente por la Skandinaviska Kriminalsällskapet (Crime Writers of Scandinavia) a la mejor novela negra escrita por un autor danés, finlandés, islandés, noruego o sueco. El premio lleva el nombre de la novela “La llave de cristal” de Dashiell Hammett.
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GARD SVEEN
("Glass Key Award" 2014)
GARD SVEEN (N0ruega, 1969)
LaCrime Writers of Scandinavia” (Skandinaviska Kriminalsällskapet), en español, “Fundación de Escritores de Crimen de Escandinavia” (SKS) ha concedido su gran premio, “The Glass Key Award” (La llave de cristal) de 2014, al autor noruego, Gard Sveen, por su novela "Den siste pilegrimen" (La Última Peregrinación).

Esta es su “ópera prima”, y es por lo tanto la primera de una serie sobre el detective de investigación Tommy Bergmann, que trata de armar una conexión entre un asesinato ocurrido el verano de 2003 y el hallazgo de un esqueleto que data de la Segunda Guerra Mundial.
Sveen no sólo ha ganado “la llave de cristal” como autor debutante, además ha obtenido el premio Riverton. Es el primer escritor que en su estreno se adjudica ambos premios desde Jo Nesbø en 1998.

Gard Sveen, nacido en 1969, es asesor principal en el Departamento de Defensa de Noruega.
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GANADORES
1992
Henning Mankell
Mördare utan ansikte
Asesinos sin rostro
 Suecia
1993
Peter Høeg
Frøken Smillas fornemmelse para SNE
Smila: Misterio en la  nieve
 Dinamarca
1994
Kim Småge
Sub Rosa
 Noruega
1995
Erik Otto Larsen
Masken i spejlet
 Dinamarca
1996
Fredrik Skagen
Nattsug
Noche Swoon
 Noruega
1997
Karin Fossum
Se cavan ikke tilbake!
No mires atrás
 Noruega
1998
Jo Nesbø
Flaggermusmannen
El murciélago
 Noruega
1999
Leif Davidsen
Limes Billede
Fotografía de Lima
 Dinamarca
2000
Håkan Nesser
Carambole
La hora del lobo
 Suecia
2001
Karin Alvtegen
Saknad
 Suecia
2002
Arnaldur Indridason
Myrin
 Islandia
2003
Arnaldur Indridason
Grafarþögn
La mujer de verde
 Islandia
2004
Kurt Aust (Kurt Østergaard)
Hjemsøkt
Atormentado
 Norga./Dca.   
2005
Anders Roslund y Börje Hellström
Odjuret
Bestia
 Suecia
2006
Stieg Larsson
Män som hatar kvinnor
La chica con el tatuaje del dragón
 Suecia
2007
Matti Rönka
Ystävät Kaukana
Amigos lejanos
 Finlandia
2008
Stieg Larsson
Sprängdes som Luftslottet
La reina en el avispero
 Suecia
2009
Johan Theorin
Nattfåk
El cuarto más oscuro
 Suecia
2010
Jussi Adler-Olsen
Flaskepost fra P
El mensaje que llegó en una botella
 Dinamarca
2011
Leif GW Persson
Den doende detektiven
El Detective Morir
 Suecia
2012
Erik Valeur
Granero Det syvende
El séptimo niño
 Dinamarca
2013
Jørn Lier Horst
Jakthundene
Los perros de caza
 Noruega
2014
Gard Sveen
Den siste pilegrimen
La Última Peregrinación
 Noruega
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