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viernes, 29 de julio de 2016

EL ARRECIFE DEL ESCORPIÓN. (Charles Williams)

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EL ARRECIFE DEL ESCORPIÓN (Scorpion Reef)
Charles Williams
TRADUCCIÓN: Beatriz podestá
MEDIANOCHE EDITORIAL, 2016
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Charles Williams escribió más de veinte novelas. La primera media docena de ellas, -«Hill Girl», «Big City Girl», «River Girl», «Hell Hath No Fury», «Nothing in Her Way» y «Go Home, Stranger»-, pertenecen a lo que podríamos calificar como “noir de la selva virgen”; son relatos ubicados en el gótico sureño que recorren la vena de ficción abierta por Erskine Caldwell en «El camino del tabaco». En ellos se muestra una serie de personajes sumidos en la miseria material y moral que, sin embargo, tienen destellos de una profunda humanidad que les hace acreedores de la simpatía del lector. Son, éstas, novelas que recrean la depresión, la elemental subsistencia de los aparceros laborando la cosecha, la corrupción política, los personajes atrapados en vidas de desesperación y desesperanza cuya única salida posible es la vía férrea que corre fuera de la ciudad. 

Esos primeros relatos generaron la reputación de Williams, pero el pulimento afloró cuando comenzó a escribir sobre el mar.

La primera de sus historias sobre el mar, «El arrecife del escorpión» (Scorpion Reef), se publicó inicialmente como una novela original en rústica  y tuvo una vida separada en edición de bolsillo como «Gulf Coast Girl». La aventura es una encantadora genuflexión a ese gran misterio marino que fue la pérdida del Mary Celeste, un bergantín botado en Nueva Escocia en 1861, y que está considerado como un buque fantasma, ya que fue encontrado en pleno Océano Atlántico navegando a toda vela y sin tripulación rumbo a Gibraltar. Aquí es el Joseph H. Hallock, un buque cisterna, quien navega a través del Golfo de México –iba de Tampico con rumbo a Bayona- cuando se tropieza con un velero de 36 pies y de aspecto espectral, -«El Freya», matrícula de San Juan de Puerto Rico-, aparentemente abandonado. «Las velas estaban desplegadas y aspiraban suavemente la brisa de la puesta de sol; la caña del timón estaba amarrada y el barco se deslizaba con serena determinación hacia el sudeste, hacia el estrecho de Yucatán. El bote de salvamento seguía en su sitio, encima de la cabina, y todo estaba en perfecto orden...» El capitán del Hallock envía al piloto y dos marineros de primera a investigar y descubren que el Freya está bien aprovisionado y tiene agua. Los dos literas están hechas y la cabina barrida. Cuando el viejo y endurecido piloto pone su mano sobre la cafetera siente que está tibia. Y el misterio aumenta cuando se descubre una mochila con ochenta y tres mil dólares americanos. ¿Qué le ha pasado a la embarcación y a la pareja que iba a bordo, Bill Manning y la hermosa Shannon? 

La respuesta se encuentra en el diario de a bordo, en el que Bill Manning ha escrito su historia. Cuando el capitán del Hallock se dispone a leer, nuestra curiosidad –el lector es curioso por naturaleza- es tan grande que no podemos abstenernos de mirar por encima de su hombro. La última anotación hecha en el cuaderno es enigmática, “El éxtasis, el éxtasis...”. Hay una afinidad, extraña eso sí, con el grito desesperado de Kurtz al morir, en la obra del novelista polaco Joseph Conrad, «The Heart of Darkness» (El corazón de las tinieblas, 1899). «El horror. El horror.». . .  («The Heart of Darkness» describe las aventuras de un marinero llamado Charlie Marlow en una travesía que realizó años atrás por un río tropical, en busca de un tal Kurtz, jefe de una explotación marfileña.)

Cuando el capitán resuelve el misterio, al menos en su propia mente, es en términos de otra referencia conradiana. «El Joseph H. Hallock se columpiaba, con la panza llena, en la costa de Florida, al sur de los escollos de Fowey. Estaba al lado de la costa, al abrigo de la corriente del Golfo, ya que habían arreglado, por radio, que un guardacostas se encontraría con ellos frente a Miami y les quitaría al Freya de las manos. O, por lo menos, eso fue lo que el capitán dijo al señor Davidson, el primer oficial. En realidad el capitán se sentía un poco como el capitán de Conrad en “The Secret Sharer”, un cuento que seguramente le hubiera gustado a Manning.» “The Secret Sharer” narra la aventura de un joven e inexperto capitán en su primer viaje en barco de vela por el Golfo de Siam. Sin duda, en esta obra se encuentra la clave del misterio del Freya y también  explica la diferencia entre  «El arrecife del escorpión» y los libros anteriores de Williams. En esas primeras novelas la gente no tenía la más mínima oportunidad de subsistir, era aplastada por las circunstancias, la sociedad y la injusticia. Pero Manning y Shannon sí la tienen, porque el mar es el reino de la libertad y es capaz de ofrecer, por si sólo, un escape hacia un nuevo y acrisolado mundo.

«El arrecife del escorpión» es la más literaria de las novelas de Williams, en el sentido de que es una historia formal construida «entre corchetes» dentro de las dos referencias conradianas. Es una narración que va directa al corazón de lo que Wiliams quería testimoniar sobre el mar; que éste no es solo el reino de la libertad sino que también responde a la esfera del  amor. Por el amor y el mar se unen Manning y Shannon. Sin embargo, ya que Williams es un  escritor noir, no es menos cierto que el amor es problemático cuando se navega por aguas turbulentas...

La obra de Charles William ha desaparecido actualmente del radar de la novela negra. Williams fue uno de los autores más inmerecidamente descuidados de la edad de oro del género. Sus cuentos, ambientados en la selva virgen y el mar, aún resuenan con acordes diferenciados. Sin embargo, Williams es otro ejemplo de un clásico americano más conocido en Europa que en su propio país. La sostenida popularidad de este escritor en el extranjero es desconcertante. A pesar de la serie de películas que se han hecho de su obra, Charles Williams sigue siendo el secreto mejor guardado de lo que ahora se ha dado por llamar «ficción noir». No obstante, su obra compite con los mejores, llámese éste Jim Thompson -que nunca tuvo un lenguaje gramatical tan pulido como el de Williams-, o John D. MacDonald quien, en una entrevista, reconoció en su momento que Williams había sido inmerecidamente descuidado.

Ahora que el fino trabajo de Williams retoma su origen de celulosa en forma de papel reciclado de manos de la editorial cántabra «Medianoche Editorial», es procedente terminar este comentario transcribiendo las palabras de Hernán Migoya en el prólogo del libro: «Ojalá esta edición llegue sobre todo a nuevas manos que no conocían la obra de Williams y que entrarán en sus páginas sin saber muy bien qué encontrarse, para acabar encontrándose a sí mismas.»
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domingo, 24 de julio de 2016

PRIMERA EDICIÓN: «THE BIG SLEEP». (Raymond Chandler)

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EL SUEÑO ETERNO
(THE BIG SLEEP)
RAYMOND CHANDLER
ALFRED A. KNOPF INC.
6 de Febrero de 1939
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viernes, 22 de julio de 2016

EL HECHIZO DE ELSIE. (Patricia Highsmith)

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EL HECHIZO DE ELSIE (Found in the Street)
Patricia Highsmith
TRADUCCIÓN: Jordi Beltrán
EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2016
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Jack Sutherland, de 30 años de edad, es un prometedor artista gráfico que vive en Greenwich Village con su esposa Natalia y su hija Amelia. Ellos disfrutan de una amplia red de amigos y llevan una intensa vida social. Ralph Linderman, a su vez, es un cincuentón puritano, divorciado treinta años atrás, solitario, autosuficiente y crítico, que trabaja a horas inusuales como guardia de seguridad. Los mundos de ambos se cruzan brevemente cuando Ralph encuentra la billetera de Jack en plena calle y la devuelve en persona. 

Las vidas de Sutherland y Linderman se vuelven a encontrar cuando aquél conoce a una camarera de cafetería, Elsie Tyler, una bonita rubia de 20 años de edad originaria de una pequeña ciudad del norte del estado de Nueva York. Elsie Tyler llama la atención donde quiera que vaya. Después de salir de su ciudad natal, la joven y encantadora camarera no tarda demasiado en encontrarse rodeada de admiradores, entre ellos Jack y Natalia Sutherland. Ralph, entretanto, ya se ha percatado de la presencia de Elsie en el barrio -(Los padres de Highsmith vivían en la calle Grove, y ella, la escritora, vivió durante un verano de su adolescencia en la calle Morton; ambas calles figuran prominentemente en la novela)- y le ha hecho llegar su particular advertencia sobre los peligros que acarrea la vida en la ciudad, los amigos equivocados que la introducirán en el mundo las drogas, el sexo casual, y la prostitución. Ralph contempla la amistad de Jack con Elsie como un comportamiento inmoral que está destruyendo su inocencia. Su atrevimiento llega al extremo de escribirle cartas a Sutherland advirtiéndole contra la corrupción de Elsie.

Los Sutherland se convierten en mascotas de Elsie y la introducen en su círculo de amistades, la invitan a fiestas de adultos, y la ayudan a lanzar su carrera como modelo fotográfica de modas. Ralph, por el contrario, trata de controlar su vida social mediante el seguimiento de sus movimientos cuando cambia de apartamentos.

Elsie está explorando su sexualidad y mantiene relaciones con otras mujeres, entre ellas con Natalia. Jack y Ralph, y toda una serie de otros personajes, encuentran en Elsie, congelada en un estado ideal, una figura llamativa y terminan  desarrollando una obsesión por su imagen. Sin embargo, un repentino acto de violencia pone de relieve todos estos contrastes. Las advertencias de Linderman parecen entonces premonitorias...

La fama de Highsmith como novelista se extiende a ambos lados de las fronteras del género negro. Es cierto que algunas de sus novelas guardan ciertas similitudes con el género, pero tanto el procedimiento como su voluntad y preferencias están muy lejos de poder ser adjetivados con el calificativo de «negra» tal y como lo entendemos actualmente. Sus novelas poco o nada tienen que ver con crímenes; en ellas la acción violenta es mínima, incluso accidental en ocasiones. La gran variedad de temas y de intereses que seducen a Highsmith como escritora se extienden a la familia –desde la más típica de clase media norteamericana, hasta las más sofisticadas neoyorkinas, aquellas que cobijan en su seno relaciones íntimas de carácter homosexual-, la soledad, el aislamiento, la incomprensión -muchos de sus protagonistas son gente inadaptada, como Edith, como Howard Ingham, como Ralph Linderman-, la privación del derecho de libre elección dentro de la sociedad norteamericana, la homosexualidad...

«El hechizo de Elsie» pertenece a la etapa de mayor madurez creativa de la autora. Fue publicada en 1987, 37 años después de su primera obra «Extraños en un tren». La Patricia Highsmith de los últimos años de su vida aborda novelas decididamente más «alegres», totalmente alejadas de aquellas realidades enfermizas y agobiantes que le dieron fama en el pasado. Sin ir más allá, «El hechizo de Elsie» plantea la situación de un matrimonio bien avenido que acepta con naturalidad las aventuras y los amantes del cónyuge. La obra de Highsmith no pasa de ser un retrato llevado al papel de sus asuntos de carácter íntimo, de sus separaciones, sus embelesos con artistas y actrices, frecuentemente más jóvenes que ella, sus frustraciones, de todo el submundo de irrealidades que la acompañó durante toda su vida... En definitiva, casi todas sus novelas son un fiel destello de su vida, de sus relaciones con los demás, de la pesadumbre que éstas generaban en su interior. Highsmith buscó el manantial de su inspiración en sus propias experiencias vitales y es así como la evolución de sus temas e intereses corre paralela a su madurez como ser humano. Etiquetar la obra de Highsmisth, enclaustrarla en un estamento literario preciso, constituye una fórmula de descomposición y adulteración tanto de la propia creación como del sentimiento que de ella emana. Una escritora tan diversa y tan personal como Patricia Highsmith no admite mermas de ningún tipo.

«El hechizo de Elsie» es un apasionante clásico highsmithiano, un suspense inquietante que explora los callejones más sombríos del deseo humano, y un retrato caleidoscópico de la ciudad de Nueva York de la década de los 80. Como todos los trabajos de Highsmith, la novela tuvo más éxito en Europa que en los EE.UU. En Alemania se vendieron en el momento de su publicación unas 40.000 copias, mientras que en EE. UU. solo 4.000, y es que Highsmith, como Goodis, Thompson, Himes y tantos otros, nunca fue profeta en su tierra.
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domingo, 17 de julio de 2016

EL VIGÍA. (Robert Crais)

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EL VIGÍA (The Watchman)
Robert Crais
TRADUCCIÓN: Patricia Orts
EDICIONES B. S. A., 2016
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«El vigía», de Robert Crais, es la primera novela en la que Joe Pike asume el papel de protagonista. Los seguidores de la serie son conocedores de que Pike comparte andanzas con el ex oficial de policía de Los Ángeles, y actual detective privado, Elvis Cole. La devoción que Pike profesa a Cole fue puesta de manifiesto en «El desconocido» (The Forgotten Man, 2005), cuando condujo de la mano a su amigo casi muerto a una sala de la UCI. Un hombre llamado Reinike, David Reinike, había disparado a Cole en la espalda con una escopeta del calibre 12. Los perdigones le habían hecho añicos cinco costillas, le habían roto el húmero izquierdo y habían colapsado un pulmón. La moral inquebrantable de Pike y su celo en el cumplimiento de la misión encomendada se pone de nuevo a prueba, esta vez en la protección de Larkin Conner Barkley, una acaudalada joven de la alta sociedad de California cuya vida se ve en peligro, tras un accidente de tráfico aparentemente inocuo.

Larkin es una joven veinteañera y rica que sufre la falta de atención de un padre multimillonario, personaje éste que vive enfrascado intensamente en el fortalecimiento de su vasto imperio; cadenas hoteleras, líneas aéreas y yacimientos petrolíferos demandan todo su tiempo. Larkin, a su vez, sobrevive como si la ciudad de Los Ángeles fuera suya. Recorre las calles a toda velocidad al volante de su Aston Martin, y absorta en estos menesteres nos la encontramos cuando abrimos las primeras páginas de «El vigía», sometida al tipo de despreocupación que sólo los adultos de vida privilegiada poseen.

Larkin aprieta el acelerador y siente que el viento le levanta la melena. Deja atrás semáforos a toda velocidad, rojos o verdes, el color no importa. Cierra los ojos y permanece así un rato. Luego los abre. 80... 90... 100... Cuando se encuentra a varias manzanas de su casa el airbag explota. El Aston Martin da un bandazo a un lado y se detiene. Larkin se quita el cinturón y se apea del coche tambaleándose. Un Mercedes sedán plateado está junto a la acera con el guardabarros trasero roto y doblado. Un hombre y una mujer ocupan los asientos delanteros. Un segundo hombre está sentado en el asiento posterior. El conductor la mira aturdido antes de verla realmente. El pasajero del asiento trasero abre de golpe la puerta, cae de rodillas, se pone de pie apoyándose en el coche y a continuación sale corriendo en mitad de la noche. Mientras, el Mercedes, ajeno a todo, sigue su camino.

La vida tiene una forma muy perra de darle vueltas a la realidad y, cuando el Aston Martin de Larkin golpea el Mercedes plateado, su vida da un vuelco. Los tres ocupantes del Mercedes sobreviven e inexplicablemente huyen de la escena del accidente. Poco después, Larkin sufre varios intentos de asesinato. A través de las fotos del Departamento de Justicia de Estados Unidos se logra identificar a uno de los ocupantes del Mercedes como Alexander Liman Meesh, un asesino conocido y blanqueador de dinero de un cártel de la droga en América del Sur. Los otros dos pasajeros son el promotor inmobiliario George King y su esposa Elaine. Los federales sospechan que Meesh y King tienen un negocio de inversión inmobiliaria en marcha, y que Meesh está detrás de los ataques a la Srta. Barkley. Sin embargo, los agentes del gobierno parecen incapaces de proteger a la salvaje Larkin, hecho por el cual Pike es contratado para ayudar.

Acompañado de su Colt Python 357 Magnum, con el cañón de cuatro pulgadas, el ex marino cuenta con unas habilidades y una disciplina de las que la banda de asesinos sudamericanos de Meesh carecen. Pike puede permanecer horas parado en un lugar, mientras que los hombres de Meesh, en iguales circunstancias, se dejan llevar por la inquietud y el aburrimiento. La falta de disciplina es una debilidad. Meesh tiene una ventaja, sin embargo: ¡hay una fuga de información! Oleadas de asesinos a sueldo golpean repetidamente los lugares de seguridad donde Pike oculta a Larkin, y todo lo que nuestro hombre  puede hacer es poco para proteger a la joven. Pronto llega a la conclusión de que su única oportunidad de sobrevivir es dar caza a Meesh.

En el pasado Elvis Cole ha dependido a menudo de Joe Pike para salvaguardar sus espaldas, pero en esta ocasión, es Pike quien requiere la ayuda de Cole. ¡Mal asunto! Cole todavía se está recuperando de su encuentro con el psicópata de «El desconocido»; no obstante, no dejará que ésto le detenga. Catorce semanas atrás -una semana antes de que le dispararan-, Cole podía doblarle la cintura a cualquiera. Ahora, se mueve como un robot con las  articulaciones oxidadas. Sin embargo, dos veces al día, todos los días, más allá del dolor, trabaja para recuperar la forma.
Larkin Conner Barkley es la pieza central de esta novela; Crais la ha dotado de una personalidad densa y robusta. Indignada por sus circunstancias difíciles, trata seducir a Pike, aunque el mercenario, moralmente firme, no se entrega. De hecho, le deja bien claro que “no es un guardaespaldas”, que la está protegiendo a causa de una obligación moral. La suya es una relación que crece con el tiempo, aunque nunca llega a ser íntima. En su acercamiento Pike comparte cosas personales con ella, por ejemplo el significado de esas flechas rojas en sus hombros. Y cuando Larkin se enfrenta a un peligro mortal grave, Joe Pike siente miedo de no ser capaz de salvarla.

Robert Crais es un novelista de inmenso talento, sin embargo son Cole y Pike quienes le han hecho un hueco dentro de la novela negra moderna. Crais tiene una manera muy fresca de formular las frases, como cuando Cole asegura a su amigo Pike que Alex Meesh debe estar preocupado por el hecho de que la gente que envía a por Larkin tiene la mala costumbre de aparecer muerta: “Has matado a siete de sus sicarios”. El estilo de su escritura combinado con el notable desarrollo de los personajes y el suspense de la trama hacen que «El vigía» brille como una joya en medio del montón de grava metafórica de otros libros de este género.
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sábado, 9 de julio de 2016

PRIMERA EDICIÓN: «RED HARVEST». (Dashiell Hammett)

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COSECHA ROJA
(RED HARVEST)
SAMUEL DASHIELL HAMMETT
ALFRED A. KNOPF INC.
1 de Febrero de 1929
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viernes, 8 de julio de 2016

CAMILLE. (Pierre Lemaitre)

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CAMILLE (Sacrifices)
Pierre Lemaitre
TRADUCCIÓN: Juan Carlos Durán Romero
PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL, 2016
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Galería Monier, en París. Construida en el siglo XIX al pie de los Campos Elíseos, alberga boutiques de lujo, papelerías, peleterías y tiendas de antigüedades. En el momento de la apertura de los comercios, una mujer va al baño, empuja la puerta y se encuentra frente a dos hombres, vestidos de negro y armados hasta los dientes. El más alto levanta su arma, se gira y golpea a la mujer en plena cara con la culata de la escopeta. Le revienta literalmente la cabeza. A continuación, con todas sus fuerzas, con saña, el hombre la golpea violentamente con la punta de su bota de cuero de estilo militar. Los golpes llueven sobre el cráneo, los antebrazos, la nuca y la espalda de la mujer. Costillas, nariz, dientes rotos... El agresor la coge por el tobillo derecho y la arrastra por el suelo una treintena de metros hasta la puerta de una joyería. Un trapo, un fardo, un maniquí amorfo que se vacía de sangre. Allí se produce «el golpe». La víctima, sumida en un estado completo de embriaguez y extravío, se levanta y trata de huir.  Mientras el primer hombre recoge las joyas de las vitrinas, el segundo, situado en la puerta de la joyería, dispara sobre la víctima. 

Esta mujer -la víctima-, completamente destrozada, pero viva a fin de cuentas, se llama Anne Forestier. Es la compañera del hipotrófico Comisario Camille Verhoeven, de la Brigada Criminal. Camille Verhoeven es un metro cuarenta y cinco de humanidad, de pesadumbre y de realidad. Un metro cuarenta y cinco es algo ridículo para un hombre, pero en Camille todo se manifiesta en dosis muy concentradas. Para un policía la humanidad no es precisamente una virtud, la pesadumbre es irreconciliable con su labor y la realidad..., -¡ay!, la realidad-, la realidad es que Camille es un quebradero de cabeza para sus superiores, los testigos, los compañeros, los jueces y para casi todo el mundo. Camille, sí el comisario Camille Verhoeven, desafiando todo tipo de reglamentación, y bajo la amenaza de perder su carrera, se las arregla para disimular su relación con Anne y hacerse cargo de la investigación del robo de la joyería... 

«Camille», originalmente «Sacrifices», es la cuarta y última novela de la tetralogía protagonizada por el comandante Verhoeven. Dividida en tres partes, (la trama se desarrolla en tres días), Lemaitre se precipita con fuerza desde las primeras páginas, donde describe con una violencia ciega el calvario de Anne Forestier. El estilo del autor sigue siendo eficaz, preciso y cínico, como ya lo fue en su día en «Irene» y «Alex». Lemaitre es un descriptor de emociones y sus personajes se expresan en y por ellas. «Camille» queda en manos de los pensamientos del propio Camille, los de Anne y, en primera persona del singular, los del delincuente; hecho, este último, que nos permite comprender que se trata de un hombre inteligente y determinado, algo que, sin embargo, no aporta nada a su filiación. Todo lo contrario... La alternancia de perspectivas permite comprender rápidamente que nos encontramos ante algo más que la historia de un testigo  que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. 

Si bien el estilo de Lemaitre sigue centrado en la introspección de sus personajes, con una narrativa bien controlada, encontré «Camille» ligeramente menos adictivo que otros títulos del autor. Tal vez sea porque es un relato centrado en la figura de Camille (Le Guen y Louis, con quienes compartió fatigas en los volúmenes anteriores de la tetralogía, apenas se vislumbran). Lo cierto es que la obra permite cerrar el ciclo con un trabajo ordenado, con una trama que va mucho más allá de las apariencias... De todos modos, «Camille» es un buen libro; eso sí, por debajo de «Alex», que según mi opinión es una obra magnífica.

Con «Camille», su autor, Pierre Lemaitre se hizo acreedor el pasado año al prestigioso «Dagger Award» de novela negra. Como hemos apostillado hasta la saciedad, ella cierra la reverenciada tetralogía protagonizada por el comandante Verhoeven, unos relatos de ambiente y escritura verdaderamente estremecedores. La crítica especializada ha sido unánime al respecto: brillante, angustiosa, sorpresiva, de imprevisibles giros, rey de la novela negra francesa, capaz de crear incredulidad en el lector, un increíble manejo de la emoción... Lo único cierto es que «Camille» no defrauda.
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domingo, 3 de julio de 2016

LA ILUSTRACIÓN «PULP». (COVER ART)

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Las revistas «Pulp», también conocidas como «Pulp Magazine» o «Pulp Fiction», se desarrollaron con gran éxito en EE.UU. desde 1856 hasta mediados del siglo XX, cuando desaparecieron absorbidas por los libros de cómics, la televisión y las novelas de tapa dura. «Pulp»  es un vocablo que hace referencia a un formato de encuadernación en rústica, de coste muy bajo, hecho de pulpa de papel y de consumo popular, empleado en la confección de revistas especializadas en narraciones de diferentes géneros de la literatura de ficción.  La temática que abordaban estas publicaciones era muy variada e iba desde las historietas policiacas y de misterio, a las de horror, romance e incluso amorosas. Sin duda, fueron las dedicadas a la novela policiaca las que tuvieron un mayor éxito. Claro ejemplo de ello fue «Black Mask» -donde buscaron cobijo escritores de la talla de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, entre otros-, un magazine creado en Abril de 1920 por H. L. Mencken y George Jean Nathan para hacer frente a las  pérdidas del prestigioso  «The Smart Set» y que terminó por publicar sólo este género. La lista de las publicaciones pulp de la época se hace interminable, desde la ya mencionada «Black Mask», hasta Amazing Stories, Adventure, Dime Detective, Horror Stories, Marvel Tales, Oriental Stories, Weird Tales, Startling Stories, Planet Stories, Unknown o Flying Aces.

Las portadas pulp fueron impresas en color, en papel de mayor gramaje y calidad que las páginas interiores de las revistas. El «arte de la cubierta» jugó un papel importante en la comercialización de estos rotativos; la mejor manera de captar la atención de un lector era a través de las portadas. Por ellas desfilaron damas ligeras de ropa -casi siempre rubias sometidas a una terrible amenaza-, ángeles, vampiros, hombres lobos y demás criaturas macabras de la mitología y el ocultismo y toda clase de elementos eróticos y bélicos. Las revistas pulp podían presumir en esos momentos de cubiertas realizadas por artistas americanos muy distinguidos y con el tiempo, muchos autores especializados en la creación de cubiertas, principalmente para las pulp, se convirtieron en tan populares que abordaron la decoración de las páginas interiores. Las grandes editoriales, como Street & Smith, llegaban a contratar primero el trabajo de un artista gráfico, retándolo a dibujar una portada lo más impactante posible para, con posterioridad, ser enviada al escritor, con el «recado» de escribir un relato acorde a ella.

Dibujantes como Norman Saunders, Rafael De Soto o Gloria Stoll, son poco conocidos para el público no versado en esta materia. No obstante, fueron cientos los artistas que dedicaron su tiempo a este arte, algunos más y otros menos prolíficos. Con independencia de que más adelante volvamos a retomar sus nombres en un ensayo individual, reseñamos aquí la vida y obra de dos de los mejores «ilustradores pulp» de la época.

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NORMAN SAUNDERS
http://www.pulpartists.com/SN.html


Su propia autobiografía comienza así... «Nací en Minnesota el 1 de enero de 1907. Mis primeros recuerdos hacen referencia a los ochenta acres de nuestra casa, una cabaña de troncos con una habitación en la que vivíamos mi madre, mi padre y yo. Mi padre sirvió en el 7º Calvary con el general “Blackjack” Pershing en la Guerra Americano-Española. Cuando fue ordenado ministro presbiteriano yo contaba apenas siete años. Nos mudamos más al norte, al condado de Roseau, donde él asumió las funciones añadidas de «Encargado del Juego». La parte más septentrional de Minnesota, llamada Lago del Bosque, era una comunidad fronteriza con una tribu de indios Chippawa. Cuando yo tenía 12 años, fui prácticamente su hermano de sangre».

La carrera de Norman comenzó con el envío de algunos de sus dibujos a su revista favorita, «The Capitan Billy Whiz Bang»,  publicada por William Fawcett en Minneapolis, que dieron como resultado un cheque y una oferta de trabajo estable como artista personal de la Fawcett Publications. Así, en 1927, a los 20 años de edad, Norman Saunders decidió renunciar a una beca del Instituto de Arte de Chicago para convertirse en artista a tiempo completo para la Fawcett. En 1934 William Fawcett decidió trasladar su empresa a la costa este para sacar provecho de la expansión de sus revistas. Saunders se trasladó a la ciudad de Nueva York y estudió con Harvey Dunn en la Escuela de Arte «Grand Central». Pintó para los principales editores y fue conocido por sus escenas de acción rápida, sus bellas mujeres y su capacidad para cumplir con una fecha límite. Trabajó todos los géneros –westerns, detectivesco, deportivo y las «pulpas picantes»-Fue capaz de producir 100 pinturas al año y dos a la semana desde 1935 hasta 1942, lo que le permitió vivir desahogadamente durante la época de la Depresión.

Era un hombre maduro, contaba por entonces 36 años, cuando se tropezó de frente con la Segunda Guerra Mundial. Transferido al Cuerpo de Ingenieros del Ejército supervisó la construcción de un gasoducto siguiendo la carretera de Birmania, para suministrar al ejército chino nacionalista de Chiang Kai-Shek. 

Las cubiertas de Saunders fueron tan realistas que motivaron cartas de queja de los padres, dado lugar a una campaña pública para que el gobierno regulara “la basura que exponemos a nuestros hijos”. Estas cubiertas fueron tal pesadilla que el Congreso de Estados Unidos aprobó la «Ley de la Decencia», para proteger a la juventud americana de este tipo de imágenes. Sin embargo Saunders continuó realizando una labor independiente con el diseño de paquetes, calendarios, rompecabezas y cualquier otro trabajo de ilustración que pudo encontrar. En 1958, obtuvo su primera asignación de tarjetas comerciales para la compañía Topps, pintando a los jugadores de béisbol de las Grandes Ligas. Las ventas fueron suficientes para ampliar la comercialización, momento en el que las tarjetas desataron la indignación de los padres y de la comunidad por su violencia gráfica y su sexualidad implícita. Topps respondió inicialmente reduciendo la sangre derramada y la sexualidad. Empleó a Saunders para a continuación, después de consultar a un Fiscal de Distrito de Connecticut, detener la producción.

Se ha comprobado que Norman Saunders llegó a publicar más de 800 portadas, aunque pudieron ser muchas más. Abarcó todos los géneros: hard-boiled, picante, western..., y se le ha llegado a considerar una leyenda en la creación de imágenes y representaciones icónicas. Falleció de un enfisema pulmonar el 9 de Marzo de 1989.
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RAFAEL DE SOTO


Rafael María de Soto Hernández nació el 18 de Febrero de 1904 en Aguadilla, Puerto Rico. Sus padres, Milagros y Domingo de Soto, pertenecían a una familia de banqueros españoles, de la cuál Rafael fue el tercer hijo.

A los once años de edad, tras morir su padre de un ataque al corazón, Rafael fue enviado al Seminario de San José en San Juan, con la intención de prepararlo para el sacerdocio. Sin embargo, el destino quiso que Rafael desarrollase unas grandes cualidades para el dibujo por lo que fue enviado a clases privadas de arte con el maestro local Díaz McKenna. Decidido a convertirse en profesional de la pintura, en lugar de ir a Roma para completar su formación religiosa, decidió desplazarse a Nueva York para vivir con uno de sus tíos. Allí encuentró trabajo en una empresa de publicidad.

En 1930 comenzó a dibujar ilustraciones para las revistas pulp de la empresa Street & Smith. En 1932 ya vendía cubiertas independientes para revistas tales como Detective Book, Five-Novels Monthly, Top-Notch, War Stories, Western Story, y Wild West Weekly.

En 1942, con motivo de la Segunda Guerra Mundial se le detectó una diabetes y se le clasificó como inútil para el servicio. Fue uno de los pocos artistas profesionales de pulpa que permanecieron activos durante los años de guerra.

De Soto produjo  cubiertas pulp, hasta la desaparición de la industria en la década de 1950, para revistas como Adventure, Argosy, Black Mask, Captain Zero, Crack Detective, Fantastic Novels, 15-Story Detective, Fifteen Western Tales, New Detective, Smashing Detective, y Walt Coburn's Western Magazine. Asimismo produjo cubiertas para colecciones de bolsillo tales como Ace, Bantam, Dell, Lion, Signet, y Pocket Books.

En 1964 se retiró de la ilustración independiente y comenzó a enseñar arte de la Universidad Estatal de Nueva York, donde trabajó durante diez años. Disfrutó tanto de la enseñanza que siguió dando clases privadas de arte por las noches, en su estudio, durante el resto de su vida, trabajo que compaginó con una demanda constante de retratos por encargo.

Rafael De Soto murió de neumonía en un hospital de Long Island, a los 88 años, el 24 de diciembre de 1992.
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