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domingo, 17 de julio de 2016

EL VIGÍA. (Robert Crais)

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EL VIGÍA (The Watchman)
Robert Crais
TRADUCCIÓN: Patricia Orts
EDICIONES B. S. A., 2016
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«El vigía», de Robert Crais, es la primera novela en la que Joe Pike asume el papel de protagonista. Los seguidores de la serie son conocedores de que Pike comparte andanzas con el ex oficial de policía de Los Ángeles, y actual detective privado, Elvis Cole. La devoción que Pike profesa a Cole fue puesta de manifiesto en «El desconocido» (The Forgotten Man, 2005), cuando condujo de la mano a su amigo casi muerto a una sala de la UCI. Un hombre llamado Reinike, David Reinike, había disparado a Cole en la espalda con una escopeta del calibre 12. Los perdigones le habían hecho añicos cinco costillas, le habían roto el húmero izquierdo y habían colapsado un pulmón. La moral inquebrantable de Pike y su celo en el cumplimiento de la misión encomendada se pone de nuevo a prueba, esta vez en la protección de Larkin Conner Barkley, una acaudalada joven de la alta sociedad de California cuya vida se ve en peligro, tras un accidente de tráfico aparentemente inocuo.

Larkin es una joven veinteañera y rica que sufre la falta de atención de un padre multimillonario, personaje éste que vive enfrascado intensamente en el fortalecimiento de su vasto imperio; cadenas hoteleras, líneas aéreas y yacimientos petrolíferos demandan todo su tiempo. Larkin, a su vez, sobrevive como si la ciudad de Los Ángeles fuera suya. Recorre las calles a toda velocidad al volante de su Aston Martin, y absorta en estos menesteres nos la encontramos cuando abrimos las primeras páginas de «El vigía», sometida al tipo de despreocupación que sólo los adultos de vida privilegiada poseen.

Larkin aprieta el acelerador y siente que el viento le levanta la melena. Deja atrás semáforos a toda velocidad, rojos o verdes, el color no importa. Cierra los ojos y permanece así un rato. Luego los abre. 80... 90... 100... Cuando se encuentra a varias manzanas de su casa el airbag explota. El Aston Martin da un bandazo a un lado y se detiene. Larkin se quita el cinturón y se apea del coche tambaleándose. Un Mercedes sedán plateado está junto a la acera con el guardabarros trasero roto y doblado. Un hombre y una mujer ocupan los asientos delanteros. Un segundo hombre está sentado en el asiento posterior. El conductor la mira aturdido antes de verla realmente. El pasajero del asiento trasero abre de golpe la puerta, cae de rodillas, se pone de pie apoyándose en el coche y a continuación sale corriendo en mitad de la noche. Mientras, el Mercedes, ajeno a todo, sigue su camino.

La vida tiene una forma muy perra de darle vueltas a la realidad y, cuando el Aston Martin de Larkin golpea el Mercedes plateado, su vida da un vuelco. Los tres ocupantes del Mercedes sobreviven e inexplicablemente huyen de la escena del accidente. Poco después, Larkin sufre varios intentos de asesinato. A través de las fotos del Departamento de Justicia de Estados Unidos se logra identificar a uno de los ocupantes del Mercedes como Alexander Liman Meesh, un asesino conocido y blanqueador de dinero de un cártel de la droga en América del Sur. Los otros dos pasajeros son el promotor inmobiliario George King y su esposa Elaine. Los federales sospechan que Meesh y King tienen un negocio de inversión inmobiliaria en marcha, y que Meesh está detrás de los ataques a la Srta. Barkley. Sin embargo, los agentes del gobierno parecen incapaces de proteger a la salvaje Larkin, hecho por el cual Pike es contratado para ayudar.

Acompañado de su Colt Python 357 Magnum, con el cañón de cuatro pulgadas, el ex marino cuenta con unas habilidades y una disciplina de las que la banda de asesinos sudamericanos de Meesh carecen. Pike puede permanecer horas parado en un lugar, mientras que los hombres de Meesh, en iguales circunstancias, se dejan llevar por la inquietud y el aburrimiento. La falta de disciplina es una debilidad. Meesh tiene una ventaja, sin embargo: ¡hay una fuga de información! Oleadas de asesinos a sueldo golpean repetidamente los lugares de seguridad donde Pike oculta a Larkin, y todo lo que nuestro hombre  puede hacer es poco para proteger a la joven. Pronto llega a la conclusión de que su única oportunidad de sobrevivir es dar caza a Meesh.

En el pasado Elvis Cole ha dependido a menudo de Joe Pike para salvaguardar sus espaldas, pero en esta ocasión, es Pike quien requiere la ayuda de Cole. ¡Mal asunto! Cole todavía se está recuperando de su encuentro con el psicópata de «El desconocido»; no obstante, no dejará que ésto le detenga. Catorce semanas atrás -una semana antes de que le dispararan-, Cole podía doblarle la cintura a cualquiera. Ahora, se mueve como un robot con las  articulaciones oxidadas. Sin embargo, dos veces al día, todos los días, más allá del dolor, trabaja para recuperar la forma.
Larkin Conner Barkley es la pieza central de esta novela; Crais la ha dotado de una personalidad densa y robusta. Indignada por sus circunstancias difíciles, trata seducir a Pike, aunque el mercenario, moralmente firme, no se entrega. De hecho, le deja bien claro que “no es un guardaespaldas”, que la está protegiendo a causa de una obligación moral. La suya es una relación que crece con el tiempo, aunque nunca llega a ser íntima. En su acercamiento Pike comparte cosas personales con ella, por ejemplo el significado de esas flechas rojas en sus hombros. Y cuando Larkin se enfrenta a un peligro mortal grave, Joe Pike siente miedo de no ser capaz de salvarla.

Robert Crais es un novelista de inmenso talento, sin embargo son Cole y Pike quienes le han hecho un hueco dentro de la novela negra moderna. Crais tiene una manera muy fresca de formular las frases, como cuando Cole asegura a su amigo Pike que Alex Meesh debe estar preocupado por el hecho de que la gente que envía a por Larkin tiene la mala costumbre de aparecer muerta: “Has matado a siete de sus sicarios”. El estilo de su escritura combinado con el notable desarrollo de los personajes y el suspense de la trama hacen que «El vigía» brille como una joya en medio del montón de grava metafórica de otros libros de este género.
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