Saludo de bienvenida

Bienvenido a "L.B.Confidential". Espero que tus expectativas se vean cubiertas. Gracias por tu visita !!!
gadgets para blogger

viernes, 22 de diciembre de 2017

EL PEOR DE LOS TIEMPOS. (Alexis Ravelo)

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
EL PEOR DE LOS TIEMPOS
Alexis Ravelo
EDITORIAL ALREVÉS, S. L.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cinco años después de su última aparición, el antihéroe protagonista de la saga noir de Alexis Ravelo se sumerge de nuevo en las callejuelas más sombrías de la isla, estimulado por una trama criminal de la que va a salir hecho una piltrafa y averiado en exceso. En «El peor de los tiempos», la quinta de Monroy, autor y protagonista, Ravelo y el propio Monroy, regresan más dolidos y menos compasivos que al principio de los tiempos. Después de cuatro entregas, con otros tantos crímenes y muchos laureles a cuesta, la producción de Ravelo no ha perdido un átomo de carácter. Lo cierto es que han transcurrido ya diez años desde aquellos «tres funerales» de los que Monroy escapó milagrosamente, y el exjefe de máquinas «aún sobrevive mirando con sonrisa cínica a los poderosos y metiéndose en asuntos que le vienen grandes».

Y tan grande le vienen estos asuntos que no le convienen, que después de desenredar tramas de corrupción empresarial, blanqueo de capitales y abusos multinacionales se enfrenta ahora, sin ningún recato, a un fenómeno en extremo molesto: la corrupción de menores, la prostitución y la misoginia. Y todo gracias a Pepiño Frades. Frades fue marino de la Mercante en la época en que Monroy hendía los mares, mancillado por el olor a salitre, la marea y el oleaje. Ambos compartieron buques y camarotes, y múltiples y disparatadas borracheras antes de terminar separándose por motivos que solo ellos conocen. Frades terminó afincándose en Fuerteventura donde formó familia con una discreta y rechoncha costurera del barrio de Escaleritas. Allí tuvieron dos hijas, Esther y Elvira, a las que Monroy aún recuerda de chiquillas. Hoy, veinte años después, la persona que se presenta en el Casablanca diciendo llamarse Frades, Pepiño Frades, es solo la sombra del Frades que Monroy conoció. Su rostro cadavérico y macilento no anuncia nada bueno.

Lo que Frades le propone a Monroy es la búsqueda de Elvira –la pequeña Viri-. Viri, que abandonó su domicilio familiar a los dieciocho años, emigró a la Gran Canaria con la idea de estudiar en una escuela de modelos, y no se la ha vuelto a ver más. Hoy, su padre, a las puertas de la muerte, desea despedirse de ella. O al menos, eso es lo que alega. El Mike Hammer de la calle Murga vuelve a tomar el toro por los cuernos, se entrevista con familiares, seguratas de discoteca, proxenetas y viejas prostitutas en un deseo de estrechar el círculo en torno a Elvira -Viri Foxy en internet-, hasta terminar recalando en los ambientes más arrabaleros y prostibularios de la isla.

En «El peor de los tiempos» nos echamos a la cara al Monroy más pesimista de toda la saga. Un halo de desesperanza planea sobre  la narración ya desde la primera página, cuando Casimiro, con el grasiento mando en la mano y los ojos clavados en la televisión, le suelta de sopetón a la cara a Juan el del Pescao que «coño, joder, siempre el mismo guineo, parece que todo el puto país esté apestando». Y es que durante los últimos años, y mientras estuvo ausente, Monroy llegó a pensar que el sistema había tocado fondo y que el país había iniciado una revolución social contra la corrupción y la injusticia. ¡Qué iluso! Fueron tiempos de esperanza y reforma, sí, pero tiempos inútiles a fin de cuentas, que lo fijaron en la convicción de que todo sigue igual. Hoy, escéptico y desengañado, apurando tranquilamente su cortado en el Casablanca y hojeando las informaciones de El País, reconoce que el mundo no ha cambiado, que «los poderosos siguen enfrascados en sus cosas de poderosos y los pobres en las suyas de pobres».

Ravelo siempre ha manifestado que no puede dejar de aprovechar el escaparate que le proporciona la literatura para manifestarse sobre situaciones que considera denunciables. «El peor de los tiempos» es una historia que, por la fluidez de su prosa, puede parecer sencilla de leer, pero no lo es tanto por el contenido que transmite. Es esta una historia dura y, en alguna de sus escenas, hasta desoladora. Dejemos expresarse al autor que, sin quizás, es quien mejor describe el producto: «Mis lectores de  novela negra saben que me interesa hablar de los delitos que dicen mucho de nosotros como sociedad. En esta novela hablo de la doble moral y de la violencia estructural que prevalece hacia la mujer, de las estrategias de corrupción de la juventud y de los mecanismos de coerción que se ejercen sobre las mujeres adolescentes, inmigrantes o en riesgo de exclusión». Y también se cuestiona sobre la prostitución: «Este es un tema que me preocupa mucho. Por un lado están las mujeres que ejercen la prostitución y quieren que se les reconozcan sus derechos y se cumpla con ellos, pero, por otro, también hay mucha violencia y mucha cosificación de la mujer. Es un tema complejísimo sobre el que hay que reflexionar y en el que confluyen muchísimas realidades ante las que no podemos establecer ningún dogma, pero sí que hay ciertas líneas morales que me niego a obviar.»

«El peor de los tiempos» se alimenta del medio social en el que se desarrolla la trama. Estamos, no lo olvidemos, en la época de la superficialidad, del narcisismo y las selfies, aquella en que la imagen se ha banalizado en extremo. La época de la documentación obsesiva, de las redes sociales, los blogs y los grandes repositorios colectivos de archivos compartidos. La época de la desafección política y la regulación del desempeño de la mujer en la sociedad y en el matrimonio. Y esta realidad se manifiesta en las incoherencias de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad abierta y a la vez oprimida, desordenada y moderna, plagada de estratos sociales. «La ciudad de los ángeles en chándal y las ratas en corbata. La ciudad de la luz y los despojos». Una ciudad con casi cuatrocientas mil almas, que la contemplan y la padecen a un tiempo. Con escenarios tan dispares como el mirador del Atlante, en la carretera del norte, o las terrazas de la avenida de Las Canteras y el vetusto hotel Madrid, allí donde se alojó Franco en julio del 36 antes de pasar a joderle la vida al país durante cuarenta años. Todo un muestrario de contrastes, que se exterioriza en la personalidad del protagonista, en la personalidad de Monroy. Y es que «En los libros de Eladio Monroy, lo que mejor describe la ciudad no es un espacio o una calle, sino el carácter de Eladio, este personaje es la ciudad.»
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario