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domingo, 30 de octubre de 2016

TIEMPOS DE HIELO. (Fred Vargas)

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TIEMPOS DE HIELO (Temps glaciaires)
Fred Vargas
TRADUCCIÓN: Anne-Hélène Suárez  Girard
EDICIONES SIRUELA, S. A.
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¡Cuidado, porque estamos a punto de vernos rebotados desde el Círculo Polar Ártico hasta Robespierre! Cuatro años después de la publicación de «El ejército furioso», Fred Vargas regresa con «Tiempos de hielo», una de esas grandes novelas a las que ella nos tiene acostumbrados. ¿Cómo consigue esta mujer involucrarnos en semejantes enredos?... ése es su secreto. Y lo cierto es que siempre resulta eficaz. Y sin necesidad de irse por las ramas. 

Nos reencontramos aquí con la brigada criminal del decimotercer distrito de París. Con el extraño y poco convencional Adrien Danglard, el mayor consumidor académico de vino blanco, al igual que con la rolliza Violette Retancourt, un acorazado rubio capaz de arrasar con todo. Con el pirenaico Veyrenc, un individuo de pelo bicolor que ejerce de poeta convencido. Con Voisenet, un especialista en peces de agua dulce. Con Mercadet, un enfermo de narcolepsia, cuya adicción al sueño lo empuja a largas horas de ausencia... Y, por supuesto, con el asocial y asilvestrado comisario Adamsberg, pequeño personaje de color marrón, que basa todos sus juicios en el instinto; un soñador irracional que toma decisiones incomprensibles para sus hombres. En «Tiempos de hielo», Adamsberg -Jean-Baptiste- se enfrenta a un doble suicidio, a dos víctimas hermanadas por un símbolo garabateado cerca del cadáver, una especie de “H” tachada por dos trazos irregulares. Éste es sólo el comienzo de una gran historia, que se extiende a una pequeña y salvaje isla islandesa antes de enfrentar a nuestros oficiales de policía nada menos que a ¡las grandes figuras de la Revolución Francesa!

Alice Gauthier, una respetable profesora de matemáticas, aparece en su bañera con las venas abiertas, en lo que aparentemente pasa por ser un suicidio. Sin embargo, una semana antes, la Sra. Gauthier había tratado de enviar una carta a un cierto Amédée Masfauré, pero cuando tuvo el buzón frente a sí se le nubló la vista y cayó derrumbada en brazos de una mujer de rojo. Ésta, tras darle siete vueltas a lo que pensaba hacer, depositó la carta en el pequeño receptáculo amarillo. El comisionado Bourlin, del distrito 15 de París, menciona esta muerte a su colega el Comisario Adamsberg. De hecho, uno de los acólitos del comisario, el comandante Danglard, es requerido para que aporte algo de luz sobre una señal misteriosa que aparece grabada en el lateral blanco del tocador anejo a la bañera de la muerta. Se trata de dos líneas verticales, y entre éstas, dos transversales superpuestas, una línea cóncava y una barra central oblicua.

El comisionado Bourlin, acompañado de Adamsberg, visita a Amédée Masfauré, destinatario de la carta de Alice Gauthier. Éste vive en Haras de la Madeleine, en el municipio de Sombrevert, donde su padre, Henri Masfauré, acaba de suicidarse  muy pocos días antes de un tiro en la boca. Y, para no ser menos, el mismo signo que el encontrado en el baño de la Sra. Gauthier aparece mellado en el cuero de la carpeta de la oficina del muerto. Posteriores investigaciones llevan al descubrimiento que Amédée Masfauré se reunió con la Sra. Gauthier, en casa de ésta, el día anterior a su muerte. Allí fue puesto al corriente de las circunstancias que concurrieron en el fallecimiento de su madre, una década antes. Alice Gauthier formaba parte de una expedición a Islandia, que involucró a Marie-Adelaide, madre de Amédée, a su padre, Henry, y al secretario de éste, Víctor, cuyo apellido es, sospechosamente, Masfauré...

En este viaje un legionario -Eric Courtelin- y Marie-Adelaide Masfauré fueron asesinados por un desconocido que aterrorizó, sin motivo aparente, a los demás excursionistas. Hasta el punto de que nadie ha abierto la boca acerca de lo que sucedió durante ésta insólita expedición a una isla de Islandia, la isla de Grímsey, donde lograron sobrevivir gracias a la caza de focas realizada por el desconocido... Para más inri, un tercer cadáver, el de Jean Breuguel, es encontrado en su apartamento en el distrito 15 de París. En su biblioteca aparecen tres nuevos libros sobre Islandia. Y sobre un pedestal de la cocina, grabado a punta de cuchillo, el mismo signo misterioso...

Adamsberg recibe una carta del Presidente de la «Asociación de Estudios de los Escritos de Maximilien Robespierre», un tal François Château, invitándole a una reunión secreta. La tal asociación organiza congresos donde sus militantes, disfrazados con atuendos de la época revolucionaria, reconstruyen las sesiones más memorables de la Asamblea Constituyente y la Convención, en una atmósfera revolucionaria. Los ex-turistas irlandeses de una década atrás, que tienen tendencia a desaparecer uno tras otro como en una novela de Agatha Christie, de repente aparecen en una lista de miembros de esta misteriosa asociación, como militantes de base, lista enviada a la policía por el Presidente bajo la apariencia de un conspirador, como en una novela de Alejandro Dumas. 

Como ya sabemos de ocasiones anteriores Fred Vargas no se detiene ante nada para divertirse y entretener al lector. Esta mujer tiene una imaginación de raíz fabulosa y ama las pistas falsas. En sus historias recurre a los vampiros, o al hueso del corazón de un ciervo, ese fetiche de hechicera que también figuraba entre los mejunjes brujeriles de la Celestina, o, ya en «Tiempos de hielo», a la inteligencia vigilante de la piedra que otorga la vida eterna. El amante de la novela negra que pone el pie por primera vez en el particular mundo de Vargas, muy alejado de los cánones leales al género, probablemente tendrá problemas para «poner allí sus crías». Lo cierto es que para recrear historias repletas de fantásticas leyendas Vargas no tiene igual. Ayer fue la “mesnada" Hellequin” en «El ejército furioso», esta vez el “afturganga”, una especie de muerto viviente que habita en la isla del Zorro, frente a las costas islandesas. En resumen, hay algo que no se puede negar: ¡Vargas, que lleva publicando novelas de detectives  durante casi treinta años, está en plena forma!
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