MARLEY ESTABA MUERTO Carlos Zanón RBA Libros, S.A., 2015 |
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El escritor barcelonés Carlos Zanón, con su obra
«Marley está muerto», propone una serie de relatos navideños que dan como
resultado una «novela trinchada de
cuentos», según sus propias palabras. «Me planteé escribir estos cuentos como
capítulos de una novela a la que faltarían otros capítulos, pero al final es
una novela trinchada de cuentos». La anécdota de fondo es, en efecto, la
Navidad. En la Barcelona actual hay personas que deambulan sin rumbo por las
calles de una ciudad que ha dejado de pertenecerles. Los relatos de esta gente anónima se
entrecruzan para hablarnos de crimen, de deseos, de miedos y de tristezas. Para
ponernos en la pista de aquél personaje, más joven que Leonard Cohen -«¿Quién
hubiera dicho que Leonard Cohen me iba a sobrevivir?»- que teme morir
injustamente en la época de Navidad. Aquél que cuando viaja no sale de las
habitaciones de los hoteles. Aquél al que la gente le asusta. Aquél que piensa
en conocidos y desconocidos que le aterran. Y que en su momento cede el protagonismo
al dueño del hotel donde se aloja, el Hotel Carme, ubicado en la calle Amílcar,
como el nombre del general cartaginés, («Barcelona, Europa, la “merda en barca»,
según Zanón). Un hotel donde siempre celebran la Nochebuena, piden pizzas al
Lord Byron, parten nueces y brindan con champán helado. Un hotel donde su dueño
es acusado de violar a una empleada, -«Liz es Elizabeth, ¿no?»-. ¿Una broma?
No, la Navidad.
La ciudad estará resacosa de festejos
navideños y poblada de historias negras pero no por ello la música deja de
sonar a todo gas, aunque no sean villancicos sino Morrissey, Dire Straits,
Elvis Presley, Roberta Flack o The Beatles entre otros.
- La pregunta
- ¡Va, joder!
- ¿Preparado?
- ¡Sí!
- ¿Lennon o McCartney?
La muerte ronda a las
personas en todo momento, en cualquier distrito y de cualquier manera. Borrachos,
drogadictos, matones, adúlteros, mentirosos, enfermos mentales y sintechos
destilan sus miserias por las páginas de esta singular novela. Tuki, con su
cirrosis, su bazo gigantesco, como un cártel mexicano, un agujero negro, el
silencio lunar. La Dolors –Dolors Santaolalla- con un setenta por ciento de
minusvalía psíquica y una pensión por ello. Lucho, un imbécil que apenas conoce
el idioma que habla -«creo que es un castellano arrastrado al que le faltan la
mistad de las palabras»-. «Tio Noel Loco», que puede aparecer cualquier día en
nuestras vidas y ponerlo todo patas arriba. Pero nunca en Navidad. En abril, en
agosto o en noviembre un taxi lo deja frente a la casa de su cuñado, -¡pobre hombre!-
disfrazado de Santa Claus, a veces cargado de regalos a veces sin ellos. A
veces llega con un pavo congelado y a veces bebido, más pobre que una rata, y
con la sana intención de alterar el ritmo de la vida de su familia. Armagedón,
a oscuras, en la cocina, a las tres de la madrugada, que ha llegado dispuesto a
ahogar el dolor, el suyo, el de su hijo, el de su madre, el de su perra y por
último el de su exesposa.
- Soy el Armagedón.
- Soy la Justicia.
Marc trabaja en la cocina del Lord Byron. Marc ama a Fiona con
todo lo que tiene y lo que no. Solo la quiere a ella. Sueña con Fiona yéndose a
dormir a su lado, confiada y cariñosa, en su cama. Fiona, sí. Fiona a todas
horas. Pero para ello debe afrontar la presencia de su marido Andrés, fuerte y alto,
calvo y enrojecido, una auténtica pesadilla para Marc.
- Es mi mujer. Son mis hijos. Aquí no pintas nada. Vete a tomar
por culo, pizzero.
Algo pesado arrastra «Charly» tras de sí. Su problema es su
relación con las mujeres. De cómo ha tratado él a algunas o de cómo le han
tratado ellas a él. Su obsesión, sin embargo, es Laura. Ha quedado con una
amiga -¿Mónica? ¿Marta?- para tomar una copa... y Laura sin llamar ni añorarle.
Carlos Gonzalvo, «Charly», es abogado de Marc por culpa de una oreja
seccionada.
-¿Cómo lo ve?
-El problema es la oreja. Al final la encontraron pero no se la
han podido restituir.
Las fiestas navideñas se
pueden convertir en la peor de las pesadillas. En «Marley estaba muerto» tendrán
ustedes el placer de «saludar» a los abuelos y al tío Sergio, fallecidos años
atrás, que vuelven a casa por Navidad para celebrar las fiestas con Carlos, Ana
Mari y los hijos de ambos, Silvia y Carlitos.
-Ana Mari, están muertos.
Tenemos la casa llena de muertos. Deberíamos llamar a la policía, a un cura, no
sé.
Marley es fantasma por
Navidad en la plaza de Sant Felip Neri en el Barrio Gótico de Barcelona. Un
barrio ni gótico ni moderno, sino una invención más donde Carlos
Zanón imagina sus
propios cuentos. Marley estaba
muerto. Muerto desde hacía siete años. Muerto de un tumor cerebral. Marley fue
miembro de la banda musical de Michael, al que éste dejó fuera cuando le
diagnosticaron el tumor.
-¿Recogemos a Marley?
-No, joder, no vale la pena.
Piensa Zanón que los catorce cuentos que conforman
«Marley estaba muerto», escritos todos ellos en tercera persona, participan del
mismo mundo que sus anteriores libros, si bien en esta ocasión ha tratado de
hacer cosas que van más allá: «utilizar el humor, el surrealismo, lo absurdo,
la ternura, desnudarme más, arriesgarme, saltar al vacío». En cualquier caso Zanón
tiene la virtud de hacer diana allí donde apunta; no en vano es uno de los mejores
escritores de novela negra de España. O el mejor. ¡Para qué andarnos con
ambages!
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