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Dashiell
Hammett permanece aproximadamente 24 meses, entre 1943-1945, en el ejército
estadounidense. Asignado al Cuerpo de Señales, escribe manuales de
capacitación y da conferencias y programas de radio sobre la marcha de la
guerra en todos los frentes. Edita un periódico, convirtiéndose en la
figura de un mentor y un padre para los jóvenes soldados, siendo muy bien
acogido por ellos. Dos de sus discípulos llevaron una exitosa carrera en
el periodismo estadounidense. Todo ésto ocurre en las Islas Aleutianas, un
lugar que Hammett, en contraste con los muchos miles de soldados que sirvieron
allí en la Segunda Guerra Mundial, amaba en realidad.
Samuel
Dashiell Hammett es recordado hoy como uno de los más grandes escritores de
novela negra de Estados Unidos. “El halcón maltés”, un relato cuyo
atractivo continúa hoy en día, se puede considerar como una de las pocas
historias de detectives que vulnera sin esfuerzo el camino que va del género de
misterio a la literatura. Hammett inventó allá por los años 1920, el duro
y lacónico detective privado, de temperamento viril y seductor, que deambula
por las calles impartiendo su particular justicia. “Hammett fue el primer poeta
de la delincuencia”, escribe el novelista y crítico literario Jerome Charyn.
Que
el ejército americano aceptara a Hammett es un fiel reflejo tanto de las
necesidades de “mano de obra” en el año 1942 como de la persistencia del
escritor. A sus 48 años de edad Hammett está enfermo de los pulmones, y éste
no es precisamente un hecho que inspire confianza a las tropas. Pero ese
año Estados Unidos no tenía la seguridad de la victoria que adquiriría más
tarde, por lo que Hammett fue admitido. Pero en lugar de enviarlo a Europa,
donde sin duda esperaba ir, los militares lo enviaron a Alaska después de un
año de trabajo de escritorio en Fort Monmouth, Nueva Jersey. Adak y otros
puestos de las islas Aleutianas fue el lugar donde terminaron muchos de esos
soldados considerados alborotadores,
homosexuales e izquierdistas.
A
pesar de los problemas políticos de Hammett, el Ejército de Adak es amable con
él y sabe exactamente cómo utilizarlo. Como soldado, Hammett nunca negoció
con su fama y nunca se interesó por un rango más alto –ejerció de sargento
algunos meses antes de su puesta en libertad en 1945-. La victoria de las
Aleutianas sirvió de alivio a la nación ante cualquier amenaza de los japoneses
contra Alaska y la Costa Oeste y mejoró la posición estratégica de Estados
Unidos en el Pacífico Norte. Pero no representó un bálsamo para las
decenas de miles de soldados que seguían estacionados allí.
Poco
después de llegar a Adak, a principios de septiembre de 1943, el
cabo Dashiell Hammett retoma un manuscrito que había sido iniciado por el
cabo Robert Colodny, un historiador experto que aterrizó con anterioridad en
aquellas tierras. Hammett mantiene los subtítulos de Colodny, pero vuelve
a escribir el texto. “La Batalla de las Aleutianas: Una historia gráfica
1942-1943”, folleto que da por terminado en octubre de 1943, con unas 24
páginas de texto y densamente ilustrado, y que es impreso y distribuido a las
tropas al año siguiente. Hammett es sancionado por la Sección de
Inteligencia del Ejército aunque su propósito, así como el de todos sus
proyectos en Alaska, no fue otro que mejorar la moral de las tropas.
Su
siguiente proyecto es la creación de un periódico que toma por nombre “El
Adakian”. El general Harry F. Thompson, comandante de la base aérea de
Adak, piensa que un periódico puede aportarle una conexión con la guerra en el
resto del mundo. Hammett, con poca o ninguna experiencia en el mundo periodístico,
se dispuso pues a publicar un periódico matinal, cuatro páginas en total, -eventualmente
seis páginas los domingos-, cuya tirada llega a alcanzar los 5.000 ejemplares. Toda
la operación, incluyendo a los periodistas e ilustradores, sus mesas y sillas y
el mimeógrafo, es confinada a un cobertizo situado en las colinas justo al
noroeste de la pista de aterrizaje y a pocos kilómetros del puerto. El
personal encargado de su redacción trabaja con ahínco todas las noches. El
periódico suministra noticias de la guerra, la política, los deportes y el
entretenimiento. El “Adakian” de Hammett brindó a sus lectores más
noticias de la guerra que las ofrecidas
por cualquier otro folleto militar. Fue un periódico concebido exclusivamente
para los habitantes de Adak; por motivos obvios no podía ser enviado por
correo. Sin embargo, los soldados de otras bases en las islas Aleutianas tenían
conocimiento de su existencia, debido a sus “dibujos cómicos”. La
publicación incluía dos, tres y a veces
hasta cuatro caricaturas aludiendo a problemas que eran muy
populares. Hammett ordenó a sus ilustradores -Bernie Anastasia, Oliver
Pedigo y Donald Miller- que representaran la vida y las quejas del soldado raso
en Adak. Es el propio Hammett quien suministra la mayor parte de sus
títulos. Se inspira en los dibujos animados de The New Yorker, aplicando su
propia ironía y humor burlón a la vida de Adak.
Hammett
escribió cientos de cartas de Adak -a su ex esposa, a sus dos hijas, a otras
amantes y, por supuesto, a Hellman-. Muchas de ellas fueron publicadas en 2001 como
“Cartas escogidas de Dashiell Hammett: 1921-1960”, libro editado por el estudioso biógrafo de Hammett, Richard Layman, con la
colaboración de la nieta del escritor, Julie M. Rivett. Las cartas muestran el
lado más ardiente del escritor y su encantador ingenio.
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