¿Es ésto cierto? Porque, en el caso de que no esté usted confundiendo “noir” con historias de aventuras, ha llegado el momento de que se percate que la “Ficción Noir” es por naturaleza aterradoramente pesimista. Puede atesorar humor, detentará posiblemente acción, pero en el fondo de todo relato negro se encuentra un personaje atrapado en una situación de la que no se vislumbra escapatoria. La difícil posición de un hombre desesperado que lucha en vano contra su destino delimita toda novela negra y le da su resabio. Esto no es algo nuevo. Las fuentes de la “Ficción Noir” no se encuentran en las páginas de la revista Black Mask y de las películas de serie B allá por los años 30 del pasado siglo, la “Ficción Noir” es un género tan antiguo como la propia literatura. A mí se me podría cuestionar por qué no encuentro deprimentes a escritores como Jim Thompson o David Goodis. En realidad nunca pensé que lo fueran. ¿Qué es lo que me convence en estas obras? Desde luego no es el destino, no es la desesperanzada mano con que han sido diseñados nuestros protagonistas. Más bien, lo que les da nobleza a estos tristes héroes, a la vez secos y perdedores, es su lucha contra el destino, su lucha contra lo absurdo.
Lo
“Noir” ha alcanzado hoy más popularidad en la pantalla que en la página impresa. La
mayoría de los escritores que actualmente consideramos noir –léase Cornell
Woolrich, David Goodis, Jim Thompson- murieron en la más absoluta ruina y en la
pertinaz desgracia. Los más recientes exponentes del género combinan lo noir
con otras variantes, por lo general los procedimientos policíacos. Si en
su mente reside la idea de escribir novela negra debe tener presente que la
mayoría de los editores le dirán que la gente no está interesada en comprar
noir. Ojearán su trabajo, hablarán de ello, puede que incluso lo comparen con
la obra de los grandes clásicos, pero no comprarán libros noir de nuevo cuño. Y
los editores, por una vez, tienen razón. Lo noir es un género respetado,
incluso ellos mismos lo admiran; los libros noir tienen una mejor pertinencia
para ser revisados por los experimentados críticos que muchas otras derivaciones de nuestra literatura, pero los
apostadores no los compran. Quizás se imaginan lo noir como una lectura
deprimente y sombría. Si poseyese la facultad de reconvenirles podría asegurar
que se confunden. Me atrevería a formular que lo noir es como una canción
espiritual, melancólica y triste, es una literatura tan terapéutica como el “soul”
que brota de la voz elegiaca y gutural de Nina Simone. Les explicaría por qué
me estremezco cuando los personajes noir son llamados perdedores. No importa
cuán sombrío sea el panorama, no importa cuán vana sea la lucha de los
condenados protagonistas, les habría afirmado que el héroe, tal como está
concebido -probablemente condenado al fracaso desde el principio-, no obstante,
lucha con todas sus fuerzas para superar su destino. El adalid noir puede ser
un “perdedor”, pero no es un “cobarde”.
Si
usted está inclinado a escribir noir, es evidente que estará interesado en que
se publique su obra. Para lograrlo es muy probable que se sienta inducido a
seguir uno de estos dos procedimientos: o bien disfrazar su pasión por lo negro
en un formato de policía procesal o, irrigar el texto con un rimero de sexo y
violencia. Olvídese de esta segunda solución. El sexo y la violencia
no son noir. Disfrazar su tema noir con un envoltorio policial es una
opción razonable, pero tiene sus riesgos. Hay editores que aman los cuentos policiales
porque estos libros pueden degenerar en una serie. A los editores les encantan
las series, porque las series venden. Pero no se puede escribir una serie
y mantenerla indefinidamente dentro del terreno noir. A medida que escribe
un libro tras otro usted tiene la prerrogativa de suavizar sus
personajes; podrá dulcificar sus duros corazones y hacerlos dignos de ser apreciados. Incluso
la extraordinaria Patricia Highsmith humanizó a su repugnante y psicópata Ripley.
Usted podrá proporcionar a su héroe una o dos características brillantes y
seductoras para que podamos llegar a tenerlo en aprecio. Pero tenga presente
que un héroe de serie no puede morir. Un héroe noir sí que lo puede. Es
la probabilidad de su muerte lo que enfatiza la naturaleza noir de la historia.
No hay razón por la que tenga que sobrevivir. Usted llegará a este
convencimiento a medida que se encadena la narración, y verá aumentar su
sensación de temor. Yo, ineluctable leedor, dotado de una rancia inteligencia
emocional, he elegido el compromiso de estar entre aquellos que aprecian y ponderan
la vida. Es esta creencia, creo, la que arroja sospechas sobre mis
credenciales noir. No obstante, he elegido vivir entre ellos.
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De nuevo felicidades por el artículo. Con tu permiso lo compartiré con los lectores de mi blog (el domingo) enlazando a esta entrada por si quieren comunicarse contigo directamente.
ResponderEliminarY que decir, que tengo pendiente leer a Goodis, pero que, como tú no encuentro que Jim Thompson sea deprimente. Lo veo como tú. Me ha hecho gracia.
Tienes razón con eso de que el noir ha conseguido más éxito en la pantalla que en lo impreso y hasta hace una semana quizás te lo discutiría, pero viendo el último barómetro del CIS...dice que tan solo el 7% de los lectores leen novela negra o policial, por un 21% de novela histórica (por poner un ejemplo) Se me ha desmontado un poco lo de que el noir está tirando de las editoriales. Quizás sí de aquellas que se dedican casi en exclusiva al noir, pero creo que a la mayoría ya que tienen los libros diversificados.
Se me ha hecho duro lo que cuentas sobre los editores y su búsqueda de algo más que noir. Seguro que llevas razón, pero una buena novela noir no tiene nada que hacer contra esas mezclas a las que nos estamos acostumbrando o a esa mezcla que comentas después de sexo y violencia clamufando el noir. Si no te lo cuentan pasas de largo.
Sigue regalándonos reflexiones. Sientan muy bien. Saludos