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HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS. (Pars vite et reviens tard) Fred Vargas TRADUCCIÓN: Blanca Riestra PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL, 2015 |
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«La Muerte Negra»
«Y entonces, cuando las serpientes,
murciélagos, tejones y todos los animales que viven en la profundidad de las
galerías subterráneas salen en masa a los campos y abandonan su hábitat
natural: cuando las plantas que dan frutos y las leguminosas empiezan a
pudrirse y a llenarse de gusanos (...)»
Tres veces al día en una pequeña plaza de
París, el excéntrico Joss Le Guern declama las noticias que las personas han depositado
en su urna. Joss es pregonero; la profesión le viene de familia. El
bisabuelo Le Guern fue pregonero a mediados del siglo XIX desde Concarneau
hasta Quimper y no hubo nadie mejor que él. «Ar Bannour» se hacía nombrar, y
era el mejor recolector de noticias del Finisterre. Cubrió el Segundo Imperio y
la Tercera República. Hace ya siete años que Joss ha adoptado la profesión en
desuso de pregonero. Se ha paseado con
su urna por diversos puntos en un radio de setecientos metros alrededor de la
estación Montparnasse para terminar estableciéndose en el cruce
Edgard-Quinet-Delambre. Allí Joss oficia cotidianamente durante tres veces al
día, por cinco francos el pensamiento, el anuncio y la búsqueda.
Durante días, una serie de mensajes cada vez
más inquietantes y misteriosos, copias de textos antiguos del siglo XVII,
posteriormente identificados como pertenecientes al «Liber canonis» del gran médico y filósofo persa del
siglo XI Avicena, y todos referentes a la gran epidemia de peste que afectó a
Londres en 1665, son introducidos en la urna de Joss. «-Y primeramente
para evitar la infección procedente de la tierra, hay que guardar las calles
limpias y las casas, barriéndolas y quitando las inmundicias tanto humanas como
de otros animales, teniendo principalmente cuidado con los mercados de pescados,
carnicerías, triperías, en las que se hace ordinariamente acopio de excrementos
sujetos a corrupción». Por otro lado, extrañas marcas están empezando a
aparecer en las portadas de diversos edificios de la ciudad; unos «cuatros
invertidos», de unos setenta centímetros de alto, firmados con las iniciales
CLT (correspondientes a la cita latina “Cito, longe fugeas et tarde redeas”,
algo así como “¡Lárguese a toda velocidad y no aparezca por aquí por una buena
temporada!”), símbolos que fueron utilizados en tiempos pretéritos para evitar
la «Muerte Negra». El conocimiento de estos acontecimientos extraños llega
a oídos del comisario Adamsberg, y su olfato perspicaz detecta algo
siniestro. Es una sensación que se confirma cuando un cadáver carbonizado
y lleno de pulgas es descubierto en la
Rue Jean-Jacques Rousseau número 117, y entonces, como no podía ser de otra
manera, el pánico comienza a propagarse por toda la ciudad.
«Huye rápido, vete lejos», originalmente «Pars
vite et reviens tard», es un extraño y retorcido thriller gótico, imposible
de encuadrar dentro de una categoría literaria determinada. Se puede afirmar de
ella, no obstante, que es una novela completamente original. Originalidad que
es fácil entrever dado el volumen de «cosas insólitas» que en aquí suceden y
que han hecho de este libro merecedor de varios galardones, entre ellos el
«Prix des libraires» y el «Gran Prix des lectrices de Elle». La trama es un
examen excéntrico y exotérico de la angustia que genera «la peste»; un estudio
de la epidemia como fenómeno incontrolable. Vargas parece tener una fascinación
por el miedo y la histeria, las mitologías antiguas, y las viejas fobias
atávicas, ideas que trata de alojar en la parte vulnerable del cerebro humano y
que fascinan al mismo tiempo que aterrorizan. El tema que trata en este libro
es arcaico y fatalmente atrayente. Y es ahí, en ese interés suyo en
la respuesta humana a la histeria y el miedo, donde radica el atractivo de esta
novela.
En cuanto a los personajes, están tocados con
un halo de mágica originalidad. Joss Le Guern es un viejo ex-marinero, que
ahora pasa sus días en una pequeña plaza parisina declamando noticias,
artículos de personas que caen en su caja junto con unas monedas. El anciano ex
profesor Decambrais, el primero en caer en la cuenta que los mensajes
declamados por Le Guern están advirtiendo de la presencia de la «Muerte Negra».
Lizbeth Glaston, cantante de noche por vocación; Damas Viguier, del Roll-Rider
y el propio protagonista, Adamsberg, quien, como el resto de ellos, es
impecablemente extraño, enigmático e intuitivo, un soñador, de pensamiento
indolente, un hombre de gestos lentos y comedidos.
La novela
se desarrolla con un estilo suntuoso, demorado y de lento proceder. Vargas
conjuga pistas, ata cabos y junta frentes abiertos al tiempo que impresiona y
golpea los espíritus de arriba abajo con ideas tan ficticias que parecen más
propias de una mente calenturienta que de una escritora intrigante, si no fuera
porque su verosimilitud la acepta el lector convertido en rendido cómplice de
la autora al final de la obra. «Huye rápido, vete lejos» es una magnífica
novela. Un producto muy, pero que muy francés.
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