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Así como en América los inicios de la novela
negra responden a los nombres de Hammett
y Chandler, en Francia los nuevos mapas del género fueron redibujados por
Jean-Patrick Manchette. Manchette es un producto de la guerra y de los
suburbios de París. Nacido el 19 de diciembre de 1942 en Marsella, pronto
migrará a Malakoff, un arrabal al sur de la capital. Su padre, Paul, fue trabajador
de una sociedad de radiología y su madre, Louise, secretaria a tiempo
parcial. Pero fue su abuela materna, Margaret Lees, sufragista escocesa,
quien ejercerá una influencia decisiva en el joven Jean Patrick: “Cuando yo
tenía ocho o nueve años, ella debía andar por los setenta, tenía el pelo de ala
de cuervo, sus buenos 180 centímetros de alto y usaba vestidos rojos que sembraban
el pánico en el pequeño pueblo de Normandía donde vivía. A través de ella
descubrí a Cheyney y Hadley Chase”. Ya de pequeño Manchette muestra un gran
interés por la literatura y la escritura. En el transcurso de su infancia y de
su adolescencia escribe centenares de páginas de pastiches de memorias de
guerra o de ciencia ficción que, poco a poco, dejan paso a tentativas de
novelas policiacas y de novelas negras.
Cuando Manchette comenzó a escribir sus relatos
en la década de 1970, la novela policíaca francesa flotaba en una piscina calma
alrededor de los procedimientos policiales y los cuentos generados en los estudios y los cafés
literarios de la Plaza Pigalle. Manchette quería tirar piedras al agua,
perturbar su superficie tranquila, poner al descubierto toda la porquería que
había debajo, para demostrar que la novela negra podía ser (como dijo una y
otra vez) “la gran literatura moral de nuestro tiempo”.
Para Manchette y la generación de escritores
que le sucedió, estas novelas se convirtieron en mucho más que un simple
entretenimiento; degeneraron en un medio de enfrentarse a los fracasos de
la sociedad. Una tras otra las cortinas se fueron rasgando y dejando a la
vista lo que se escondía tras una colectividad corrompida y gangrenada.
Pretensión, manipulación y engaño.
Militante de extrema izquierda durante la
guerra de Argelia y autor de artículos y de dibujos para el diario «La Voie communiste», Manchette se
aleja paulatinamente de la acción y es fuertemente influenciado por los
escritos de la Internacional Situacionista. El Pensamiento Situacionista
sostenía que los éxitos arrogantes del capitalismo se generaban sólo a expensas
de un aumento de la alienación, la disfunción social y la degradación general
de la vida diaria; que la adquisición, intercambio y consumo de los
productos básicos había suplantado a la fuerza de la experiencia directa y
que la liberación podría encontrarse en la recreación de momentos que vuelvan a
despertar deseos auténticos, el sentido de la aventura y el rescate de la cotidianidad.
La ambición de Manchette es convertirse en
guionista de cine. Con esa esperanza, se dedica a partir de 1965 a diversos
trabajos: guiones de cortometrajes, escritura de sinopsis y dos películas para
Max Pécas. En 1968, conoce su primer éxito redactando con Michel Levine los
guiones y diálogos de 11 episodios de la serie de televisión «Les Globe- trotters», dirigida por
Claude Boissol. Paralelamente, escribe novelizaciones de películas exitosas, de
novelas para la juventud, de novelas de espías, etc. Sólo, o con la ayuda de su
esposa Melissa, aborda la traducción al francés de numerosos libros de lengua
inglesa, principalmente novelas policiacas o libros sobre cine. Traducciones de
Ross Thomas, Donald Westlake, Alan Moore y otros, hasta un total de treinta. Dichos
trabajos le alejan paulatinamente de la
carrera a la que aspira. La idea de escribir novelas le surge perentoriamente
porque piensa que, una vez sus libros sean publicados, el mundo del cine mostrará
interés por ellos. Es éste el motivo por el cual la escritura de su primera
novela se le antoja un paso obligatorio hacia el mundo del cine.
Y así, de forma lógica, Jean-Patrick
Manchette dirige su mirada hacia la novela negra, de la que es aficionado, y
hacia el escritor norteamericano Dashiell Hammett, su referencia dentro
del género. Manchette publicó diez novelas con Gallimard entre los años 1971 y
1982. Envía su primer manuscrito, «L'Affaire
N'Gustro» (El caso N'Gustro), a la editorial Albin Michel a finales
de 1969, y, oportunamente, se ve orientado por la editora y
escritora Dominique Aury hacia la colección «Série
noir» que dirige Marcel Duhamel en Gallimard. En febrero de 1971 publica
su primer trabajo, «Laissez
bronzer les cadavres!», escrito en colaboración con Jean-Pierre
Bastid, y dos meses más tarde, su segunda novela, la ya referida «L'Affaire N'Gustro». Estas dos obras
marcan el comienzo de lo que el propio Manchette bautizará más tarde como
«neo-polar», género que surge en ruptura radical con la «Série noire» francesa
de los años 1950/60.
El «neo-polar» aflora
durante las décadas de 1970 y 1980 como un movimiento literario de renovación
de la novela «noir» francesa, influenciado por el «Mayo del 68». La
ambientación de la novela neo-polar es violenta y siniestra; interesada en denunciar
la sociedad contemporánea y los escándalos políticos. Es una narrativa que se
manifiesta afecta al mundo de los marginados y los repudiados. Sus paisajes más dilectos son
las zonas urbanas, en especial el ambiente lóbrego de los suburbios. En las
novelas neo-polares la muerte está muy presente a manos de psicópatas y
asesinos en serie.
A partir de este instante, Manchette
utilizará la novela policiaca como trampolín hacia la crítica social. Surgen
así títulos como «Nada», que rastrea
la fisonomía de un grupo escindido del terrorismo de izquierda, autor del
secuestro del embajador de Estados Unidos en París. Después del adiestramiento
estilístico que supone «L'Homme au boulet rouge», escrita en colaboración
con Barth Jules Sussman, una distraída novelización de un guion de western
norteamericano, ven la luz dos novelas protagonizadas por el personaje de
Eugène Tarpon, «Morgue pleine» y «Que d'os!». Tarpon es un detective
privado muy a la francesa, otrora gendarme, responsable de la muerte de un
manifestante y destrozado por el remordimiento.
En 1976 se
publica «Le Petit Bleu de la côte ouest» (Balada de la costa Oeste),
novela que motiva diversos artículos de prensa sobre «la abulia de los
ejecutivos» en las sociedades liberales. Georges Gerfaut, agente comercial,
lleva una vida inmejorable y sin embargo se ve sumido en una apatía de la que
nada puede arrancarlo. Hasta que, en el momento menos esperado, el destino
pondrá a prueba su agónica desidia. Testigo de un homicidio, se convierte a su
vez en objetivo de los asesinos. El personaje abandona de forma imprevista a su
familia y su placentera vida, antes de dar marcha atrás, y volver a su hogar
una vez sus perseguidores son eliminados, ya que en el fondo, no sabe hacer
otra cosa. Es un libro repleto de escenas memorables; una de las obras maestras
de Manchette.
El siguiente libro
en salir a la luz es «Fatale», la historia de Aimée Joubert, una sicaria blanduzca
que se enfrenta a los notables de una pequeña ciudad costera. El libro,
rechazado por la Série noire por falta de acción, es publicado fuera de
colección por Gallimard. En 1981, en «La Position du tireur couché»,
Martin Terrier, joven sicario ansioso por jubilarse, es víctima del mundo que
le rodea. Su tentativa de volver a su región de origen acaba en fracaso, y su
imagen de aventurero se degrada a medida que pierde a su amante, su dinero, sus amigos y su
habilidad para disparar.
En los años
siguientes, mientras la prensa bautiza a Manchette como jefe espiritual de la
corriente neo-polar, éste deja de publicar sus narraciones, pero continúa
escribiendo para el cine o la televisión y traduciendo y redactando sus
crónicas sobre la novela negra. Piensa haber rematado un ciclo con su último relato,
que concibe como «colofón» de su trabajo en el campo de la novela negra.
Manchette explica en una carta a un periodista: «Después de ésto, como ya no
tenía que pertenecer a ningún tipo de escuela literaria, he entrado en un
sector de trabajo bien diferente. En siete años, todavía no he hecho algo
satisfactorio. Estoy aún trabajando en ello.»
En 1991 se le detecta un cáncer de páncreas
que conoce un breve periodo de remisión, pero en 1993 el cáncer se extiende a
los pulmones. Fallece el 3 de junio de 1995 en París, en L´hôpital
Saint-Antoine, con cincuenta
y tres años, envejecido, y antes de completar una nueva novela, «La Princesse du sang» (La Princesa de
la Sangre), destinada a ser la primera de un ciclo de cinco libros que abarcara
cinco décadas, desde la posguerra al presente. Los libros de Jean-Patrick Manchette han sido traducidos a
numerosos idiomas a través de todo el planeta, privilegio que pocos autores
franceses de novela negra conocen.
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