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VIERNES NEGRO (Black Friday) David Goodis TRADUCCIÓN: Georgina R. López R. B. A LIBROS, S. A., 2011 |
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Es ésta una
historia existencialista, escrita con el pulso de la economía, la habilidad y
la convicción. A pesar de sus magras 172 páginas, VIERNES NEGRO tiene enjundia
suficiente como para sustentarse en dos recios pilares: los bosquejos de la
historia criminal, homicida y fratricida de Al Hart en la oscuridad
escalofriante de la Filadelfia de enero de 1950 y la fantasía autobiográfica de
la vida del propio David Goodis. Filadelfia es el anatema de David Goodis.
Al Hart
está en la lista de personas buscadas por la policía por el asesinato de su
hermano, Haskell Hart. Al llegar a una Filadelfia invernal, fría y
desangelada, con sólo su traje de franela marrón chocolate encima y noventa y
tres centavos en el bolsillo, Hart se ve obligado a robar un “brillante, verde
y genuino abrigo de lana Lapama”. Al cargo de asesinato de su hermano en
Nueva Orleans, se añade ahora el de robo. Hart recala, literalmente, en
uno de los barrios más tranquilos de Filadelfia, -Germantown-. Sus primeros
pensamientos cuestionan el grado de delincuencia que anida en las calles de la
vecindad. Si las cosas no han cambiado, la actividad policial por aquellos
alrededores debe ser más bien exigua porque tiempo atrás, siendo él estudiante en
la Universidad de Pensilvania, Germantown era considerada como modelo de
dignidad, -un poco petulante quizás-, y con un ligero sabor colonial. Pero
Al pronto descubre que las cosas han cambiado mucho desde entonces. Caminando
por la calle Tulpehocken, deviene en único testigo de la muerte violenta a
tiros de un hombre. La víctima, Fred Renner, es miembro de una cuadrilla
de delincuentes, y lega a Hart una cartera llena de billetes, unos once mil
dólares. Naturalmente las cosas no son tan fáciles como parecen, y los miembros
de la banda, con su jefe –Charley- a la cabeza, están interesados en recuperar su dinero. El uso de los
puños cuando lo estima conveniente y su personalidad afable, permite a Hart
unir su destino a esta organización criminal formada por cuatro hombres
(Charley, Paul, Rizzio y Mattone) y dos mujeres (Frieda, -una rubia platino con un bonito trasero, pero a la
que le sobran veinticinco quilos- y Myrna, -una menuda muchacha delgada de
cabellera negra-). Hart se ve obligado a emprender un viaje a lo desconocido
y en medio de una salvaje oscuridad emprende su prueba iniciática como asesino
profesional, ¡el descuartizamiento del cadáver de Paul! «-Aprieta
sus piernas con fuerza –indicó Charley-. Apriétalas con fuerza. Hart cogió las
piernas y cerró los ojos. Los ruidos de la sierra y el cuchillo eran como
grandes puñados de una horrible materia viscosa que lo golpeaban y penetraban
en su interior. Empezó a descomponerse y trató de concentrar la mente en otra
cosa. Recordó la pintura y empezó a pensar en los paisajes de Carot. Luego dejó
de pensar en Carot, pero decidió que no abandonaría aquel período, así que
pensó en Courbet, pero al pensar que Courbet era un exponente del realismo,
trató de alejarse de él, sin poder evitarlo, porque empezó a visualizar la
forma en que Gustave Courbet mostraba a
Cato arrastrando las propias entrañas, y pensó en “La presa”, en la que el
venado era destrozado debajo del árbol por los mastines enardecidos. Trató de
volver a Carot, y de Carot pasar a la serena escuela inglesa, con ropas
bordadas y posturas gráciles, con toda esa delicadeza, pero Courbet volvía a
aparecer de nuevo. –Cógelo de más arriba –dijo Charley.»
Al Hart es
David Goodis. Sin más. Es una persona bien educada, estudió Bellas Artes en la
Universidad de Pennsylvania, mientras que Goodis estudió periodismo en la
Universidad de Temple; es conocedor de las cosas gratas de la vida, está
versado en las obras de Corot y Courbet, vivió de cerca la carrera de las
500 millas de Indianápolis, posee conocimientos sobre Schopenhauer, y
poseyó un Bugatti azul, mientras que Goodis es un entusiasta del jazz, de la
música clásica, conocedor del cine de Luis Buñuel, del arte del boxeo, de la
nobleza de Filadelfia y de la realeza de Hollywood. Hart es caballeroso,
sensible y compasivo, -llegó al extremo de practicarle la eutanasia a su
hermano Haskell devastado por la esclerosis múltiple y sale en defensa de Myrna
cuando está a punto de fenecer a manos de Mattone-. Al igual que Goodis, Hart
se mantiene leal a su familia. En ambas personalidades, Al Hart y David Goodis,
confluyen circunstancias que los conducen por una espiral descendente de la que
no hay escapatoria. En las páginas de VIERNES NEGROS hay mujeres, hombres, crueldad,
explotación, criminalidad y sueños quijotescos y unos personajes que son presa
de un mal endémico, en un sistema y una sociedad donde los valores de la
democracia, la ley, el orden y la justicia se han desmoronado.
David
Goodis tenía treinta y siete años de edad cuando VIERNES NEGRO fue publicada. Su
primera novela (RETREAT FROM OBLIVION) fue editada en 1939, cuando el autor
tenía la edad de veintidós años y su segundo libro (DARK PASSAGE) lo fue en
1944, en las páginas del «The
Saturday Evening Post». Goodis comenzó su ascenso a la fama y la
fortuna cuando fue seleccionado por Jack Warner y Delmer Daves, allá por 1942, para
trabajar en Hollywood como guionista. Se casó en Los Ángeles, el 7 de
octubre de 1943, para divorciarse en Filadelfia dos años y medio más tarde. Esta
trayectoria meteórica sólo sería eclipsada por su rápido descenso a sus
orígenes y el regreso de nuevo a Filadelfia, en 1950; regreso a sus raíces, a
su familia y a sus amigos. VIERNES NEGRO es un día sin fin. Es un día que acompaña
a los personajes de la novela todo el tiempo. No importa adonde vayan o lo que
hagan, la mala suerte es siempre su compañero inseparable. Trece años después
de la publicación de VIERNES NEGRO, David Goodis ya había fallecido de un
accidente vascular cerebral a la temprana edad de cuarenta y nueve años, en una
fría e invernal noche de enero en Filadelfia. «Hart caminaba lentamente y
no sentía la mordedura del viento helado, no sentía nada. Poco después, al
doblar las esquinas, no se molestó en mirar los nombres de las calles. No sabía
hacia dónde se dirigía. Tampoco le importaba.» A pesar de la utilización
parsimoniosa de las palabras y la acción, en VIERNES NEGRO queda claro que todo
comienza y termina en Filadelphia, en invierno, siendo la propia falta de moralidad de los individuos
la que ciegamente los lleva a la ruina.
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