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lunes, 25 de enero de 2016

BAJO LOS VIENTOS DE NEPTUNO. (Fred Vargas)

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BAJO LOS VIENTOS DE NEPTUNO (Sous les vents de Neptune)
Fred vargas
TRADUCCIÓN: Aurelia Crespo
PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL, S. A. U., 2015
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«El Tridente»

«Bajo los vientos de Neptuno» arranca un frío día de octubre, cuando el comisario de policía Jean-Baptiste Adamsberg, apoyado en el negro muro del sótano de su edificio de oficinas, examina la enorme caldera, inactiva desde varios días atrás, con la esperanza de que el bendito dispositivo se digne reanimar su energía. Adamsberg no se encuentra especialmente perturbado por el frío, antes al contrario éste despierta su imaginación, produciéndole la sensación de encontrarse en los hielos perpetuos del norte, caminando a través de ellos, y cavando un agujero para cazar focas. Pero la realidad es que el frío ha congelado el progreso de su personal de oficina, que necesita calor para realizar sus actividades. Adamsberg permanece en el sótano en busca de sombras y silencio y, sobre todo, para escapar de las quejas de los suyos.

En esta narración Fred Vargas organiza una novela que aglutina, no sólo las consecuencias derivadas del «virtuosismo» de un asesino en serie en el manejo de un tridente, sino también el traslado de su escuadra a Canadá. El comisario Jean-Baptiste Adamsberg y siete de sus oficiales se están preparando para recibir un cursillo de formación forense en Quebec. Unos días antes de su partida Adamsberg es conocedor de la noticia del asesinato de una mujer que ha recibido tres puñaladas en el estómago, y sobre el que el presunto asesino no tiene conciencia de culpa. Una serie de crímenes similares, entre ellos uno en el que se acusó en su día al hermano de Adamberg, se produjeron hace 16 años. -«Está muerta, Jean-Baptiste, está muerta, la han matado». Le puse la mano en la boca, le lavé las manos y le arrastré fuera. Lloraba. Le hice preguntas y más preguntas. «¿Qué ha pasado Raphaël? Cuenta, hostia.» «No lo sé», respondió. «Estaba allí, de rodillas, en el depósito de agua, con sangre y un punzón, y ella, Jean-Baptiste, ella estaba muerta, con tres agujeros en el vientre»-.

En Quebec Adamsberg se da de cara con el asesinato de una muchacha a cuchilladas, algo muy parecido a lo que vivió 16 años atrás con su hermano. Y ello le da pie para sacar a la luz ocho carpetas numeradas, ochos expedientes de asesinato, ocho crímenes escalonados de 1949 a 1983, ocho casos cerrados, ocho culpables atrapados casi con el arma en las manos. Toda una cadena de desafueros, cometidos por el misterioso «Tridente», un personaje al que Adamsberg ya ha puesto nombre. «En mi aldea de los Pirineos había un viejo al que nosotros, los mocosos, llamábamos el Señor. Los mayores le llamaban por su cargo y su nombre: el juez Fulgence.» Ello no tendría nada de extraño si no fuera por el hecho de que él asistió al funeral de ese hombre quince años atrás.

Las novelas de Vargas son complejas, sus personajes son asimismo complejos. El propio Adamsberg es fascinante, en el más puro sentido de la acepción, un pensador exasperante, no convencional, a cuyos raros dones y su actitud calmada hay que añadir el calificativo de «inverosímil». Vargas tiene un talento especial para la creación de personajes secundarios, como ocurre con Clementine Courbet, una vieja dama parisina que acoge y asesora a Adamsberg, o su amiga Josette, una anciana burguesa que resulta ser un as en cuestiones informáticas, una hacker, pero no una hacker cualquiera, ¡una hacker de 80 años! Las referencias a cuestiones sobrenaturales no dejan de estar presentes en la narrativa de Vargas: aquí nos damos de cara con un fantasma, pero ella también ha aludido a los hombres lobo y a reliquias religiosas en sus anteriores novelas. Su escritura es compatible con toda esta complejidad.

Vargas utiliza felizmente un lago canadiense, la catedral de Estrasburgo, dragones, peces prehistóricos y el panteón clásico, para tejer una especie de nimbo alrededor de su misterio. Lo cual, por suerte, resulta ser perfectamente eficiente. Escrita en pasado y tercera persona, «Bajo los vientos de Neptuno» es una novela fluida, con un ritmo dinámico y un argumento interesante. Aquí nada tiene que ver con la realidad, ésto es ficción y ficción de la buena. Algunas escenas rozan el surrealismo, pero, en gran medida, ahí radica el encanto de este libro. Vargas es soñadora y enredadora, incluso algo peliculera, pero ante todo es una formidable novelista. Sus toques de humor son novedosos y eso en parte se debe a las extrañas comparaciones utilizadas, que son capaces de asimilar la Catedral de Estrasburgo a un zoo. Una excelente lectura.
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