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PATRICIA HIGHSMITH (I)
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BIBLIOGRAFÍA
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EXTRAÑOS
EN UN TREN. El atractivo de esta novela radica
en la idea de un crimen sin móviles, de un crimen perfecto. Dos desconocidos
acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro, proporcionándose así una
coartada indestructible. Bruno, alcohólico con problemas edípicos, homosexual
encubierto, viaja en el mismo tren que el ambicioso y trabajador Guy. Tras
una insólita conversación, Bruno fuerza perversamente a Guy a poner al
descubierto su punto débil, la única fisura en su ordenada existencia. Guy desea
verse libre de su mujer, por quien se siente traicionado y que representa un
obstáculo para su prometedor futuro. Bruno le ofrece un pacto: él matará a ésta
y Guy, a su vez, al padre de Bruno, a quien éste odia. Guy rechaza tan
absurdo plan y lo olvida, pero no así Bruno, quien, una vez cumplida su
parte, reclama al atemorizado Guy que cumpla con la suya.
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CAROL. Carol es una novela de amor entre dos mujeres que se lee con la misma hipnotizada
atención que despiertan las novelas policíacas de la autora.
Therese es una joven escenógrafa que trabaja eventualmente como
vendedora, y Carol, una elegante y sofisticada mujer recién divorciada. Ambas
establecen una relación cuando Carol decide comprar una muñeca para su hija, relación
que cambia para siempre el curso de la vida de la joven dependienta.
Construida como una novela de suspense, está llena de páginas de templada
calma rotas por repentinas y odiosas alarmas, que son más frecuentes y más
emocionantes que en las novelas de trama policíacas de Patricia
Highsmith. Carol es la primera novela de tema homosexual que no
termina trágicamente, pero la fragilidad de la felicidad es un subtema que
impregna las páginas del libro; para Highsmith, la idea de felicidad
está indisolublemente unida a la de peligro.
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EL
CUCHILLO. Walter
es un joven y prometedor abogado que se encuentra desposado con Clara. Ambos residen
en una bonita casa en un barrio residencial y, a los ojos de la gente, dan la
imagen de la pareja perfecta. Pero Clara ha ido aislando a Walter, y a veces los
sentimientos que despierta hacia él no se corresponden con esa imagen idílica
que desprenden de puertas afuera. Cuando aparece asesinada Helen Kimmel, una
respetable mujer de clase media, Carol comienza a pensar que el asesino es su
esposo. A partir de entonces Walter se obsesiona con el crimen, y se formula
dos cuestiones que le arrastrarán al fondo de una trama criminal: ¿por qué no
ver en este asesinato el espejo de sus deseos más ocultos? ¿Por qué no matar
a Clara?
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EL TALENTO DE MR.
RIPLEY. En
"El talento de Mr. Ripley", quizá la más talentosa novela
de Patricia Highsmith, hace su presentación su más deslumbrante
personaje: el escalofriante y amoral Tom Ripley, arquetipo de un género
al que Patricia Highsmith dio a luz y que se sitúa entre la novela
policíaca y la novela negra, entre Graham Greene y Raymond
Chandler, donde el más trepidante suspense se da de la mano con un desenfrenado
análisis psicológico. Mr. Greenleaf, un millonario americano, le pide a Tom
Ripley que convenza a su hijo Dickie, que lleva una vida bohemia en Italia,
para que regrese al hogar. Tom acepta el encargo y de paso pone tierra de por
medio a posibles problemas policiales al tiempo que se da de frente con
Dickie y su amiga Marge, con quienes establece una confusa y enmarañada relación.
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MAR DE
FONDO. La
reputación de Vic es impecable; por el contrario, la de Melinda, su esposa,
es bastante dudosa. Guapa y divertida, tiene un amante tras otro y no se
molesta en ocultarlo. Vic, curiosamente, parece comprenderlo y hasta
encontrarlo gracioso. Un día Vic le cuenta a Joel, el amante de turno de
Melinda, que ha matado a uno de los amigos de su esposa. Joel le cree, se
asusta y pone pies en polvorosa, y poco después la inquieta Melinda reanuda
sus aventuras amorosas con Charley, que tiene la desgracia de perecer ahogado
en una piscina. Melinda asegura que ha sido un asesinato y que el responsable
es su marido. Pero ¿quién es capaz de creer a Melinda? ¿Y alguien tan
civilizado como Vic sería capaz de cometer semejante desafuero? En ésta
singular novela Patricia Highsmith cultiva un particular y perturbador género
negro centrado en el sondeo de sentimientos y en el retrato psicológico.
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UN JUEGO PARA LOS
VIVOS. Theodore
es dulce y afable, Ramón es irascible y temperamental. Theodore proviene de
una próspera familia alemana, Ramón nació en la pobreza. Theodore no cree en
nada, Ramón es un católico practicante. Aparentemente, nada les une, excepto
Lelia, la amante que Theodore y Ramón comparten amistosamente. Pero Lelia muere
brutalmente violada y mutilada. ¿A manos de quién? En el círculo bohemio y
desenfadado de artistas en el que se mueven Theodore, Ramón y Lelia en
México, a nadie parece molestar el triángulo amoroso que se forma entre los
tres amigos. El asesinato de Lelia desencadena una creciente tensión entre
los dos hombres que la comparten como amante. Numerosas dudas se ciernen
sobre el sospechoso natural: Ramón. Sin embargo Theodore decide proteger a
Ramón de la policía y de sí mismo. ¿Acaso les une algo más que una buena
amistad y su amor por Lelia? Patricia Highsmith presenta una intriga cargada
de una gran dosis psicológica. La culpa y los celos dificultan la
investigación de la verdad que se esconde tras tras la muerte de Lelia, pero
mucho más complicado lo pone la intensa amistad entre Theodore y Ramón que sobrevive
a la sospecha de que uno de los dos es un asesino.
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ESE
DULCE MAL. La
narrativa de Patricia Highsmith destaca por la combinación de tramas
insólitas con el estudio psicológico de sus personajes. El clima de sus
novelas se halla permeado por la realidad alucinante del crimen en el entorno
cotidiano y la facilidad para la perpetración de la violencia en la sociedad
contemporánea. El protagonista de “Ese dulce mal” es David Kelsey –químico
brillante e ingeniero jefe en una empresa de fabricación de plásticos- quien
vive en una casa de huéspedes en la ciudad de Froudsburg, en el estado de
Nueva York. Cada fin de semana David deja su pensión para pasar el tiempo con
su madre enferma en una clínica de reposo; o al menos eso es lo que dice a
sus pocos amigos y los demás residentes de la posada. De hecho su madre
falleció años atrás, y él pasa sus momentos de solaz en una mansión antigua
situada en un lugar apartado al norte del estado. La casa fue comprada bajo
el nombre de William Neumeister –literalmente “nuevo amo” en alemán-, y allí
David se devana los sesos pensando en Annabel, la mujer que perdió unos dos
años antes y que se encuentra casada con otro hombre –un giro de los
acontecimientos al que él se refiere como “la situación”-. Ni que decir tiene
que David está peligrosamente obsesionado por ella, una obsesión que lo lleva
a extremos cada vez más retorcidos...
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LAS DOS CARAS DE
ENERO. La
historia comienza con un encuentro casual en Atenas. Rydal Keener, un joven vivaracho
y juguetón que recorre Europa en busca de aventuras y emociones, se tropieza
con Chester MacFarland, un estafador de complejas identidades y en permanente
fuga. El triángulo lo completa Colette, una joven seductora, esposa de
Chester. El funesto encuentro da lugar a una ambigua relación a tres bandas
entre estos norteamericanos desarraigados que vagabundean por Europa buscando
algo o huyendo de algo. Y entre ellos se desarrolla un peligroso juego de maquinaciones,
anhelos y patrañas que incluye el asesinato y un apoteósico clímax en las
ruinas del palacio de Cnosos. Una
perfecta muestra de la maestría de Patricia Highsmith para aunar
el thriller, la novela psicológica y el drama existencial, y de su habilidad
para construir perturbadores personajes moralmente ambiguos.
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EL
GRITO DE LA LECHUZA. “El grito de la lechuza” se desarrolla en un pequeño pueblo de
Pennsylvania, y la historia comienza cuando el tranquilo e introvertido
ingeniero Robert Forrester sale del trabajo cosa de una hora después del fin
de su jornada laboral. Mentalmente destrozado por un reciente divorcio
vicioso, se siente solo, triste y deprimido. Forrester ha desarrollado el
hábito de detenerse en una aislada casa de campo y ver como una mujer joven y
bonita se desenvuelve a través de sus mundanas tareas domésticas. Estos actos
no se suelen interpretar exactamente como Forrester piensa. A fin de
cuentas él no está interesado en la captura de una imagen de la muchacha
desnuda o incluso con su novio, Greg. Para Forrester sus actos tienen una
trascendencia inocua, aunque para obtener una mejor visión de ella deba
abandonar su coche, arrastrarse hasta la casa, y ver a la chica en la
oscuridad. Cada vez que esto ocurre se promete que será la última vez,
pero siempre regresa, inexplicablemente atraído por la imagen de simplicidad
y armonía interna que la mujer desprende. Es consciente que debe librarse de
la obsesión que le afecta. Interpreta que quizás le ocurre porque nadie más
llena su vida, ni existe nada atractivo que le rodee, excepto aquella joven
apellidada Thierolf.
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LA CELDA DE CRISTAL.
En “La celda de cristal”, Philip Carter
ingresa en la cárcel por un delito fiscal que no ha perpetrado -ha sido
tomado como chivo expiatorio por los auténticos desfalcadores-. Su estancia entre
rejas es breve pero angustiosa y no sólo cambia su vida y la de su familia,
sino que altera su discernimiento sobre el bien y el mal. Si el relato es un
alegato contra la violencia y el sistema penitenciario, no lo parece, por la
ausencia de moraleja o refrán final. En las novelas de Highsmith normalmente
el malvado sale triunfador, para hacernos ver que en realidad el malo no lo
es tanto, y que el bueno tampoco es el colmo de la perfección. Carter, desde
el momento de la tortura sufrida en la cárcel, y a través de sus relaciones
con los abogados, la familia y otros reclusos, va transformándose en otro
ser, drogadicto y despiadado. Para él, las cosas suceden sin más, y así debe ocurrir
en la mente de las personas que se deslizan poco a poco en los mundillos de
la violencia y el crimen.
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